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LA COLUMNA

UPyD, POR TEODORO LEÓN GROSS

TEODORO LEÓN GROSS

Lunes, 21 de enero 2008, 02:52

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LA paradoja de los partidos pequeños amenaza la aventura de Savater y Rosa Díez. La convicción generalizada es que hay espacio para ellos en el espectro político y además hay motivos para votarles: el descontento con el PSOE y el PP tras una legislatura llena de ira, con el deterioro del clima social por esa confrontación cínica y unas estrategias radicalizadas para centrifugar al rival aun renunciando al centro, las deslealtades en la cuestión terrorista y la realimentación del nacionalismo en la cuestión territorial -periférico en la izquierda y centralista en la derecha- y entretanto UPyD ha cuidado un discurso regeneracionista y ha configurado candidaturas razonables (en Málaga, el rostro es Hernández Les, un médico ilustrado del socialismo preZP, y el profesor Martínez Coll se desplaza a Almería para asumir la batalla de Arenas) alejadas de la retórica de la 'corrección política' del PSOE y los maximalismos moralizantes del PP, sin asperezas sectarias como se deduce de la primera frase de su manifiesto: «partimos de un hecho revolucionario: los ciudadanos no nacen siendo de izquierdas o de derechas». Y sin embargo se repite una vez más la paradoja de los partidos pequeños: hay motivos para darles el voto pero no por eso se les da el voto.

Segunda paradoja: dicen cosas sensatas, luego no son noticia. Esta paradoja desalentadora delata una patología del periodismo: los medios censuran los discursos políticos que se alejan de la normalidad, pero sólo premian con grandes titulares aquellos discursos que se alejan de la normalidad. El relieve tipográfico es para las frases más cafres, falsas, provocadoras e irracionales. Los discursos sensatos y coherentes son castigados con letra pequeña.

Coda: el prestigio no puntúa en política. A UPyD se le reconoce la inteligencia y la decencia programática de Fernando Savater; la vocación ilustrada en candidaturas como la de Álvaro Pombo, el discurso de la regeneración racionalista con avales como Vargas Llosa o Albert Boadella. Esto se admira; pero lo admirable no da votos.

La campaña es, así, un desafío a las patologías de la cultura democrática.

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