La deconstrucción del palo en la rueda
JOSÉ ANTONIO TRUJILLO
Domingo, 10 de noviembre 2013, 02:39
La rueda introdujo velocidad a nuestras vidas. Nos descubrió nuevos destinos que no habíamos soñado y entonces nos dio por pedalear.
Desde que lo relatara San Mateo en la conocida parábola de los talentos, las personas con intención de dejar poso en su vida, no han vuelto a enterrar su talento en la tierra por saber que al que tiene se le dará y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.
En España pasa algo paradójico. Existen una minoría de personas valientes y comprometidas, que sin miedo a perder su honra, hacienda y fama, construyen a diario ruedas. Tienen la capacidad y generosidad de invertir sus talentos para que otros puedan pedalear y llegar a los destinos que antes ni habían intuido. Hacen real lo que existe en sus cabezas, a base de esfuerzo, dedicación y riñones. Como explica el gran Alejandro González-Alorda, ellos saben que solos podrían ir más rápido, pero prefieren el concurso de los demás para poder llegar más lejos.
En este país de tardes de gloria con Perico Delgado e Induraín, hay demasiada gente sin querer pedalear, porque es más fácil y cómodo ir a rueda, y que otro tire. Prefieren observar cómo sudan los que pedalean, e incluso se mofan de sus pájaras. El colmo no es que uno no quiera subir al Tourmalet, sino que se atreva incluso a poner palos en la rueda de los que si tienen las agallas para intentarlo.
Hay tantos palos como personas mediocres y envidiosas en esta tierra de pícaros, que entienden que el triunfo de una persona sólo puede descansar en el fracaso de otros, la falacia de la suma cero. Posiblemente nunca lo entiendan, su egoísmo y vulgaridad les hace disfrutar más con la caída del que lo intenta que con sus pobres triunfos.
Ferrán Adriá, el ronco de los fogones, introdujo en nuestro vocabulario el verbo «deconstruir» para fastidiar nuestra tortilla de patatas y ponerla por las nubes, pero hay que reconocerle su mérito. Con su permiso, quiero invitarles a que comencemos a «deconstruir» la práctica tan extendida del palo en la rueda. La rueda debe correr y el palo perseguir al mediocre que no entiende que el talento debe ser favorecido y no entorpecido.
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