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Feria

Curro Romero

JACOBO FLORIDO

Lunes, 13 de agosto 2012, 03:37

Hay cosas que no se pueden explicar en la vida, como por ejemplo esa Feria de San Isidro del 67 donde el Faraón de Camas, un 25 de mayo, se negó a matar un toro y por ello fue detenido, además de encerrado en el calabozo. Pero como genio y figura al día siguiente lió el mayor de los espectáculos visto en una plaza de toros y salió por la puerta grande de Las Ventas. Del infierno al Olimpo de los Dioses en tan sólo 48 horas. Eso sólo lo hacen los artistas, porque el toreo es arte y no una profesión. Como dijo aquél un día: «¡Niño más de 30 es un trabajo!» o «No siempre se puede estar inspirado todos los días a las cinco de la tarde».

No sólo por estas anécdotas, o mejor dicho por estos hitos, me declaro currista confeso. He tenido la oportunidad de ver torear unas diez veces a esta leyenda viva del toreo, de las cuales, al menos, siete han sido faenas que siempre quedarán en mi memoria de aficionado.

Lo sé, he sido afortunado por haber estado presente en Antequera, sobre todo cuando el día del famoso rabo, o la noche mágica de Marbella; en Sevilla o aquella alternativa de Pepe Luis Martín el 15 de agosto del 89, siendo yo un niño de 12 años, en la que, junto con otro artista venido de Jerez, liaron al mayor de los revuelos posibles y fue a partir de ahí cuando vi y conocí el arte, no sólo en el toreo si no el arte en sí mismo y en todo su esplendor.

No sólo uno es torero en el ruedo, también lo tiene que ser en la vida, y en este aspecto el maestro de Camas lo ha sido en todos los sentidos e incluso lo fue tanto en sus espantadas en el ruedo como fuera de él, y, como no podía ser de otra manera, fue torero hasta el día de su despedida en La Algaba.

Lo reitero: el toreo es Arte con mayúsculas. Respeto aquellos que consideran una profesión el ser torero, pero cuando veía esas medias con ese capotito recogido o esos trincherazos sientes como un repelús que te acecha de forma súbita. Por tanto, no puedo entender esto como una profesión sin más, sino como lo que es: sentimiento, sensibilidad, belleza, armonía y compás, pues todo esto representa el toreo del Faraón que, como dice la bulería de Camarón de la Isla, 'Curro Romero, Curro Romero eres la esencia de los toreros. De los toreros, de los toreros tu eres la esencia, Curro Romero' ¡Ay Dios mío, como echo de menos un torero así!

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