
Paco 'El Bere': «Reírse es lo mejor del mundo»
Todos conocen al Bere. Pasea, con su chaqueta del Málaga CF y su puro indesmayable en la boca, por las playas de su infancia, aquel barrio entre el rebalaje y las huertas de Miraflores, donde el antiguo merendero Casa Pedro
TEODORO LEÓN GROSS
Domingo, 11 de noviembre 2012, 10:14
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EL Palo podría ser la República Independiente de El Palo. Un mundo propio donde la gente aún se saluda por la calle. Y todos ... conocen al Bere. Pasea, con su chaqueta del Málaga CF y su puro indesmayable en la boca, por las playas de su infancia, aquel barrio entre el rebalaje y las huertas de Miraflores, donde el antiguo merendero Casa Pedro -«la gente se sentaba a comer y cuando venía una ola levantaban los pies»- y los veranos de sandías enterradas en la orilla y tenderetes de sábanas viejas y cañas. Bere tiene una pequeña pescadería en Miraflores que se ha convertido en un cenáculo mítico para comer paella donde van políticos, financieros, deportistas, gastrónomos o periodistas; «solo amigos, o los amigos de mis amigos». La única norma es pasarlo bien.
-Reírse es lo mejor del mundo. Un rato con los amigos, con un vino y mucha risa, es lo mejor que se puede esperar de la vida.
Paco nació en 1950, tiempos duros. Su casa junto al cementerio era de madera; su padre la compró en La Malagueta por 250 pesetas, la desarmó y la volvió a armar allí. Treinta o cuarenta metros para el matrimonio y los cinco hijos. «Cuando llovía, calaba, y si venía la riá, nos sacaban a la vía del tren». En el colegio del Padre Ciganda estuvo solo un año; tras unas fiebres maltas no volvió. Tenía nueve, y se quedaba en la playa con los pescadores. Empezó a limpiar género, después los puestos del mercado -«yo juntaba todos los días siete u ocho duros, que ya era un dinerillo»- y aprendió todo. «Compro, vendo, guiso, como pescado y tengo 62 ¡a ver si no!». Siempre le ha gustado salir en un bote de remo o sentarse en los espigones al chambel con los pies dentro del agua. «El mar da vida».
En 1975 monta su pescadería de Villafuerte tras unos años en el Mercado de Salamanca; y se casa. Vive en el piso de arriba. «He llevado una vida ordenada». Solo en una ocasión se embarcó otro negocio, El Copo, por ayudar a un chaval en mala situación; pero, a pesar del éxito, lo dejó rápido porque apenas dormía y una madrugada se estrelló volviendo de pescadería. Sus pasiones son los amigos, el fútbol, el pescado... «Alto, alto, también el jamón de pata negra y las mujeres, lo que pasa es que son dos cosas muy caras». Las comidas con amigos en la pescadería vienen de su pasión futbolera -«un juego precioso en el que se gana y se pierde; aunque los hinchas no aprendan algo tan simple»- cuando tocaba noche culé.
-A mí no me llama nadie extraño para reservarme la mesa. Esta es mi casa y vienen a comer mis amigos, y los amigos de mis amigos.
La pescadería es un pequeño local más allá de una cortina de canutillos de plástico con los colores de la bandera nacional. Tras el mostrador clásico de mármol, al fondo, se encajona una mesa con ocho o diez sillas desparejas. Ese es el comedor del Bere, donde se puede ver entre amigos lo mismo a un consejero de la Junta o un ex alcalde o ex alcaldesa, quizá un magistrado estelar, un genio de la alta cocina, un poeta de columna diaria, el entrenador del Málaga, un director de periódico, un alto ejecutivo de Unicaja. y la modestia del local es parte de su encanto porque en definitiva retrata al Bere, que merodea mientras termina sus paellas gloriosas con el puro en la boca hasta que de pronto irrumpe con un chiste desopilante -su vis cómica recuerda algo a su amigo Chiquito- o revelando los secretos del arroz o los espetos o la fritura de jurelitos.
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-De las cosas hay que saber, o no meterse.
La primera vez en el Bere epata la decoración de ese rincón, llena de símbolos franquistas. Él no encaja en el estereotipo del ultra reaccionario. «A lo mejor yo soy más socialista que muchos que votan socialista pero no lo son». En la intimidad te puede confesar que en las primeras elecciones votó PSOE, y después vino el desengaño de la corrupción y el politiqueo. Conservó esa decoración, que venía con el local, pero no le importa polemizar defendiendo que el franquismo no fue tan fiero. «Que conste que me gusta vivir en un país en libertad». El Bere es un tipo singular, muy auténtico; y tal vez todo esto no es más que una declaración contra la hipocresía de lo políticamente correcto. Genio y figura.
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