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HÉCTOR BARBOTTA
Domingo, 11 de mayo 2014, 04:37
HAY que ver lo que ayuda el sol. Hace apenas dos meses teníamos a la oposición municipal exigiendo explicaciones a la alcaldesa de Marbella por el aumento del desempleo en la ciudad y al Partido Popular reprochando a la presidenta de la Junta de Andalucía por la subida del paro en la comunidad autónoma. Pero ha bastado que se conocieran las estadísticas del empleo del mes de abril para que quienes ejercen la oposición en ambos sitios se vieran obligados a buscar argumentos en otro lado.
Fue una reacción instantánea, una especie de botepronto político surgido en las redes sociales y trasladado casi inmediatamente a declaraciones y comunicados. A primera hora del martes se conocieron los datos -bajada del paro en 1.068 personas en Marbella, en 7.710 en la provincia de Málaga, en 27.674 en Andalucía y en 111.565 en España- y por supuesto no hubo que esperar mucho para que cada uno se atribuyera su parte del mérito.
Los forofos que habitualmente cruzan insultos en las redes sociales encontraron inmediatamente explicación a estos buenos datos: la buena marcha del Ayuntamiento de Marbella o la política acertada de la Junta de Andalucía o el buen rumbo que el Gobierno ha conseguido darle a la economía, según el caso.
Claro que nada de esto es verdad, y eso es algo que no solo conocen quienes leen esas mentiras, sino también quienes las escriben seguramente más con la expectativa de que los suyos vean con qué entusiasmo se suman a la propaganda de los respectivos argumentarios oficiales que con la absurda esperanza de convencer a algún incauto.
Si el paro ha bajado en abril no ha sido por mérito de Ángeles Muñoz o de Susana Díaz, del mismo modo que la subida de los meses anteriores no fue mayormente demérito de ninguna de ellas.
Cada vez que se conocen las cifras hay quien quiere ver un cambio de tendencia, un punto de inflexión, el inicio de un nuevo ciclo, pero en la provincia de Málaga posiblemente haya llegado el momento de comenzar a mirar sin paliativos una realidad que a veces nos empeñamos en apreciar difuminada con gafas de sol para no deslumbrarnos con una realidad que ya es demasiado clara como para no querer asumirla.
Ya lo dijo la actual vicepresidenta del Gobierno cuando aún estaba en la oposición: celebrar que mejore el empleo en abril es como celebrar que suban las temperaturas en primavera. Sus palabras de entonces tiene validez ahora, aunque esta primavera la haya sorprendido sumándose a la celebración.
Que esta haya sido la tercera provincia con mayor bajada del paro en abril cuando venía de ser una de las de mayor subida los meses anteriores demuestra con números que la dependencia del turismo estacional es mayor aquí que en ningún otro sitio, y por lo tanto es en esta provincia, más que en ningún otro lado, donde debería haber más interés en cambiar el modelo. De una situación como esta no se sale esperando que la fuerza del péndulo rompa su propia inercia.
La Consejería de Turismo presentó esta semana un plan para combatir la estacionalidad. Quizás sea un buen punto de partida, aunque en ese combate ayudaría que se desistiera ya de persistir en un discurso que criminaliza solapadamente al golf o al turismo residencial, y que se apoyaran decididamente los cambios en la legislación tributaria que nos permitan competir en igualdad de condiciones con otros destinos que no tienen complejos a la hora hacer lo posible para atraer fortunas de todos los rincones del mundo.
Cambiar el modelo no es algo que se haga de un día para otro, ni de un verano para otro. Pero es un buen asunto al que dedicar tiempo y energías. Y desde luego resulta más provechoso que señalar culpas o atribuirse méritos según estemos en enero o en abril.
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