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M. EUGENIA MERELO
Domingo, 31 de mayo 2009, 19:38
CASI dieciocho años de existencia. Casi dos generaciones de debate. En todo este tiempo, se ha consolidado como una nueva forma de diversión de los jóvenes, unos jóvenes que discrepan de la forma de ocio de los adultos, de sus puntos de vista y de sus normas. Una opción lúdica para los fines de semana, creada por ellos mismos, con sus ceremonias y sus reglas. Y en el epicentro, un protagonista: el consumo de alcohol.
El botellón le quitó el sueño a los vecinos del Centro de Málaga durante quince años. Los ruidos, la basura, la peleas y los malos olores se colaron en sus pesadillas desde una movida que llegó a congregar a más de cinco mil jóvenes en la plaza de La Merced. La lucha de unos ciudadanos que enarbolaban la bandera de su derecho al descanso fue larga. La respuesta del Ayuntamiento nunca fue contundente.
La Ley Antibotellón de la Junta de Andalucía les devolvió por fin el reposo. La norma establece la prohibición de beber en la calle -fija multas de 300 euros- con el fin de erradicar las alteraciones para la convivencia ciudadana que supone el fenómeno. Además, otorga a los ayuntamientos la potestad de designar lugares en los que se permite la concentración de los jóvenes para hacer botellón.
El Ayuntamiento de Málaga puso en el paseo de los Curas el cartel de botellódromo oficial para cumplir la ley y dar respuesta, en parte, al clamor de los residentes del Centro. Ahora, las obras del Puerto obligan a trasladarlo de nuevo. El Consistorio deshoja desde hace meses la margarita mientras se decide a darle un cerrojazo definitivo al macro encuentro o a buscarle un nuevo emplazamiento.
Hablar de botellón es hablar de un largo desencuentro en la convivencia en el espacio público. María José Soria, presidenta de la Asociación de Vecinos del Centro, Juan Rambla, empresario y delegado de bares musicales de la Asociación de Empresarios de Hostelería (AEHMA); y Mariano Ruiz, estudiante y presidente de la plataforma universitaria Estudiantes Críticos, ponen sobre la mesa de debate de SUR sus puntos de vista y sus argumentos.
BOTELLÓN, ¿SI O NO?
Una forma de encuentro
Aburridos en sus barrios
Un punto donde relacionarse y comunicarse. Eso encuentran los jóvenes en su botellón de fin de semana. Mariano Ruiz asegura que el botellón «es una clara evidencia de que estamos aburridos en nuestros barrios. No hay ningún tipo de oferta cultural, deportiva o de ocio. Estamos cansados de que nuestra oferta lúdica sea encerrarnos en los centros comerciales». Admite que el alcohol es un elemento desinhibidor, pero defiende que «no nos reunimos para beber simplemente». Y recuerda también que «hemos sido educados en una cultura en la que es habitual reunirse para celebrar eventos en torno al alcohol». Pero defiende que, esta movida, en la que los protagonistas son los universitarios, «es una forma de encontrarnos y conocer gente, algo que no podemos hacer en los bares, en donde la comunicación está reducida a cero».
Los vecinos aceptan el botellón, «porque es una realidad que no podemos ignorar, aunque es difícil que una sociedad asuma que hay que darle un espacio a los jóvenes para que beban». Pero lo tienen claro. «No se puede realizar en zonas habitadas», expone María José Soria. «Al botellón -reivindica- hay que buscarle un sitio, hay que consensuarlo y debemos de estar todos de acuerdo».
En el lado opuesto, Juan Rambla defiende que no tiene sentido. «No debería haber surgido y surgió por dejación. No se le dio importancia a lo que estaba pasando hasta que nos encontramos con el problema de que teníamos un macrobotellón en la plaza de La Merced». Rambla no entiende que se empeñen en defender un fenómeno «en el que está bien visto que los jóvenes tengan que beber para pasárselo bien». El delegado de AEHMA recuerda que el botellón se ha cerrado en ciudades como Almería, Madrid o Valencia, y «no ha pasado nada». «Me parece preocupante -añade- que esta sociedad no quiera ver que tenemos un problema cuando los jóvenes se toman en una noche diez o doce copas».
LOS VECINOS
El derecho al descanso
Falta de voluntad política
Los vecinos tienen unos derechos recogidos en la Constitución y el Ayuntamiento tiene que velar por su cumplimiento. La representante de los residentes del Centro los reivindica. «Tenemos derecho al descanso, a la intimidad, a la inviolabilidad del domicilio. Y un domicilio no se viola sólo cuando entra una persona en tu casa, se viola cuando entra el ruido y el mal olor, y tú no puedes dormir». Y es que el botellódromo oficial no les ha devuelto a los vecinos el descanso pleno. «Hay un repunte de ruido, peleas y suciedad en el Centro Histórico a causa de la movida. Son los jóvenes que, cuando se cierra el paseo de los Curas, se van cerca de los bares a seguir de marcha». Y, denuncia, «el ruido, las peleas y la suciedad persisten en calle Beatas, Ramón Franquelo o plaza de Mitjana». «Las órdenes deben cumplirse y no se cumplen. Y están recogidas en la propia normativa del Ayuntamiento: poner multas a los que beben en la calle, hacen ruido o sus necesidades en los portales».
Ruiz entiende las quejas de los vecinos. «Tengo ahora una obra encima de sin casa, ¡y eso no hay quien lo aguante! Entiendo que los jóvenes causamos a veces problemas. Pero estamos abandonados. Para el Ayuntamiento, que no se moja y escurre el bulto, no pintamos nada».
Los vecinos tienen derecho al descanso y hay que respetarlo. Juan Rambla pone de ejemplo los bares. «Los bares con música tienen que cumplir un buen número de requisitos en la insonorización, ventilación, salidas de humo a distancias mínimas con respecto a las viviendas cercanas, etcétera. Otra cosa es que se permita que bares sin licencia pongan música sin condiciones. Es como beber en la calle, la norma está, pero no se cumple. Es una cuestión de voluntad. Tener ganas de controlarlo. ¿Para qué legislamos si luego no se cumple nada?».
LOS PRECIOS DE LAS COPAS
¿Inciden en el botellón?
Una causa en el origen
El representante de los universitarios no es crítico con el precio de las copas. «Puede que el precio de las copas estuviese en el origen del botellón, pero ahora no pesa tanto. El botellón es para nosotros una forma de decir que estamos aquí, es la representación de que reclamamos pintar algo en la ciudad. Y es un espacio que hemos creado para la reunión, para poder desarrollar el sentimiento de comunicación, de comunidad, para conocer gente. Y eso no pasa en los bares».
Rambla admite que en el botellón siempre se va a beber más barato que en un bar, por la razón obvia de que los jóvenes beben en la calle a precio de coste. Pero asegura que las copas en Málaga, comparadas con otras provincias, están baratas. «Además, los bares del Centro tienen muchas ofertas: la hora feliz o copas a mitad de precio a primera hora».
BOTELLÓN 0,0
La propuesta el alcalde
Una iniciativa sin sentido
La representante de los vecinos del Centro califica de «ilógica» la iniciativa del alcalde de permitir sólo un botellón sin alcohol. «O el alcalde no tiene los pies en la tierra o no tiene ganas de solucionar esto. ¿Un botellón sin alcohol? ¿Por qué no hacer un botellón con todos callados?», ironiza Soria.
A Mariano Ruiz la propuesta le suena «fuera de lugar». «Me parece que en el fondo -sospecha- lo que quiere el Ayuntamiento es quitarlo de en medio. Ahora sacamos la encuestita, esa en la que se han gastado cinco mil euros, a ver qué piensan los jóvenes, luego, un botellón 0,0. Y después digo que lo quitamos. Estamos en campaña electoral y esperamos que, después del 7 de junio, no se le dé carpetazo, y se diga, hasta aquí hemos llegado y se cierre el botellón. Los jóvenes no somos tontos y tendremos que utilizar las armas que tenemos en nuestro poder».
Para el delegado de AEHMA no tiene sentido entrar en un botellón 'sin'. «Crear un botellón 0,0 es un absurdo, porque el objetivo del botellón es beber alcohol. Nadie va a ir a un botellón sin copas».
¿DÓNDE UBICARLO?
Cambio de domicilio
Un lugar específico para los jóvenes
El Ayuntamiento tiene que trasladar el botellón o o echarle el cierre. Los jóvenes reclaman un lugar para su ocio. Y Mariano Ruiz pone como ejemplo el nuevo botellódromo de Granada. «Han habilitado un lugar con mesas, bancos, pérgolas para refugiarse del frío y de la lluvia, escenario y pistas de skates. Una solución así sería perfecta». Pero añade que «recientemente se ha aprobado el PGOU y el Ayuntamiento ha perdido una oportunidad de oro. Si ahí hubiese reservado un lugar para el botellón no tendríamos este problema». Ruiz no considera traumático salir del Centro, «siempre que el lugar sea adecuado».
Los vecinos reclaman que esté lejos de las viviendas. «Los jóvenes deben tener un lugar que reconozcan como suyo, con actividades culturales y deportivas, y espacio libre. Donde puedan hablar y beber, porque lo que realmente une a estos jóvenes no es el acto de verse, sino verse alrededor de una copa», apunta María José Soria.
Juan Rambla defiende que, si el botellón tiene que sobrevivir, lo haga cerca del Centro. Porque ahí están las infraestructuras de transporte y de ocio. «La distancia fomentará un mayor uso del vehículo propio. Coches y alcohol pueden generar un problema más grave que el que tenemos ahora».
ALTERNATIVAS
Otras formas de ocio
Una responsabilidad del Ayuntamiento
Los jóvenes se aferran al botellón, aunque quieren que tenga otros ingredientes más allá del beber, como actividades culturales o deportivas. «Ahora sólo está el programa 'Alterna la noche', con plazas muy limitadas, listas de espera y, además, sólo funciona dos meses», apunta Ruiz. «El problema está en que el Ayuntamiento no se moja».
Para el delegado de AEHMA, las alternativas las tienen que elegir los propios jóvenes. «Pero creo -añade- que el millón y medio de euros que le cuesta al año el botellón al Ayuntamiento de Málaga da para muchas alternativas a lo que tenemos».
Para María José Soria es una cuestión que corresponde al Ayuntamiento, «que hasta ahora ha mirado para otro lado. Ha lanzado la pelota de que los vecinos están en contra de la juventud o que, en el Centro, o no hay botellón. No hay que enfrentar a los colectivos. Hay que cumplir las normas».
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