Doñana y la inoportunidad
Mirada periférica ·
Juanma Moreno ha decidido asumir la lucha contra el cambio climático con el mismo brío con el que cogió la bandera andalucistaSeguramente, el presidente de la Junta, Juanma Moreno, tendría que haber valorado el factor de la política internacional antes de lanzar la candidatura andaluza para ... acoger la edición 2025 de la Cumbre del Clima. Más allá de que la norma de la alternancia regional que esgrime el Gobierno de Pedro Sánchez para no dar curso a la petición andaluza no ha sido respetada hasta ahora, lo que sí impera es la lógica propia de la oportunidad diplomática.
Tener a un negacionista del cambio climático al frente del gobierno de Brasil, el país en cuyo territorio se encuentra la mayor reserva forestal del planeta, era para el conjunto de la humanidad un drama que felizmente ha terminado. Por eso, inmediatamente después de las recientes elecciones en el país sudamericano y mientras los partidarios de Bolsonaro ocupaban las calles y cortaban carreteras pidiendo una intervención militar, los principales líderes mundiales -desde Washington hasta Pekín, desde Bruselas hasta París o Londres- no sólo se alegraron de la victoria de Lula, sino que se apresuraron a reconocerla antes de que el presidente derrotado intentara promover alguna maniobra al estilo Trump.
Como símbolo de este feliz cambio de rumbo -más allá de fanáticos o desinformados que describen a Lula como un peligroso ultraizquierdista- Brasil ha pedido organizar en 2025 la COP30. La lógica invita a pensar que la ONU se la concederá con entusiasmo.
Andalucía también tiene motivos de sobra para aspirar a acoger la cumbre porque los efectos del cambio climático en esta comunidad empiezan a ser más que evidentes -a pesar de que el negacionismo bolsonarista también tiene presencia por aquí- y por ello ha hecho bien Moreno en reclamar que si no es posible en 2025, que sea al año siguiente o al otro. El Gobierno de Pedro Sánchez debería anunciar cuanto antes que atenderá la petición y la llevará a los organismos internacionales.
El presidente andaluz fue preguntado este viernes en El Cairo sobre qué ciudad andaluza sería la más adecuada para acoger este cumbre si finalmente se consigue y después de nombrar a Málaga y Sevilla por sus infraestructuras aeroportuarias mencionó también a Granada y a Huelva, a esta última no sólo por estar a una hora del aeropuerto sevillano sino también por su cercanía al Parque Nacional de Doñana, la joya ecológica amenazada por el avance de la desertificación. Posiblemente, el mayor ejemplo en Europa de que el cambio climático es una realidad palpable y no un teoría.
Moreno ha enarbolado la bandera ecologista con el mismo ímpetu que cogió la del andalucismo -hasta su llegada patrimonializadas en exclusiva por la izquierda- hasta el punto de convertirlas en referencias principales de su discurso político. Parece tan decidido a marcar su mandato con esas dos referencias como a, en clave interna, separarse del discurso de Ayuso y liderar el alma de su partido más alejada de Vox.
Por ese motivo es muy poco probable, por no decir imposible, que su partido se pueda plantear volver a llevar al Parlamento la polémica ley de reordenación de los regadíos de Doñana. Seguramente optará por resistir frente a Vox, que ya ha decidido presentarla en solitario, y a los regantes, cuya portavocía ha asumido el exparlamentario de Ciudadanos Julio Díaz, uno de los pocos exdirigentes naranjas que no ha buscado amparo bajo las filas del PP y que esta semana ha vuelto a lanzar mensajes de presión sobre el Gobierno andaluz.
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