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Automovilismo

Un cinco pelado en el regreso de Fernando Alonso a Renault

El asturiano ha vivido una temporada de espinas que sólo anunciaba calamidades

J. C. CARABIAS

Lunes, 10 de noviembre 2008, 02:45

Sabido es que Fernando Alonso siente aversión a las ataduras, a toda carga que suponga un plus para su ejercicio profesional. Acepta los compromisos laborales ... como una parte más de su agenda, pero en la Fórmula 1 no se mueve por emociones ni sensaciones ni premoniciones. Es una hoja de cálculo, una versión del Excel que cronometra, computa, evalúa y decide. Su temporada 2008, sin embargo, es el resultado de un sentimiento: el cambio de McLaren a Renault. Hace ya semanas Flavio Briatore deslizó un mensaje sibilino. Vino a decir que el explosivo rendimiento de Hamilton en su debut había beneficiado a la parrilla. Que habría sido un monopolio de McLaren en competencia con Ferrari si Alonso y Hamilton hubieran continuado bajo el manto de Ron Dennis. Y, sobre todo, que a Renault le había venido de perlas que Hamilton se subiese a las barbas del bicampeón, que discutiese su hegemonía rodando en tiempos similares a los de español. Que la velocidad de Hamilton había devuelto a Alonso a su escudería nodriza. Pero el asturiano rechaza de plano que McLaren haya modificado su carrera. Es visceral en determinados planteamientos. Y uno es ese. «Allí no podíamos seguir», ha repetido en privado este año. El retorno a Renault ha desembocado en una temporada de espinas, muy alejada del exigente perfil de Alonso. «Me doy un aprobado raspado», señaló en Brasil, con dos victorias en un año que sólo anunciaba calamidades. «La temporada comenzó en Australia y allí no estábamos preparados». Porque tras tantos años en la cúspide, estamos ante una persona que simboliza valores en desuso: es muy trabajador, concienzudo, sacrificado hasta la exageración y enemigo de los vagos. No ofrece vías para el 'glamour'. Prefiere la luz del día al enigma de la noche. No va a fiestas. Escoge una pizzería artesanal con buena materia prima que el restaurante último grito, donde se exige ver y ser visto. No da juego a las revistas ni al mundo rosa porque eligió su privacidad. «Es un soso», dicen sus detractores. «Soy normal», se encoge de hombros. «Y cuando eres normal aquí, te tachan de raro». Comienzos en Minardi Vuelta a Renault. Tu equipo, se le dice sin mayor pretensión. No, rechaza el ovetense, siempre con vistas al pasado. Alonso es él y sus circunstancias. Esta temporada, más que nunca, ha recordado a todo el mundo sus inicios en Minardi, los nudillos que se dejó cuando era un alevín en busca de patrocinadores, los fines de semana en carretera desde Oviedo hasta Italia, aquellas décadas en que la Fórmula 1 era un deporte clandestino en España. «Eso sí era duro», rememora. Alonso siente desconfianza por las limitaciones de presupuesto de Renault respecto a McLaren y Ferrari. Duda que pueda competir en igualdad de condiciones cuando casi todos los equipos disponen de tres túneles del viento, y Renault, sólo de uno. La marca francesa experimenta con un tercio menos de piezas que sus adversarios. Y reza para que al elegir, no haya equivocaciones. «No vengas por aquí, Stéfano que se lía», suele bromear el piloto cada vez que Domenicalli, el hombre fuerte de Ferrari, se aproxima al campamento de Renault. Es su destino natural, el mejor piloto con el mejor coche. Alonso está loco por esa música, pero de momento el cielo tiene que esperar.

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