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CITA EN EL SUR

Un chico de Bubión

AURORA LUQUE

Martes, 28 de agosto 2007, 03:35

PUES qué quieren que les diga. La noticia de la nueva vida rebelde de aquel chaval granadino al que se consideró reencarnación de un lama muerto me provoca una sonrisa. Y en esa sonrisa va una parte de ternura aprobatoria para el muchacho y una parte de sarcasmo despiadado para los que quisieron imponerle un futuro prefabricado sin consultarle, sin tener en cuenta sus inclinaciones y capacidades. A Osel Hita, natural de Bubión, que tiene ahora 22 años, se le tuvo por «elegido» desde los catorce meses y se le ha educado en Filosofía Budista, Metafísica y Dialéctica en un monasterio al sur de la India, una formación acorde con su venidero papel de líder del budismo tibetano en occidente. Pero con ocho años, Osel (su nombre significa Luz clara) envió un mensaje a su madre (María) y a su padre (Francisco): le dolía la soledad y echaba de menos las motos, la música, la vida normal. Debía estudiar dieciséis horas diarias seis días a la semana: le robaron la infancia. A los 18 años pospuso sus estudios y viajó por Italia, Suiza y Estados Unidos. Ahora se forma como director de cine en Canadá.

Es una hermosa noticia que habla del insobornable instinto de libertad del ser humano, y es saludable que se difunda, porque nos hará ver el grado de irracionalidad y pamplina que pueden alimentar las religiones -todas- en sus aledaños.

El budismo despierta simpatías, en parte por la situación de opresión del Tibet bajo China. Lleva un tiempo de moda en occidente: muchos se hicieron budistas «como Richard Gere». Las alturas de Sierra Nevada les parecieron a algunos un sucedáneo de los Himalayas y los budistas empezaron a mezclarse con los cortijeros y la ignorancia con el exotismo y el misticismo con el turismo interesado. Hay una estupa budista, blanca y dorada, en lo alto de la Sierra. Seguramente habrá quien viva honestamente sus creencias, pero también hay mucho discurso seudomístico, seudoecológico y seudoedénico. Las gentes del lugar desconfían visceralmente de lo que llaman «el jiperío». Entre los neohippies y los ascetas vocacionales se meten muchos desinformados, muchos perezosos mentales y muchos otros de esos que Sabina, con gracia inimitable, llama «repatriados de Ibiza/que dejaron de ser hippies/pero no de ser paliza». El deseo legítimo de vida simple, silenciosa y austera, de contemplación y recogimiento que quieren llevar algunos de los que eligen las laderas de Sierra Nevada se confunde con el de otras tribus paralelas de mendigos espirituales fácilmente impresionables por discursos sobre reencarnaciones y rituales solo vistos en películas o en libros divulgativos de nivel ínfimo.

Por eso nos alegra que este joven alpujarreño se aparte de la senda que le trazaron otros. Su deserción del monasterio demuestra que lo más hermoso que alberga el ser humano es la libertad para elegir el destino propio. El hábito no hizo al monje. Bravo, Luz Clara. Que disfrutes de tu libertad. Iré a ver tus películas, muchacho.

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