
‘Rafita’ y Mr. Hyde
Duro y de verbo acerado, el portavoz del PP en el Congreso «parece elegante y afable», pero estuvo a punto de pegar a Rubalcaba y reparte cera incluso entre los jueces: «Yo soy así, no me van cambiar»
daniel vidal
Domingo, 25 de enero 2015, 02:18
Rafael Hernando no había cumplido 22 añitos cuando fue elegido concejal del Ayuntamiento de Guadalajara, allá por 1983. El cachorro de Alianza Popular, que ya ... era uno de los discípulos más destacados de Fraga, se sacaba con soltura la carrera de Derecho mientras fiscalizaba desde la oposición (el PSOE tenía mayoría absoluta) al gobierno municipal en asuntos de tráfico. Pero Rafita, o Fita como todavía le conocen cariñosamente vecinos, amigos y compañeros de batalla de la época, salía de aquellos plenos y se iba a tomar unas copas con sus rivales políticos, entre risas y bromas. «Eran otros tiempos y no había tanta conflictividad política. Eso se ha perdido. Además, Rafita era un tío cordial, que colaboraba... Nunca decía una palabra más alta que otra y jamás se mostraba violento... ¡Quién le ha visto y quién le ve!», se lamenta Domingo Oñoro, el edil socialista responsable del área de Tráfico de la corporación alcarreña hace más de 30 años, en la época de Hernando. O, lo que es lo mismo, el primer contrincante en la arena política del nuevo portavoz del Partido Popular en el Congreso de los Diputados, criticado hasta la saciedad por su perfil duro y su verbo agresivo incluso con las cuestiones más delicadas: «No tengo mal recuerdo de él, pero está claro que ha cambiado. Si le viera ahora le diría: ¡Fita, no vengas a marearme!». Oñoro, pese a todo, habla con cariño de quien considera su amigo, «un tío de buena familia el tercero de cinco hermanos, hijo del prestigioso cirujano Álvaro Hernando Palafox, fallecido hace un par de años, pero sencillo, que iba al trabajo caminando».
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Lapidario breve
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Franquismo
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En agosto de 2013, pidió que quienes exhiban banderas republicanas sean expulsados de sus respectivos partidos «por atentar contra la sensibilidad de otras personas». Aseguró además que hay quien puede considerar «legítima» la enseña del régimen franquista «porque estuvo 40 años». En televisión, en un debate sobre la Ley de Memoria Histórica y las víctimas del franquismo, afirmó que «algunos se han acordado de su padre cuando había subvenciones para encontrarlo». Aquello le valió una querella que finalmente no se admitió.
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Cambio climático
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En el Congreso criticó «los postulados» del cambio climático, «que responden a ese comunismo que profetiza lo mismo esto como el fin del mundo en diciembre de 2012». Salió de la tribuna entre risas y aplausos.
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Desnutrición infantil
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En referencia a los problemas de desnutrición infantil en nuestro país, aseguró que esa responsabilidad «corresponde a los padres», y que utilizar a los niños para hacer demagogia política es «repugnante».
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Podemos « y la caca»
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La colección de insultos contra la formación de Pablo Iglesias, profesores «mediocres» es amplia. «En cuanto les pasas el algodón está lleno de suciedad, por no decir de caca».
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Hepatitis
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La última perla. Hernando ha criticado las reivindicaciones de los enfermos de Hepatitis C y ha avisado de que detrás de ellos hay «intereses políticos».
Un saludable hábito que no descuidó ni cuando se mudó a Madrid. Rafael Hernando (Guadalajara, 1961) solo conduce su viejo Audi si va a su apartamento de alquiler en la costa de Almería, provincia por la que es diputado desde hace 22 años pese a pertenecer a otra circunscripción. Lo que en la jerga electoral se conoce como un cunero o paracaidista. «Aquí le recibieron de uñas, pero se ha ganado el cariño de la gente a base de trabajo. Siempre está cuando se le necesita», se deshace en elogios el senador del PP y buen amigo de Hernando, Eugenio Gonzálvez, que revela uno de los platos favoritos del nuevo altavoz del PP en la Cámara Baja tras el nombramiento del gentleman Alfonso Alonso, su predecesor, como ministro de Sanidad: «Se vuelve loco con las berenjenas fritas». Gustos modestos para un diputado que cobra más de 7.000 euros brutos al mes, 600 más desde el ascenso. «No es pijo para comer, no es de morro fino».
Una definición que también se puede aplicar a la oratoria del que algunos consideran el nuevo doberman del partido como los socialistas se referían a Francisco Álvarez Cascos. En sus intervenciones más polémicas no ha dejado títere con cabeza... casi de forma literal. Porque a Hernando le tuvieron que sujetar sus propios compañeros de partido (Acebes y Zaplana, entre otros) en los pasillos del Congreso, en julio de 2005, para que su enfrentamiento con Alfredo Pérez Rubalcaba no pasara a las manos. Hernando iba a atizarle, al estilo de los parlamentarios taiwaneses, al grito de «eso no me lo dices a la cara», después de que el socialista le insinuara que era un caradura y un mentiroso. Todo a cuenta del incendio de Guadalajara en el que murieron once personas. Una de ellas, al parecer, amigo suyo.
«Venía caliente del entierro, estaba afectado... Creo que nunca quiso tener esa reacción. Él no es violento», justifica Jesús Caicedo, diputado del PP por Almería. «Más bien creo que es enérgico. Tiene un par de huevos», define elocuente. El propio Hernando, en frío, zanjó pocos días después en la radio (no ha querido hablar con este periódico y ha sido necesario recurrir a la hemeroteca) que esa reacción «acalorada» se trató de un «mero incidente de pasillos». Incluso que esperaba una disculpa de Rubalcaba. Y a otra cosa, mariposa. Si hace falta, recurriendo a los filósofos: «Decía Ortega y Gasset que al Parlamento no se puede venir a hacer ni de payaso, ni de tenor ni de jabalí. Lamento que a usted haya que repetirle hoy esta alusión en los mismos términos», le dedicó a Alberto Garzón (IU). «Lo que le molan son los dedos de los condenados por acoso sexual si le sirven para conseguir el poder como en Ponferrada», dijo de Elena Valenciano (PSOE).
Tiene un par de huevos
Y ahora le toca el turno en el cuadrilátero a los dirigentes de Podemos, el nuevo enemigo a batir: profesores de universidad «mediocres, viejos comunistas que se financian con dinero de Irán», resumió a Europa Press. «Yo soy así, no me van a cambiar», se excusa ante los periodistas, con los que también ha tenido sus roces.
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Consuelo Rumí, secretaria de Estado de Inmigración con Zapatero y diputada por Almería por el PSOE, ha tenido que pelear solo dialécticamente con Hernando desde 2000, cuando ambos eran cabezas de lista al Congreso. Rumí, tras años de brega y ninguna cerveza en el bar, cree que el portavoz de los populares «parece tener una doble personalidad». Por un lado, se muestra «elegante, afable y educado». Casi como la música de Coldplay que tanto le gusta, como el juego que despliega en el campo su amado Real Madrid. Por otro, «pierde los estribos, las formas y la razón en momentos de tensión política en los que hace falta mantener el control. Y él lo pierde». Como una especie de Jeckyll y Mister Hyde. Eso sí, la propia Rumí reconoce que, con ella, «jamás ha tenido una salida de tono».
Pero Hernando, «padrazo» de tres hijos, le define su círculo, divorciado de la concejal del Ayuntamiento de Alcobendas, la milanesa de nacionalidad española Elisabetta Bracco, no solo se las ha tenido tiesas con los políticos de la oposición. Agún miembro de su propio partido le declaró la guerra, tanto en Guadalajara como en Almería, e incluso le llegó a calificar de «terrorista político». Fue Juan Enciso, alias El Chato, exalcalde de El Ejido, que poco después de aquella trifulca abandonó el PP y dejó el camino expedito al propio Hernando para convertirse en uno de los líderes del partido en la provincia, fundó su propia formación y terminó en la cárcel por corrupción.
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El término terrorismo también lo emplea Rafael Hernando cuando hay que dar cera: «Lo único que hace es alentar a una izquierda radical que coquetea con otras organizaciones próximas al terrorismo», acusó a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) cuando inició su campaña de escraches a políticos.
«No siempre se acierta»
No se corta ni con los jueces, que recientemente le han condenado a pagar 20.000 euros a UPyD por soltar alegremente que la formación de Rosa Díez se financiaba ilegalmente. «Siempre soy consciente de lo que digo, pero cuando uno habla mucho no siempre acierta», se defendió en la tele. Fue en ese medio donde espetó que algunos familiares de víctimas del franquismo «solo se acuerdan de sus padres cuando hay subvenciones». El Tribunal Supremo acabó archivando la querella de la Asociación de la Memoria Histórica, amparando las declaraciones de Hernando en la libertad de expresión. El magistrado ponente sí debe caerle bien a Rafita. Pero de Baltasar Garzón, en cambio, dijo que había pasado «de juez prevaricador a payaso ilustrado» y llamó al magistrado de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz «pijo ácrata».
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Rafa, como ahora le llaman sus compañeros, tampoco se muerde la lengua en Twitter, donde cuelga selfies y también reta a los internautas violentos que muestran su alegría si un día «le parten la cara» al diputado: «¿Por que no lo intentas tu?», le invitó al tuitero que le amenazaba. Así, sin tildes. Porque la ortografía, al menos en la red social, no es su fuerte. «Están los campos anhegados (sic)», escribió en una visita a Almería. «Gran espectación (sic) en el Congreso», ironizó durante una intervención de Rubalcaba. Ahora, Rafita tiene la palabra ante un final de legislatura calentito. ¿O la tiene Mister Hyde?
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