

Secciones
Servicios
Destacamos
CRISTINA PINTO
Jueves, 8 de septiembre 2022, 00:14
Si hubiese que escribir la historia de El Caleño habría que empezar mucho antes de que Rafael Alcaide y Loli Ramírez entrasen en ella. Pero ... si se pone la mirada sobre el calendario del año 1987, este malagueño de El Palo y ella de Pedregalejo tienen mucho que ver en la biografía de este chiringuito. Y durante la mañana de ayer, Chico –como así llaman los que conocen bien a Rafael Alcaide– se sentaba en la terraza de su establecimiento en Pedregalejo para hablar sobre esos 35 años vividos junto a su mujer en El Caleño, la casa que ahora dejan para tomar unas vacaciones sin fecha de caducidad. «Me ha llegado la hora de la jubilación y ya toca descansar un poquito. Pensábamos esperar hasta que mi mujer cumpliese la edad, íbamos a echar unos tres años más... Pero creo que hemos cumplido». Así empieza este malagueño el relato de su vida en El Caleño mientras se acomoda tranquilo y enciende un cigarro unos minutos pasadas las diez de la mañana, pero eso solo es el final de la historia, todavía Chico tiene mucho que contar...
Entre Rafael Alcaide y Loli Ramírez todo comenzó mucho antes, ya eran novios cuando empezaron en el mundo de la hostelería. «Trabajábamos en El Gaucho, estuvimos unos cuatro o cinco años como novios y este mes de diciembre hacemos 41 años de casados. Y nos hablamos todavía...», termina Chico de recordar con humor. En medio de esa historia de amor entre estos dos malagueños hay muchas aventuras, como la de dejar su trabajo para apostar por el negocio en El Caleño: «Dejamos dos puestos fijos y nos vinimos aquí en 1987; primero como alquiler y unos años después, en el 98, lo compramos», introduce el hostelero los inicios en el chiringuito que ahora deja, aunque hace unos años también lo puso en venta y estuvo ocho meses cerrado: «Me enfadé, pero al final se me pasó y volví a abrirlo», aclara.
Cuando su mente recuerda aquel mes de octubre en el que llegaron por primera vez, automáticamente lo reconoce entre risas: «¡Yo no sabía ni distinguir lo que era un pescado fresco! Entonces lo que hice fue levantarme todos los días a las cuatro de la madrugada, irme con los pescaderos y pegarme a mis amigos del colegio de El Palo para ver y aprender. Les decía: '¿Qué es eso de ahí?' Y me contestaban: '¿No lo ves? ¡Son boquerones vivos! Mira, qué 'pechá' de reír...», comenta como anécdota antes de recordar la otra cara de esos comienzos. «Aquí no entraban ni las moscas... Tenía empleados que cuando acababa el verano les tenía que decir adiós porque era imposible de llevar, pero con mucho trabajo le dimos una vuelta a todo y conseguimos que la gente viniera», asegura. «Sin embargo, ahora mantengo la misma plantilla en verano y en invierno», compara Chico. Contando con él y su mujer, son un total de diez las personas que cada día se encargan del servicio en El Caleño, algunos incluso criados allí: «Juanjo lleva unos 15 años con nosotros, nada más que ha trabajado aquí».
Ya a las once de la mañana, hora en la que el personal de El Caleño va llegando al local para arrancar su jornada laboral, aparece con mucho arte Marco Antonio Padilla, también vecino de la zona y «el que más pescado vende del mundo», según le piropea Chico. «No me gusta alabarlo cuando está delante, pero es el mejor jefe que he tenido. Se le va a echar de menos...», confiesa Padilla tras desvelar alguno de sus trucos con los clientes. De ellos habla también Rafael Alcaide con mucho cariño: «Tenemos una gran clientela fija con la que hay mucha amistad. De los momentos más bonitos que te da esto es cuando antes de irse, se despiden y te agradecen el trato. Eso es un momento muy feliz».
Por allí corretea su nieto Javi 'El travieso', como así le llama él con mucho cariño. Un regalo que le ha dado su hija y del que ahora van a disfrutar como nunca. Y también varias llamadas ponen el toque a la banda sonora de la mañana de Chico, atendiendo a proveedores y posibles reservas. Tiene pescadores que han sido fieles a él en todos estos años y muchos amigos en otros negocios de la zona como en Miguelito 'El cariñoso' o Andrés Maricuchi. Esa es la relación que busca que tenga el próximo propietario, que será Fabio Donofrio. «Puse un cartel diciendo que me jubilaba y lo traspasaba y en 24 horas ya lo tenía todo cerrado. Ahora lleva unas semanas viniendo conmigo a hacer la compra, él no quiere cambiar de proveedores, va a seguir con los mismos y con gran parte de la plantilla. También le he presentado a muchos de los clientes».
El que será el futuro dueño de El Caleño a partir del 4 de octubre, Fabio Donofrio, se muestra más que ilusionado. «Yo vivo en Miraflores del Palo y en cuanto vi el cartel me puse en contacto con Chico. Tenía muchas ganas de invertir aquí, está en el paraíso, esto era con lo que yo soñaba», asegura el argentino. «No quiero que se pierda la esencia, eso es lo que lo hace especial», añade Fabio Donofrio.
Será este sábado cuando Rafael Alcaide y Loli Ramírez hagan su último servicio en este trabajo que les ha acompañado toda la vida. Y ella no puede contener la emoción cuando lo recuerda. «Ya es la hora», puntualiza desde la entrada de la que ha sido su casa desde octubre de 1987. Este septiembre de 2022, estos dos currantes se cuelgan el cartel de vacaciones sin fecha de caducidad. A disfrutar de El Caleño, pero viéndolo desde el otro lado de la mesa.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Favoritos de los suscriptores
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.