
Secciones
Servicios
Destacamos
Llega al Salón de los Espejos puntual. Activo como siempre. Pero cuando ve que la entrevista se va a grabar en vídeo pide tiempo para acicalarse un poco. ¿Coqueto? No mucho, dice. Le explicamos que esta entrevista será diferente, que no hablaremos de proyectos ni obras ni inversiones. Queremos conocer a la persona que hay detrás del alcalde que lleva al frente del Ayuntamiento de Málaga 25 años, que ha ganado seis elecciones, cuatro de ellas por mayoría absoluta, y que a sus 82 años no descarta volver a presentarse en 2027. No le gusta hablar directamente de sí mismo y mucho menos expresar sentimientos, pero se emociona al recordar a sus padres. Por un momento detuvimos el trajín de su agenda para adentrarnos en la personalidad de un hombre que ha hecho de su trabajo, de su condición de alcalde, su forma de vida por encima de cualquier otra cosa. Dice encontrarse bien de salud, aunque reconoce que no es lo mismo tener 82 años que 60. No teme a la muerte. Cuando llegue, dice, llegará.
–Intente dejar a un lado su condición de político y alcalde y céntrese en el aspecto más personal, como ciudadano, como esposo, como padre, como abuelo... ¿Quién es Paco de la Torre? Defínase.
–Yo creo que la gente me conoce. Soy malagueño, con vocación política, aunque mis estudios fueron como doctor ingeniero agrónomo y tengo también estudios en Sociología. He dedicado gran parte de mi vida a la política, pero no toda. También he ejercido mi profesión de ingeniero agrónomo y sociólogo. Estoy profundamente enamorado de Málaga, apasionado por su gente, su capacidad y sus valores. Políticamente, me siento cómodo en un espacio de centro, centro-derecha o centro-izquierda. Siempre he tenido vocación de amplitud, de diálogo. Fui educado en la religión católica y estoy convencido de las ventajas de tener una Constitución sólida como la del 78. La defiendo absolutamente.
–¿Cómo recuerda el momento en que fue nombrado alcalde en el año 2000?
–Fue el 4 de mayo de 2000. Celia Villalobos me llamó a su despacho y me dijo que se marchaba a Madrid como ministra, y que pensaba que ese puesto debía ser para mí. Por supuesto, era algo que debía decidir el Grupo Popular, y así se hizo pocos días después. Fue un momento breve pero emotivo. Le deseé lo mejor y ella a mí también.
–¿Emotivo?
–Sí. Siempre ocurre en esos momentos; ambos nos deseamos suerte. Ella daba un paso hacia la política nacional, y yo me quedaba en la política local, que para mí siempre ha sido la más atractiva y exigente.
–¿Y siente gratitud hacia Villalobos por ese gesto?
–Ella contaba que Pedro Arriola fue quien le habló de mí como alguien que podía ayudar a ganar las elecciones y gobernar la ciudad. Yo traté de hacer justamente eso, en 1995, y luego en 1999, ya con mayoría absoluta. Mi forma de corresponder fue trabajar con intensidad y ayudar al gobierno local desde el primer día. En alguna medida, puedo decir que sí siento gratitud. Es una deferencia que ella lo hiciera así, pero yo le compensé ayudando todo lo que pude.
–¿Qué personas han sido fundamentales o le han ayudado para llegar a estos 25 años?
–Mi referencia de gratitud está en todos los equipos municipales con los que he trabajado. Los concejales desde el año 2000, los que se incorporaron después en 2003, 2007, 2011, 2015, 2019 y 2023. También al personal del Ayuntamiento, a los técnicos, a los funcionarios, y al holding municipal. Y, por supuesto, a la sociedad civil malagueña. Entidades como la Fundación Ciedes, con su capacidad de convocar y consensuar objetivos, y otras instituciones y entidades han sido claves en la planificación y avance de la ciudad. En ese sentido, mi gratitud es muy amplia, muy abierta.
–En este tiempo la ciudad ha cambiado mucho, pero también lo ha hecho usted con un modelo de alcalde de 25 horas -como ha dicho alguna vez- y siete días a la semana. Un alcalde multipresente y casi con el don de la ubicuidad. ¿Está satisfecho con el modelo de alcalde que ha construido?
–He intentado volcarme por completo. La política local es muy exigente. No pongo límites en lo que se refiere al tiempo, quizá por ello apenas he tomado vacaciones. Me mueve la responsabilidad, la vocación de servicio. Entiendo que el tiempo que tengo y la capacidad que tengo las debo dedicar a la ciudad; Málaga no es una idea abstracta para mí, son las personas. Intento que todos tengan oportunidades en formación, empleo, vivienda... A veces, cuando tengo tiempo libre, lo dedico a buscar apoyos para proyectos públicos, como fue el caso de la carta que escribí a compañías de seguros para colaborar en el uso de desfibriladores.
–Pero eso de no tomarse apenas vacaciones no es un buen ejemplo, ¿no cree?
–No lo pongo como ejemplo, estoy narrando; no me estoy poniendo ni como ejemplo bueno ni malo.
–Pero usted es un referente.
–Podría poner muchos ejemplos, pero no quiero extenderme.
–¿Qué pesa más en su agenda, la presencia pública o la gestión?
–Dedico mucho tiempo a la gestión, pero también procuro estar presente en actos y eventos importantes. Me interesa escuchar a los vecinos, estar en contacto con los barrios. No lo hago por figurar, sino porque creo que es útil y necesario. Obviamente, no puedo estar en todo, hay incompatibilidades horarias, pero intento estar donde creo que puedo aportar o aprender.
–Hay una broma que dice que usted es el malagueño que va más veces por semana a Parcemasa, a entierros y sepelios, aunque por suerte siempre vuelve.
–No, no me paso en ese sentido, cuando hay alguien que conozco, y más si es alguien del entorno municipal, procuro ir de una manera natural. Muchísimos de los casos cuando he ido no son por mi condición de alcalde, sino porque por mi vida, como malagueño en estas décadas, conozco a mucha gente y siento que se marchen. Es un mix; dedico mucho tiempo a la gestión, pero también a estar en actos de la ciudad. No me gusta figurar, sinceramente.
–Irremediablemente figura.
–Sí, pero si no voy a ellos, no pasa nada. Procuro estar en cosas, a lo mejor pequeñas, aparentemente, donde hay algo interesante que puedo aprender. Pero no tengo tiempo para ir a todo, ni mucho menos.
–¿Ha sentido culpa por el tiempo que ha restado a su pareja, a sus hijos y a sus nietos?
–Culpa no sé, quizá pesar. Es cierto que he dedicado mucho tiempo al trabajo y poco a la vida personal. Pero cuento con la comprensión y generosidad de mi mujer, Rosa Francia, y de mis hijos. Saben cuánto me apasiona Málaga y lo que me mueve. Eso ha sido fundamental. Saben la inquietud que tengo porque Málaga consiga los avances que se han conseguido, y los que quedan por conseguir, y eso me sirve de apoyo para que comprendan ese balance de poco tiempo dedicado a la vida privada y más tiempo dedicado a la acción pública.
–¿Cómo se encuentra física y anímicamente a los 82 años?
–Me siento bien. Sinceramente no es lo mismo tener 82 que 60, pero uno se va adaptando a la vida. Me gustaría hacer más ejercicio, y sé que debo hacerlo, pero la agenda no siempre lo permite. Mantengo una cierta actividad física, pero me gustaría incrementarla levemente, lo suficiente para estar aún más en forma.
–¿Y teme por su salud?
–No. Tengo buena salud, no soy hipocondríaco, y agradezco mucho el cuidado de mi esposa, que se ocupa también de que llevemos una dieta saludable. Y luego esa actividad física que hemos comentado y que es tan importante.
–¿Teme a la muerte?
–No, no. Sé que llegará, como todo en la vida. Todos lo sabemos. Para morirse solo hace falta estar vivo. Tengo la sensación de que no va a ser mañana. No estoy obsesionado con ello.
–¿Es de los que cree que hay que morir con las botas puestas?
–No. Tampoco soy de los que piensan en morir con las botas puestas. Simplemente, sigo haciendo lo que tengo que hacer. Cuando llegue, llegará.
–¿Es católico practicante?
–No tanto como debiera o quisiera, pero suficiente.
–¿Va a misa los domingos?
–Procuro ir a misa. Me reconozco creyente.
–Reconózcame que no le incomoda la leyenda urbana que dice que usted nada y hace deporte todos los días...
–(Ríe). No, eso es una leyenda. Me gustaría, pero no es cierto.
–Su memoria es realmente prodigiosa…
–No tanto. Me gusta la geografía, eso sí, y tengo facilidad para recordar nombres y lugares. Pero más que un reto personal, me interesa como gesto de amabilidad: recordar nombres, saludar correctamente... Es una forma de respeto hacia las personas.
–El asesinato de Martín Carpena, el 15 de julio del 2000, o la muerte de Miguel, aquel niño de seis años, en la cabalgata de 2013, son, sin lugar a dudas, los peores momentos que ha vivido como alcalde. ¿Cómo le han marcado esos dos momentos?
–De una manera muy fuerte, sin duda, el asesinato de Martín Carpena. También la muerte del niño Miguel durante la cabalgata de Reyes de 2013. Y el asesinato de mi cuñado Luis Portero, tres meses después de Carpena. Fueron momentos durísimos. No se olvidan. Son cosas que van quedando en la memoria, pero de alguna manera unifican. Hay mil ocasiones en que se recuerdan.
–Sé que me va a decir que ninguno en especial, pero como contraposición, habrá habido días especialmente felices, ¿no?
–Muchos. Ha habido muchos.
–Haga memoria.
–La inauguración del Museo Picasso, del Muelle Uno, del Parque, del túnel que impulsé bajo la Alcazaba… Ver cómo la ciudad avanza. El regreso del Instituto Oceanográfico a Málaga, por donde recuerdo que mi abuelo me llevaba a pasear. La desaladora del Atabal, que solucionó un problema histórico de agua. Cada uno de esos momentos ha sido especial.
–¿Ha habido algún día que haya llegado a casa y le haya dicho a su mujer: hoy ha sido un día fantástico.
–No me gusta hacer alardes de eso ni siquiera ante mi mujer, lo digo sinceramente, por hermoso que haya sido el día.
–Ha hablado de su abuelo, ¿qué recuerdos tiene de sus padres? ¿Cómo cree que se sentirían sus padres de ver a su hijo cumpliendo los 25 años como alcalde?
–Bueno, es difícil hablar emocionalmente de estos temas –se emociona visiblemente–.
–Eso es humano, alcalde.
–Ya, por eso digo que es difícil. Mi padre fue uno de los promotores de la Universidad de Málaga, en 1968. Vivió de una manera indignado, yo diría, muy indignado, como otros malagueños, que Málaga fuera olvidada en aquel momento, cuando se creó la Universidad Autónoma de Madrid, la Autónoma de Barcelona, la de Bilbao, que tenía Deusto ya creada desde finales del siglo XIX, la Politécnica de Valencia y la Politécnica de Barcelona, también en esas mismas fechas, y que Málaga no estuviera en mención ninguna, la ciudad más grande de Europa sin universidad. Murió en 1971, joven. Su lucha me marcó. Fue a raíz de su fallecimiento que me involucré en la vida pública. Él estaría muy satisfecho y muy emocionado de que se haya hecho lo que se ha hecho con la Universidad de Málaga, dos millones de metros cuadrados, un esfuerzo muy grande y hecho realidad lo que soñaron.
–Y de su madre, ¿qué recuerdo tiene?
–De mi madre tengo un recuerdo maravilloso. Viuda con ocho hijos, supo mantenernos unidos y garantizar nuestra educación. Mis padres nos transmitieron el valor del esfuerzo, la formación y la austeridad: «Máxima capacitación, mínimo de necesidades», decía mi padre.
–¿Se ha sentido traicionado en política?
–No. Al menos, no maltratado por el partido. Yo vengo de la UCD, de una política de centro que buscaba el consenso y cubrir desde el centro-derecha al centro-izquierda. Hoy estoy en el PP, donde también hay sensibilidades de centro-izquierda, entre otras cosas porque en aquel momento el Partido Socialista aún se declaraba marxista. Mi compromiso siempre ha sido el de servir desde la moderación.
–Sabemos que está involucrado en intentar solucionar el problema de la vivienda ¿Le duelen las críticas?
–Cuando vienen desde la buena intención y el desconocimiento, sí. Porque hacemos un esfuerzo muy superior al que nos correspondería como Ayuntamiento. Pero cuando la crítica es política y manipulada, ya no duele tanto. Simplemente, no es justa. Hacemos un esfuerzo más allá de a lo que está obligado un Ayuntamiento, y a eso dedico el máximo tiempo ahora, la mayor parte del tiempo. Pero sí procuro estar muy atento a la crítica que veo razonada desde la verdad.
–¿Se volverá a presentar en 2027?
–Ahora mismo dedico mi energía a los retos actuales. No descarto presentarme, pero aún no lo he decidido. Llegará el momento que tendré que pronunciarme sobre ese tema. Dependerá de cómo me sienta física y emocionalmente. Y, por supuesto, del apoyo del partido y de los malagueños. Pero necesitaría tener más tiempo para hacer ejercicio físico, para sentirme plenamente en forma. Sigo sintiendo el afecto de los malagueños, el reconocimiento que se nota, y sigo sintiendo ilusión por los proyectos. Cada vez que ves un proyecto que Málaga debería haber tenido resuelto, como es el tema del Auditorio o la vivienda, te sientes motivado a resolverlo, a meter el hombro y resolverlo, pero ya llegará el momento, ahora mismo soy incapaz de decir qué va a pasar exactamente, de verdad, sinceramente.
–Siempre dice que su sucesión es cosa del partido, ¿pero no cree que a usted le corresponde la responsabilidad de promoverla y facilitarla?
–No es mi estilo en este tema, sinceramente. Creo que las cosas se ven de una manera natural y corresponde a los partidos determinar qué personas son las que deben formar candidatura en unas elecciones. Lo que está claro es que si yo fuera a estas elecciones, que es un tema que no tengo decidido, yo creo que sí, que sería bueno que quien se pensara que pueda estar después en esa responsabilidad, estuviera en la lista de las elecciones municipales, porque en el caso de que, por razones obvias, me faltaran las fuerzas, tienes que tirar de alguien que está dentro, que es lo que dice la ley.
–Eso es una novedad en su discurso, porque nunca había hecho ese comentario, ¿cuál cree que debería ser el perfil de esa persona que pueda ir en la lista y que se visualice como su sucesor?
–Lo que yo estoy diciendo no quiere decir que ahora mismo en la lista actual no haya gente válida, porque la hay. Siempre lo he dicho y es el momento de recordarlo; en la actual lista hay gente perfectamente preparada, pero si se dijera que puede haber otras personas aún más preparadas, pues...
–Pero le insisto, esa persona que se visualice como un posible sucesor, ¿qué perfil debería tener?
–Yo no tengo que definir esos tipos de perfiles, pero uno aspira siempre a los perfiles que sean lo más parecidos a los que yo soy, si me permite que hable en esos términos, para lograr la continuidad de este proyecto. No gente que se parezca físicamente a mí, que en vez de ser hombre sea mujer, porque, lógicamente, está superdemostrado que hay capacidades sobradas, tanto en el hombre como la mujer, para cualquier tarea política, y en este plano también. No debo entrar yo en decirle ese perfil, pero cualquiera se lo imagina, una persona que tenga vocación política, que quiera a Málaga, que se identifique con los proyectos de Málaga, y que tenga, sobre todo, capacidad de cercanía con la gente, capacidad de diálogo, y tenga constancia y esfuerzo.
–Estoy convencido, seguro, de que tiene un nombre que le ronda la cabeza, alguno por lo menos. Que no se lo voy a pedir porque no me lo va a dar.
–Dentro de la lista actual hay más de un nombre preparado, preparado barra preparada, para estar al frente de una tarea como es el Ayuntamiento.
–A mí me ha llamado la atención que en estos 25 años no haya tenido una mano derecha... Considero que usted mismo es su propia mano derecha, que tiene una forma de trabajar, no lo digo en tono despectivo, muy individualista, y me extraña que en todo este tiempo, 25 años, no tenga una mano derecha.
–Bueno, siento discrepar y llevarte a la contraria, porque yo no tengo mano derecha, pero me apoyo en todos, o sea, yo delego en todos, cada uno en su tarea, cada uno tiene su responsabilidad, y, además, les recuerdo que tienen esas competencias, esas tareas, y les exijo, con comillas, no voy a estar en una exigencia diaria, pero saben que me gusta que los temas se hagan, que no se retrasen, que demos respuesta en el amplio abanico de temas que tenemos por delante. Ya me gustaría tener más amplio abanico de temas, porque antes he recordado que tenemos menos competencias de las que debería tener un Ayuntamiento para dar respuesta a lo que la gente espera de nosotros.
–Usted fue testigo de la salida, desde mi punto de vista, no merecida y un punto triste, de Pedro Aparicio como alcalde de Málaga, con muchas críticas, algún que otro suceso incómodo para él. ¿Ha llegado a pensar, o se ha planteado alguna vez, que quiere salir bien, quiere salir por la puerta grande, que lo tiene muy sencillo ahora, y evitar salir por la puerta de atrás?
–No me he planteado nunca esta reflexión, sinceramente no estoy en la reflexión de qué va a pasar en el momento que deje de ser alcalde por la razón A, B o C, la que sea, no, no, no. Ni tampoco he entrado a analizar por qué pasó ese tema de Pedro Aparicio, yo creo que ahí puede que el partido suyo esperara que se presentara y luego lo dejara, no lo sé, pero él quería ir ya a las listas del Parlamento Europeo, quiero recordar que era algo de esto, no lo sé exactamente por qué, y en ese momento pasó que, me parece, el PSOE quedó tercero en aquella competición del año 95, en aquellas elecciones, y a lo mejor eso agudizaba el sentimiento de pena de él mismo y de su propio partido, es posible.
–Al principio de esta conversación le pedí que se definiera como persona, ahora le pido que me diga cómo le gustaría ser, cuando llegue el momento, recordado como alcalde de esta ciudad. ¿Cómo quiere que lo recuerden?
–Como alguien que quiso profundamente a Málaga. Que trabajó sin descanso por ella. Y que intentó hacer de esta ciudad un lugar mejor para todos.
Publicidad
Zigor Aldama y Gonzalo de las Heras (gráficos)
Antonio Paniagua y Sara I. Belled
Abel Verano
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.