El observatorio de San Telmo, un lugar para estudiar las estrellas
El Colegio de San Telmo ocupó la mayor parte del antiguo edificio de los jesuitas y fue inaugurado el 1 de junio de 1787
vÍctor heredia
Sábado, 1 de agosto 2020, 23:22
Hace unos días mi compañero Fernando Alonso les hablaba de una de las esquinas de la Plaza de la Constitución. Hoy me voy a ... permitir llamar su atención sobre otro de los rincones de la misma Plaza. Me refiero al que hay a la entrada de la calle Compañía, donde se encuentran la entrada al Colegio de Prácticas Nº. 1, la Sociedad Económica de Amigos del País, el Ateneo y la iglesia del Santo Cristo. Todas estas instituciones se reparten el inmenso inmueble que fue entre los siglos XVI y XVIII el Colegio de San Sebastián de la Compañía de Jesús.
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El rey Carlos III expulsó de España a los jesuitas en 1767 y en el caso de Málaga su muy céntrico caserón fue destinado a diversos usos. Veinte años después el mismo monarca, a instancias del ministro malagueño José de Gálvez, fundó el Colegio Náutico de San Telmo, creado a imitación del que ya existía en Sevilla con idéntico nombre.
El nuevo centro de enseñanza ofrecía un plan de estudios coherente con el espíritu ilustrado del momento, dedicándose a la formación de pilotos y pilotines para los buques de la Marina mercante y de la Armada. Su puesta en marcha quedaba justificada por el auge del comercio marítimo desde el puerto de Málaga después de que se hubiese decretado la liberalización del comercio con las colonias americanas.
El Colegio de San Telmo ocupó la mayor parte del antiguo edificio de los jesuitas y fue inaugurado el 1 de junio de 1787. Su primer director fue el sacerdote José Ortega y Monroy, amigo personal del ministro Gálvez. No debió ser casual que el primer alumno inscrito fuera Antonio Sánchez Díaz, natural de la villa de Macharaviaya, como Gálvez.
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El Colegio estaba sujeto a unas ordenanzas propias, hasta que en 1794 se aprobaron unas nuevas que servían para los centros homónimos de Málaga y Sevilla. Esta normativa consagró la existencia de dos clases de alumnos: los de número, con cien plazas a cubrir por hijos de familias pobres de edad de ocho a catorce años, 'sanos y robustos', con preferencia para los huérfanos de gente de mar; y los porcionistas, que pagaban cuatro reales diarios y procedían de familias burguesas o aristocráticas.
La carrera incluía una formación inicial con clases de lectura, escritura, doctrina cristiana y compendio de la Historia de España. Después continuaba con las asignaturas relacionadas con la ciencia náutica: dibujo, matemáticas, navegación, artillería y maniobra, además de francés.
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La iglesia fue reabierta al culto el 14 de abril de 1790 con una función religiosa dedicada a San Telmo, patrón del Colegio. El nuevo titular del templo, San Pedro González Telmo, fue un religioso dominico del siglo XIII al que se reconocía entonces como patrón de los marineros y los pescadores.
La adaptación del inmueble a sus nuevas funciones docentes obligó a realizar ciertas reformas, como la preparación de una sala para la clase de maniobra, donde se instaló el navío de prácticas (que aún se conserva en el Instituto Vicente Espinel, el popular Gaona), o la habilitación de un observatorio astronómico.
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En efecto, las Ordenanzas establecían que «se dispondrá en el Colegio a cargo del Piloto mayor un observatorio astronómico con los instrumentos convenientes; y para dar a conocer la fábrica y uso de ellos, y hacer las observaciones y operaciones que se ofrecieren, se tendrá allí la clase los días que fuere necesario. Aun fuera de las horas de estudio asistirá este Catedrático con sus discípulos en el observatorio, siempre que lo juzgare oportuno para observar ciertos fenómenos». El uso de las tablas astronómicas y la práctica del cálculo para hallar la longitud en alta mar eran elementos básicos de la formación de los futuros marinos.
La mejor opción para disponer de ese imprescindible observatorio, entonces sin contaminación lumínica, era el contorno de la cúpula de la iglesia, para cuyo uso se construyó una escalera de acceso en 1793. Aún hoy esta escalera se puede ver desde la Plaza, aunque su entrada desde el Colegio permanece cegada desde hace tiempo.
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La reconversión del perímetro de la cúpula de la iglesia en observatorio para la enseñanza astronómica lo convirtió en el primero de la ciudad, al menos con carácter oficial. Su huella está ahí, a la vista de cualquiera que mire hacia esa esquina.
Los nombres en las columnas
El periodo máximo de permanencia en el centro era de nueve años y finalizaba con uno o dos viajes de prácticas a las Indias, después de los cuales los alumnos se examinaban para obtener los títulos de pilotos y pilotines que les facultaban para embarcarse en los buques de la Armada y la Marina mercante. En las nueve columnas del patio principal del hoy Colegio de Prácticas todavía se pueden leer, grabados en la piedra y a veces acompañados del año correspondiente, los apellidos de algunos de los santelmistas que se disponían a embarcar en su primer viaje, que solía tener como destino puertos como Veracruz, La Habana, Montevideo o Nueva York. Según Manuel Burgos 558 alumnos pasaron por las aulas del Colegio entre 1787 y 1841, siendo el más conocido entre ellos el esclavista Pedro Blanco. San Telmo, que gestionó el Acueducto que sigue llevando su nombre, fue clausurado en 1847, aunque los estudios oficiales de náutica se mantuvieron en la ciudad -en el Instituto y en varias escuelas específicas- hasta su definitiva desaparición en 1924.
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