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Martes, 16 de agosto 2011, 03:36
La feria es el momento del año en que los malagueños abandonan sus quehaceres y se entregan a la alegría, el baile, el cante, el buen comer y... la bebida. La gran fiesta malagueña es un sí un auténtico 'botellódromo', pues las calles y plazas del centro histórico se llenan de alcohol cada día y lo mismo ocurre en las avenidas del real del Cortijo de Torres.
Sin embargo, hay espacios destinados exclusivamente a beber y es allí donde los jóvenes encuentran el lugar perfecto para tomar alcohol sin mesura. El gran 'botellódromo' del real de la feria se llena cada noche de jóvenes y adolescentes que ven en el alto precio de las copas en las casetas uno de los motivos para acudir a este recinto, al que pueden traer sus propias bebidas. Otro de los argumentos que esgrimen los asiduos al botellón es que estar allí significa pasar un buen rato con los amigos y encontrarse con muchos conocidos.
El recinto del real de la feria destinado a que los jóvenes beban al aire libre ha ampliado este año su extensión. Así, cuenta con 7.500 metros cuadrados frente a los 4.000 que tenía en 2010. El Ayuntamiento estuvo a punto de prohibirlo por la mala imagen que genera, pero finalmente optó por mantenerlo para evitar que los jóvenes se desperdigaran por las zonas aledañas y fuera más difícil controlarlos.
Con casi el doble de capacidad que el año anterior, la juventud se agolpa en el 'botellódromo' antes de ir a las casetas para echar unos bailes y continuar con la diversión. La zona, que pese a su gran extensión se queda pequeña ante la masiva asistencia que recibe cada noche, está situada al fondo del real, en la vertiente que da al Palacio de Congresos. Hace un par de años los jóvenes se reunían en la entrada principal de la feria, al lado de la iluminada puerta de la Tabacalera, pero se optó por cambiar la ubicación debido a la mala imagen que daba que los asistentes al Cortijo de Torres se encontraran con personas ebrias y basura por todos lados nada más llegar al recinto ferial.
Ahora, un poco más escondidos, los jóvenes beben al son de la música de las casetas cercanas, aunque se quejan de que el 'botellódromo' está demasiado lejos de las paradas de los autobuses y de que tienen que atravesar todo el real cargados con las bolsas llenas de bebidas y hielo.
La zona, que está a rebosar de gente joven todas las noches, cuenta con urinarios móviles y multitud de papeleras y contenedores que enseguida se llenan de basura. A pesar del esfuerzo por parte del Ayuntamiento y de los servicios de limpieza para que ese espacio no sea un basurero, el hecho es que darse un paseo por el 'botellódromo' de madrugada significa ir esquivando restos de bebidas, hielo y bolsas. Las botellas de vidrio tienen mucho peligro, ya que al pisarlas se corre el riesgo de cortarse un pie con los puntiagudos cristales.
Plaza de la Merced
Los jóvenes quisieron recuperar este año la plaza de la Merced para hacer de este céntrico enclave su particular 'botellódromo' en el centro histórico. Recordando tiempos pasados en los que la Merced era utilizada para los botellones todos los fines de semana, los jóvenes entraron en la plaza el pasado sábado, primer día de feria, dejando la plaza convertida en un basurero.
Ante el despropósito de tales hechos, teniendo en cuenta que la plaza está siendo remodelada y aún no han terminado los trabajos en ella, el Ayuntamiento decidió vallarla por completo al día siguiente para que la escena del sábado no se repitiera. El domingo la plaza de la Merced amanecía custodiada por la policía, que evitó que la multitud de jóvenes que se agolpaban en las calles aledañas pudiera acceder a la plaza.
Son muchas las voces críticas del botellón. Algunos creen que afea la feria, otros que da mala imagen de la ciudad y hay otros que opinan que no se puede facilitar y dar espacio a una práctica que está prohibida el resto del año. Con el pretexto de garantizar la seguridad de los jóvenes, que van a beber dentro o fuera de los 'botellódromos', se habilitan estos espacios. Así es más fácil para la policía controlar la situación y dar una rápida respuesta ante cualquier problema que pudiera ocurrir.
Los comas etílicos no son infrecuentes estos días, por lo que las ambulancias pueden acudir rápidamente al recinto acotado sabiendo que es allí donde se ha producido el percance. Por esta y otras razones, el botellón sigue teniendo su espacio reservado, al que los jóvenes acuden más que nunca en feria para beber con sus amigos y sin intención de que eso se convierta en un problema. Pero las intenciones no siempre cuentan y los problemas son el pan de cada día en el 'botellódromo'.
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