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Pintar, leer cuentos, ver dibujos en la tele… Javier Frutos ha cambiado la gestión de sus restaurantes por el teletrabajo y el cuidado de sus hijos durante este periodo de cuarentena. El también presidente de la asociación de hosteleros de Málaga (Mahos) relata que estos primeros días de confinamiento están siendo un poco de locos, ya que lleva todo el tiempo colgado al teléfono y, junto a su mujer, tratando de entretener a sus dos pequeños de 2 y 4 años. «No estamos acostumbrados a estar en casa y los pequeños son dependientes totales», explica.
Aprovecha que los niños están dibujando para explicar que han rescatado juguetes de Reyes y de cumpleaños para que se entretengan y hagan algo diferente. En su caso, la cuarentena les ha jugado una mala pasada por partida triple: ayer fue el cumpleaños de Mario, el pequeño; y el martes lo es de Victor, el mayor. «Los tendremos que celebrar solos en casa e intentaremos hacer partícipe a la familia con videollamadas», reseña. En el caso del mayor es un poco más traumático, ya que era la primera vez que lo iba a celebrar con los amigos del colegio en un parque de bolas. «Él estaba muy ilusionado. Lo tendremos que celebrar más adelante, no queda otra», dice.
En su caso, el teletrabajo es casi inviable, ya que los niños necesitan una atención máxima y sólo puede hacer algo «cuando están medio dormidos». Algo parecido ocurre con el deporte: «Mi mujer ha hecho algo de yoga, pero yo todavía no he tenido tiempo».
Más importante, explica, es intentar mantener las rutinas diarias, tanto de trabajo como de colegio. Respecto a los niños están intentando que se acuesten y se levanten a la misma hora para que mantengan la misma rutina y no les cueste cuando finalmente todo vuelva a la normalidad. En el colegio les han dado una serie de pautas y pretenden seguirlas al máximo. «No va a ser sencillo, pero no nos queda otra si queremos parar esto».
Frutos afirma que lo peor de todo es la incertidumbre que les provoca el no saber cuánto tiempo puede durar esta situación. «No sé si miedo es la palabra, pero sí incertidumbre porque no sabes hasta dónde llegará esto». Y eso, a nivel empresarial, es un desastre. «Es un batacazo importante», detalla. Sobre todo porque nadie tiene la certeza de que verdaderamente vayan a ser quince días. «Esperemos que el Gobierno nos dé facilidades porque sino muchos no lo van a superar».
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