La Casa Natal atrapa el deseo de Picasso

Y pese a lo consabido del asunto y a la aparente modestia de la materia prima, la Casa Natal firma en ‘El deseo atrapado’ un proyecto bien armado, sugerente y sólido, didáctico y entretenido, a partir de una selección de 45 grabados incluidos en sus fondos propios, que superan las 800 obras de Picasso. Un conjunto nada desdeñable que permite ofrecer «nuevos relatos» de la obra del artista a partir de «afinidades» entre las piezas de la colección municipal, como ayer argumentaba el comisario de la muestra, Mario Virgilio Montañez, también jefe de promoción cultural de la agencia que gestiona la Casa Natal y las filiales del Centre Pompidou y del Museo Estatal de Arte Ruso de San Petersburgo.

Con estas bazas se presenta ‘El deseo atrapado’, exposición bautizada a partir ‘El deseo atrapado por la cola’, título de la obra de teatro de Picasso escribió en el París de 1944 ocupado por los nazis y en la que la sensualidad convive con la miseria en medio de una trama de corte surrealista. De ahí parte la nueva muestra de la Casa Natal para trazar un interesante recorrido por casi toda la trayectoria del genio a través de piezas que cobren siete décadas de creación (1905-1974).

Y más allá de lo cronológico, ‘El deseo atrapado’ brinda hasta el 27 de mayo una nueva oportunidad de asomarse a la versatilidad estilística de Picasso. Porque aquí están las escenas de corte neoclásico junto a la melancolía entre sus periodos azul y rosa, aquí el cubismo ortodoxo de la primera década del siglo XX convive con la figuración de los años 40 y 50. Aquí se destila, al cabo, la esencia picassiana a través de su faceta como grabador de obra sobre papel.

Además, la nueva exposición de la Casa Natal muestra esta variedad estilística en cada uno de los apartados en los que se divide ‘El deseo atrapado’. El «esplendor geométrico del cubismo» marca la pauta en dos aguafuertes para sendos libros de Max Jacob ilustrados por Picasso: ‘Sain Matorel’ (1911) y ‘Le Siège de Jérusalem’ (1914).

La relación entre el artista y su obra, primero, y entre el artista y la modelo, después, aparece en los siguientes apartados. El trazo fino y clasicista de ‘Pintor ante un cuadro’ (1917) comparte pared con el aire caricaturesco de ‘Pareja de amantes observando un cuadro’ (1966) y el cubismo esquemático de ‘El pintor y su modelo’ (1930).

A continuación la muestra plantea el doble juego de la mujer observada y la mujer observadora. En el primer apartado surge la herencia de la época azul de Picasso ‘Salomé’ (1905) para dar paso de nuevo a la influencia de los mitos clásicos en ‘Céfalo mata por error a su esposa Procris’ (1930). Y en cuanto a los personajes femeninos como sujetos más activos, ahí destaca la sensualidad de ‘El caballero’ (1921).

El trazo firme y delicado de ‘Desnudo con collar’ (1944) destaca en el apartado en torno a ese asunto antes de que el visitante se pierda en el escorzo de ‘Abrazo’ (1949) de reminiscencias más surrealistas. Aunque, quien quiera asomarse a la versatilidad del genio en un golpe de mirada, tiene la opción de detenerse un buen rato ante la serie ‘Las dos mujeres desnudas’, realizada entre el 10 de noviembre de 1945 y el 12 de febrero de 1946. Ocho grabados, el primero de ellos inéditos hasta la fecha, que ofrecen el viaje de esa pareja femenina desde la bruma difusa hasta el cubismo radical y festivo. Una fiesta para la mirada.

«El establecimiento de relatos a partir de nuestros fondos no es sólo una necesidad, sino también una obligación», reivindicaba ayer José María Luna, director de la agencia municipal que gestiona la Casa Natal de Picasso, así como las delegaciones del Pompidou y del Museo de San Petersburgo.

Y de esa necesidad hace virtud la Casa Natal en su nueva propuesta.