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POR ESTER REQUENAFOTOS: PATRICIA MERCHÁN
Sábado, 8 de septiembre 2012, 12:40
Un muestrario de 'post it' dio el pistoletazo de salida para el boom que hoy en día vive Stella Rittwagen. Su cabezonería e intuición sabían bien lo que querían. Su idea era clara: lanzar bolsos en colores flúor, una tendencia que hasta entonces no existía ni en España... ni en el resto del mundo. Para ello se fue con las notitas de escritorio a encargar la piel que a ella le gustaba. Arriesgó porque no era tan sencillo que le salieran los tonos que ella buscaba, pero al final los consiguió y empezó a fabricar sus coloridos bolsos en el modelo satchel (inspirado en las carteras colegiales de los años 50).
Así se escribe el 'érase una vez' de un éxito del que todavía no es consciente. Y eso que no hay amante de la moda que no tenga una de sus creaciones en su armario. A ellas se han rendido Paula Echevarría, Eugenia Silva o Aida Folch, entre otras muchas 'it girls' del momento. «Muchas amigas me escriben para contarme por ejemplo que en la calle Serrano de Madrid se han podido cruzar con más de 20 bolsos míos en apenas cinco minutos», desvela entre risas.
Stella Rittwagen dista mucho de la imagen clásica de diseñadora y empresaria. Lo pasa muy mal delante de los focos, se le suben los colores cuando se le habla de sus logros y no entiende por qué las adolescentes gritan cuando la tienen cerca, como le pasó en el último Open de Tenis de Madrid. Eso sí, su timidez desaparece de golpe en el trato de tú a tú con sus clientes y proveedores. En su nave del polígono El Viso es una más a la que no es difícil ver atendiendo directamente el teléfono. Y si es necesario conduce un camión hasta Madrid con sus bolsos y complementos.
Ya lo hacía antaño. A los 18 años se convirtió en una buscavidas tras terminar COU en Gamarra, donde las monjas pusieron su granito de arena a su nombre artístico. Allí latinizaban el Estela original por 'Stella'. A él le uniría después Rittwagen tomándolo de su abuela materna (su padre es primo hermano del pintor). «Sonaba mejor que López y tenía claro que quería hacer algo a nivel internacional», recuerda la menor de cuatro hermanas que siempre sintió especial predilección por la moda y las últimas tendencias.
Curiosamente, su primer trabajo llegó vendiendo bisutería en La Carihuela. Veinte años después, muchas tiendas en todo el país cuentan con lista de espera para sus creaciones, se ha convertido en número uno de ventas en Italia y exporta a Estados Unidos, Japón, los Emiratos Árabes, Latinoamérica... Incluso sus pulseras y collares se venden en las exclusivas galerías Lafayette de París.
Maniática en exceso, Stella Rittwagen nunca sale a la calle sin un anillo y trata como sagradas las pulseritas y el cascabel que llevaba puestos cuando empezó la aventura de dar vida a su propia marca. Sabía de lo que iba el negocio tras pasar dos décadas buscando tendencias por media Europa y dedicarse a importar y exportar a España los productos más novedosos. «Cogía mi furgoneta y me plantaba en las ferias de muestras; lo mismo en Bélgica, Alemania que en Asturias o Barcelona». Y eso mientras criaba a dos hijos: un chico de ahora 20 años y una niña de 15, una de las más críticas con los diseños de su madre.
Aunque Stella se deja aconsejar poco y siempre le es fiel a su sexto sentido, ese que incluso le lleva a despertarse a las cinco de la mañana para idear su nueva línea. Estos días la presenta en España y Europa tras las buenas críticas que ha cosechado en Estados Unidos, una colección que rompe completamente con sus diseños anteriores. Pero ella ha pasado página. Lleva ya muchos días pensando en sus próximas propuestas, mientras su teléfono no para de sonar recibiendo encargos de medio mundo para sus nuevos cofres y bolsos cubo con aire retro. «Mi éxito es trabajar sin parar, día y noche; todo es fruto del esfuerzo».
Así es difícil desconectar por más que le pirre montar en bicicleta por el paseo marítimo de Torremolinos y darse algún que otro chapuzón en la playa. Lo que no perdona son los partidos del Málaga en La Rosaleda. «Frente al Panathinaikos griego saqué 37 entradas, porque además de mi familia me llevé hasta algunos proveedores a disfrutar del ambientillo y de mi equipo». Y eso que asegura que no le apasiona el fútbol: «A mí lo que me gusta es el Málaga, porque luego soy incapaz de ver un Madrid-Barcelona completo», desvela recordando que era de las que seguía al equipo hasta en Tercera División. Y ahora, como el equipo malagueño, ella también juega en la Champions League... pero de la moda.
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