El Contenedor Cultural acoge a los rostros de tinta de Pedro Molina
La exposición 'Perversiones de la simetría' permanecerá en el Espacio Cero hasta el 30 de junio, cerrando el ciclo de actividades de la sala hasta el próximo año académico
ANA JIMÉNEZ
Martes, 17 de mayo 2022, 00:01
Ocho minutos es el tiempo que tarda en plasmarse un segundo de vida para el artista malagueño Pedro Molina. En ese tiempo, el negro de ... la tinta se oscurece cada vez más hasta convertirse en arte, inspiración o un borrador. Entre las hojas que han pasado del blanco a la expresión humana y artística, 52 han sido las seleccionadas por Pedro Molina, con ayuda de su hermana y comisaria de la exhibición Margot Molina, para crear la exposición 'Perversiones de la simetría' que permanecerá en el Espacio Cero del Contenedor Cultural de la Universidad de Málaga hasta el 30 de junio, cerrando el ciclo de actividades de la sala hasta el próximo año académico.
La tarde del viernes 12 de mayo llenó de personas de todas las edades la sala de exposiciones, donde las creaciones más nuevas del artista se mezclan con ocho obras más antiguas, un rincón para no olvidar donde comenzó el camino: «'Perversiones de la simetría' es un conjunto de obras que he ido creando desde 2020 hasta 2022. Algunas son tan recientes que prácticamente las terminé a principios de esta semana», confiesa ente risas.
Los títulos de cada cuadro generan pequeñas sonrisas en los asistentes, que se hacen cada vez más cómplices de los modelos que se esconden tras largas pestañas, gruesos labios o descarados perfiles: «Los títulos son muy necesarios, aportan vida, historia y personalidad a los cuadros», comenta la comisaria señalando concretamente la tinta que lleva por nombre 'Rímel' y que luce a su lado una réplica en forma de gran escultura plana que observa de forma coqueta la inauguración, que versa en un cara a cara constante entre los visitantes de la exhibición y los rostros en blanco y negro generando un ambiente de contemplación mutua entre arte y personas.
Artista y obra
La simetría es el trazo inicial de Pedro Molina, que desde pequeño cogió el lápiz para expresarse dibujando: «Al principio copiaba lo que veía, simplemente. En el instituto no paraba de dibujar en todos los cuadernos, a todas horas, y ya no copiaba, sino que comenzaba a imaginar», explica Pedro Molina. Entre tantas ilustraciones, los años fueron pasando, y su amor por el lápiz y el papel le llevó a estudiar Arquitectura: «Comencé la carrera en Sevilla, pero hiciese lo que hiciese mis dibujos empezaban a aflorar alrededor de un problema de matemáticas o de un proyecto, y se imponían hasta tal punto que ya después de nueve años en arquitectura decidí dar el salto a Bellas Artes, donde nació mi afición por el dibujo al natural».
La última expresión de esta afición resulta ser la obra que actualmente expone en el Espacio Cero, cuyo proceso creativo es llamativo, fugaz y, en ocasiones, frustrante: «Hay sesiones con modelos muy buenas y que son un triunfo para mí porque consigo sacar tres o cuatro bocetos buenos con los que trabajar. Rompo muchos otros bocetos y a los que le veo potencial les dedico tiempo, aunque a veces también acabo rompiéndolos, pero si están ahí en un principio es porque te dicen algo, aunque a veces tienen un pequeño fallo, una mancha, algo irreversible por el método de trabajo con tinta», declara Pedro Molina.
Pedro Molina: «El arte es un disfrute, es un momento de tranquilidad, inspiración y desarrollo»
En su caso concreto, el estrés pasa a un segundo plano, ya que para él entrar en su estudio Antonio Vázquez es sinónimo de paz y felicidad: «El arte es un disfrute, es un momento de tranquilidad, inspiración y desarrollo. Me dedico al arte, pero no vivo del arte únicamente, es muy complicado hacerlo y cuando algo se convierte en tu trabajo no lo disfrutas igual. Actualmente, mi trabajo en la publicidad es lo que me reporta mi sustento económico principalmente. Son trabajos cortos y muy intensos, pero bien pagados para cubrir mis necesidades y dejarme espacio para crear y producir mis obras».
Sus modelos son sus musas terrenales, que quedan plasmados de por vida en obras recortadas as y cuadradas que se muestran al mundo en distintas poses y cuando llega la inspiración uno de los mantras del artista, dice, es: «No mirar a otros artistas, porque me intoxico de alguna manera, me contamina por así decirlo». Una de las claves de su actual exposición es, precisamente, la originalidad y la trasgresión de lo lógico, un completo engaño a la vista que recuerda vagamente al cubismo de Picasso: «Siempre me ha interesado el principio de todo, y lo simétrico es el comienzo de cualquier cosa, de cualquier expresión artística. De ahí precisamente el nombre de esta exposición».
A los jóvenes que quieren dedicarse al arte y que pasen por su exposición en la universidad, les dedica unas palabras que oscilan entre el apoyo y la una cruda realidad: «Si antes era difícil ahora lo es más aún. En este mundo global tiras una piedra y salen muchos artistas y los tienes al lado. Todos son muy buenos y tienen mucho nivel. Por eso los animo a que desarrollen su faceta artística, pero que busquen un sustento más».
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