El 'monstruo' del videojuego de Fortnite que acechaba a niños desde Málaga

El pederasta multirreincidente, detenido en la capital y condenado a 433 años de cárcel, agredió sexualmente a un crío de 7 años y ciberacosó a otros 25 menores

Juan Cano

Málaga

Viernes, 3 de octubre 2025, 00:25

Llevaban meses siguiendo sus pasos. Sabían que estaban ante un depredador sexual de los más peligrosos a los que se habían enfrentado. Un delincuente que ... acechaba a niños en el videojuego Fortnite y que tenía decenas de víctimas a sus espaldas. Un 'monstruo' que se escondía en Málaga, donde agredió sexualmente a un crío de siete años.

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Cuando entraron en su guarida, el pederasta reaccionó con una frialdad propia de quien ya se ha visto antes en la misma tesitura. No colaboró con los agentes de la Guardia Civil, que al ver su móvil confirmaron que estaban ante la persona que buscaban: de fondo de pantalla tenía la imagen de una niña desnuda.

La foto, además, lo delataba. En la esquina se le veía a él mismo, ya que era una captura de una videollamada, según la sentencia. Al introducir la contraseña, aparecía otra imagen de la misma menor, esta vez en una postura diferente y de nuevo con un primer plano de sus partes íntimas. Los agentes lo invitaron a confesar, pero no lo hizo. «Ya que estoy dentro del ataúd, no me pidáis que os proporcione los clavos», respondió.

La caída del 'pederasta del Fortnite' empezó mucho antes. El verano de 2021, en un hogar de Madrid, un niño de 8 años le contó a su padre que un «amigo» le había regalado un pago en el videojuego. Al él le pareció raro y vio que su hijo reaccionaba con nerviosismo cuando le pidió explicaciones.

El progenitor comprobó que el crío había instalado la aplicación Skype en la tablet de su hermano. Con todo el tacto que pudo, conversó con el niño para que le contara por qué la había descargado. Entonces, el menor le reconoció que su «amigo» le había pedido que se desnudara y le enseñara «el culo».

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No fue fácil encontrarlo. Los investigadores de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil cruzaron la identidad de las cuentas del 'Fortnite' y de la tarjeta de crédito con la que se había comprado el «pase de batalla» del videojuego. Esa pista les condujo a una IP de móvil (la matrícula de la conexión a Internet) que estaba a nombre de un marroquí y que resultó ser falsa, pero también a una segunda IP, en este caso de un ordenador.

Al rastrear esa conexión, los agentes dieron con un domicilio de Málaga en el que residía un matrimonio mayor. Pero con ellos también vivía su hijo, un hombre de 45 años nacido en Córdoba (Argentina). La investigación se centró en él y en su pasado, que resultó ser escalofriante.

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Sobre el sospechoso pesaban tres condenas, todas en Málaga, por una veintena de delitos de abusos sexuales a menores y pornografía infantil. De los casi 50 años que sumaban todas ellas había cumplido 12 en prisión. Los jueces ordenaron su expulsión en cuanto pusiera un pie en la calle. Y así se hizo cuando salió de la cárcel en 2019, pero dada su doble nacionalidad (italiana y argentina) no le costó volver a Europa.

En el registro de su casa encontraron un currículum del acusado orientado siempre a trabajos de monitor y docente de niños de edades similares a las de las víctimas. En su ordenador había instalado dos programas de borrado de archivos y usaba un servidor que ofrecía almacenamiento en la nube con mayor nivel de cifrado. Los investigadores lograron franquearlo. Dentro hallaron al 'monstruo' y a sus víctimas. Carpetas llenas de fotos de 26 niños desnudos en poses sexuales.

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Cada carpeta iba acompañadas de un nombre de pila y, a veces, de una cifra (la fecha de nacimiento), lo que confirma -algo evidente, por otra parte- que era plenamente consciente de la edad de los menores. En algunas había más de 300 fotos del mismo niño. Eran capturas de pantalla de las videollamadas que mantenía con sus víctimas, por lo que en muchas de ellas se le veía a él mismo en la esquina de la imagen.

La UCO ideó un sistema para identificar a los menores -casi todos varones- que aparecían en esas carpetas de la forma más discreta posible para preservar su intimidad. Sólo mostraban las fotos a los padres, que no eran conscientes de lo que había ocurrido, cuando estaban realmente seguros de que se trata de sus hijos.

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Fue un trabajo paciente y minucioso. Buscaron imágenes parecidas en bases de datos nacionales e internacionales de persecución de pornografía, consultaron padrones municipales cuando el archivo revelaba el nombre de pila y edad del menor, y los cotejaron con fotos de DNI o redes sociales para ver su apariencia y poder compararla. De los 26, lograron identificar a 17. Los padres de los otros 9 aún siguen sin saber que sus hijos fueron víctimas del 'pederasta del Fortnite'.

Modus operandi

Las exploraciones de los menores permitieron reconstruir el modus operandi del depredador sexual, que coincidía, con matices, en todos los casos. Según relató en el juicio el jefe de la investigación, el condenado contactaba con los menores en Fortnite, un videojuego en el que los participantes compiten en línea luchando y cooperando para defenderse en batallas virtuales futuristas. Los usuarios suelen ser niños de entre 7 a 11 años. A algunos de ellos les dijo que era profesor.

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El pederasta, según el agente de la UCO, se granjeaba su confianza a través de la compra de determinados accesorios (pases de batalla, 'skins' o personajes, instrumentos para las fortificaciones...) y después les invitaba a acceder a una cuenta de Skype donde ya podía charlar con ellos en privado.

En el contexto de esas conversaciones, y a cambio de comprarle recursos del videojuego, les proponía que posaran desnudos en posturas sexuales o que se hicieran tocamientos, momento que él aprovechaba para realizar capturas de pantallas que luego almacenaba en la nube, según declara probado la sentencia, que aún no es firme.

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La investigación de las fotografías también desveló una agresión sexual a un crío de 7 años. La madre conoció al procesado el verano de 2021 en una playa nudista de Málaga. Coincidieron a diario, siempre los días laborables. Poco a poco se fue ganando su confianza y dejaba con él a su hijo para que fuesen a coger cangrejos o que ella se metiera a bucear 10 minutos. Uno de esos días llevó al menor a una zona rocosa y apartada y lo agredió sexualmente, tal y como revelaría más tarde el niño.

También se le acusó de abusar de él en el domicilio familiar. El condenado se había presentado como informático y la mujer le pidió que le reparara el ordenador. Al llegar a su casa, el hombre la envió a comprar un pegamento especial a una tienda especializada y aprovechó para quedarse a solas con el niño y hacerle fotos desnudo. De esa supuesta agresión sexual en la vivienda, que el crío contó a su madre, ha sido absuelto al no considerarla debidamente acreditada.

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La Audiencia Provincial de Madrid, que acogió el juicio, dictó una condena histórica en los delitos sexuales sufridos por menores. El tribunal impuso una pena de 433 años de cárcel -probablemente, la más elevada en España por este tipo de hechos- al 'pederasta del Fortnite' tras aplicarle la circunstancia agravante de multirreincidencia.

En total, se le ha condenado por un delito de agresión sexual, otro de abuso sexual, 18 delitos de embaucamiento sexual o 'sexting', siete delitos de elaboración de pornografía infantil, 13 delitos de ciberacoso o 'child grooming' y otros 13 de abuso sexual continuado.

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No obstante, la Sala fija el periodo máximo de cumplimiento en 20 años, a los que habría que sumar otros 10 de libertad vigilada, aunque ordena la sustitución de la pena de prisión en el tramo final de la condena -cuando haya cumplido tres cuartas partes y acceda al tercer grado o la libertad condicional- por la expulsión del territorio nacional durante 10 años.

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