Siete cualidades que te hacen ser un padre o madre ejemplar
El neuropsicólogo y especialista en el funcionamiento del cerebro infantil, Álvaro Bilbao, destaca habilidades clave a la hora de educar a nuestros hijos y que ayudarán a la armonía familiar
Es la pregunta del millón, la mayor aspiración y preocupación compartida por infinidad de personas alrededor del mundo entero: ¿Cómo ser un buen padre ... o madre? ¿Qué requisitos o habilidades necesito desarrollar o reunir para educar correctamente a mis hijos? A juicio del neuropsicólogo, conferenciante y especialista en el funcionamiento del cerebro infantil, Álvaro Bilbao, la crianza de nuestros hijos es una de las responsabilidades más importantes que tenemos en la vida y, precisamente, de nuestra habilidad para educarlos no solo depende su futuro, también nuestra propia felicidad y satisfacción. «Al fin y al cabo una familia unida es una fuente de confianza, seguridad y bienestar para todos», apostilla.
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Para el especialista, ser un buen padre o madre depende de muchos factores y, a su entender, no hace falta reunirlos todos para serlo. Para echar un cable en la tarea, Bilbao enumera una serie de cualidades que, desde su punto de vista como científico, son muy importantes para ayudar a los niños a desarrollarse de una forma correcta. Se trata de habilidades o pautas que, desde su experiencia profesional con familias, conducen a una labor que Bilbao tilda de «maravillosa» por parte de esos progenitores. Son pilares además de una educación en positivo, una crianza sin castigos, sin gritos, con límites claros y afecto que divulga para lograr la armonía en el hogar.
A continuación, las habilidades para ser un buen padre o madre:
1
Ser afectuosos
Para el especialista es vital demostrar afecto físico hacia nuestros hijos. Con palabras y con acciones por supuesto. «Muchos estudios desde la década de 1950 demuestran que el contacto físico entre padres e hijos ofrece grandes dosis de seguridad y confianza a los niños. Pero este efecto es recíproco; los besos, abrazos o un simple gesto como tomar al niño de la mano durante un paseo activan neurotransmisores como la oxitocina que nos ayudan a crear vínculo con nuestros hijos y aumenta nuestro deseo de ser buenos padres». No escatimes, pues, en los 'te quiero' y en muestras de afecto cada día.
2
Saber escuchar
Puede parecer una frase hecha pero lo cierto es que no todos los adultos, sean padres o no, saber hacerlo. En opinión de los especialistas, ésta es una habilidad importantísima para favorecer el desarrollo de los niños. Y no se trata solo de callar, no. Se trata de ser capaz de parar lo que estemos haciendo para atender a nuestro hijo e incluso darle un abrazo cuando lo necesita. El objetivo es que se sienta escuchado y comprendido. «Es poner atención en lo que nos dicen. Es ser capaz de entender sin juzgar. Escuchar es, a veces, ayudar a nuestros hijos a ordenar sus pensamientos y emociones. Es ser capaz de hacer que el otro se sienta comprendido y, lo que es más importante, conseguir que el niño sea capaz de escuchar a través de nosotros como se siente».
3
Ser pacientes
Educar a nuestros hijos sin duda supone una prueba de paciencia diaria. La falta de sueño por las noches, de tiempo en cada jornada, las rabietas y un largo etcétera de los quehaceres diarios hacen mella en nuestro estado anímico y capacidad de contención. «Tener una buena capacidad para ser paciente es sin duda una habilidad que ayuda mucho a los padres y madres a sacar su mejor cara cuando ya todo parece perdido», apunta Bilbao.
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4
Compartir aficiones
El especialista se encuentra en su día a día con familias menos pacientes pero que, en cambio, quizá disfrutan compartiendo ilusiones o aficiones con sus hijos. Hacer bizcochos con ellos, por ejemplo, puede ser una de ellas. «¿Qué tendrán que ver los bizcochos con ser un buen padre?! Pues mucho. No es que los bizcochos sean importantes en sí, sino por lo que representan. Compartir nuestras aficiones hace que compartamos tiempo, que les dediquemos nuestra atención de una forma plena y que seamos capaces de disfrutar con ellos contagiándoles nuestro entusiasmo y nuestro deseo de estar con ellos. De padre o madre 10», sentencia.
5
Saber asumir errores
Cuanto antes lo asumamos, mejor: no existe el padre o madre perfecto y tarde o temprano meterás la pata, te equivocarás al educar a tu hijo. Y, al hacerlo, resulta que algunas mamás o papás saber salir del paso mejor que otros: «Los que no se enfadan cuando se equivocan, ni disimulan sus errores ni echan la culpa a los demás. Los padres que saben meter la pata reconocen sus errores con naturalidad o incluso mejor: son capaces de reírse de ellos mismos».
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Solventar de una manera habilidosa estas situaciones va a ayudar -y mucho- a los pequeños. En primer lugar, al saber que viven con una persona relajada que no se estresa ni se enfada por casualidad, «lo cual hace que se sientan más tranquilos y seguros». En segundo lugar, aprenden a convivir con los errores como algo natural de la vida y «no como una fuente de estrés y enfado». Por último, los niños también aprenderán de sus padres a aceptarse tal y como son, «sin excesiva presión o autoexigencia».
6
Fuera culpa: asumir hasta donde llegues
En ocasiones a los padres les pesa como una losa no llegar a los estándares de la llamada maternidad-paternidad moderna. Son aquellos que trabajan demasiadas horas al día para pagar las facturas o que dejan con los abuelos a los niños más tiempo del que realmente les gustaría. Estos padres se encuentran a menudo «llenos de culpa» por no poder apuntarlos a todas las extraescolares que desean o no tener tiempo para jugar con ellos.
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«En esta lista de cualidades no podía olvidarme de todos ellos. Estos probablemente son los más maravillosos de todos. Con frecuencia sus hijos los adoran y están esperando el momento para poder abrazarlos porque los echan de menos y los admiran porque en el fondo saben que esos padres y madres lo están dándolo todo por ellos; que harían cualquier cosa por sacarlos adelante y protegerlos«.
7
Saber manejar situaciones difíciles
Este último punto de la lista hace referencia a las estrategias que ponemos en práctica en casa para manejar situaciones complicadas. Los padres que saben estar calmados y hablan además con confianza resolverán mejor el conflicto que los que se alteran. Sobre este aspecto Bilbao recuerda que no existe un patrón o fórmula secreta que marque el camino a todos: «Hay padres y madres que cuando todo se pone difícil al final del día, saben como manejar la situación para traer calma en lugar de añadir más caos. A los niños les gusta mucho esta faceta tranquila y confiada de los padres o madres que saben actuar con calma y confianza porque les ayuda a sentirse seguros». Sin embargo, si este no es nuestro caso, si aún no disponemos esas herramientas para enfrentar situaciones fuera de control, el experto asegura que siempre pueden adquirirse: «Todos podemos aprender a sentirnos más seguros en nuestro papel de madre o padre», argumenta.
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