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Un momento del registro de la policía a la vivienda, en la que se encontraron joyas.
Las cuatro generaciones de una familia que han vivido del timo de la estampita

Las cuatro generaciones de una familia que han vivido del timo de la estampita

Es un negocio para profesionales como Pedro y Genara, una familia de ‘artistas’ considerada las más activa de España. «No se les conocen hechos violentos. Todo labia», dice la Policía

JUan esteban poveda

Lunes, 26 de enero 2015, 03:25

Papelitos, papelitos. Quiero papelitos y joyas», decía mientras exhibía varios fajos de lo que parecían billetes. No era Lina Morgan en Le llamaban la Madrina (1973) ni Tony Leblanc en Los tramposos (1959). Según la Policía, era Genara P.C., y no actuaba en ninguna película sino en la Avenida de Andalucía, de Jaén. Un timo de la estampita. De manual. No es una vieja historia de la España en blanco y negro. Ocurrió el 25 de abril de 2014. La pardilla, una anciana a la que desplumaron 11.000 euros entre joyas y efectivo. Genara en el papel de tontita. Y de listo su marido, Pedro C.D., último de una sagra que en comisarías de media España vinculan a los timos desde hace medio siglo. Ya van cuatro generaciones de artistas en la familia. La Policía considera a Pedro y Genara una de las parejas más en forma de España. Viven a todo tren. Tras su última gira se les calcula un botín de más de 100.000 euros.

Timos como la estampita y el tocomocho, viejos como la vida misma y mil veces exhibidos en el cine, aún funcionan. Solo en el primer semestre de 2014 la Policía tenía constancia en toda España de 375 casos de tocomocho y 169 de la estampita. Las víctimas, mayores de 65 años en su mayoría.

Tan vivos están los pícaros por toda España que se montó un operativo especial, que se saldó el mes pasado con la detención de 29 personas en Madrid, Barcelona, Zaragoza, Murcia, Guadalajara, Alicante, Cáceres, Santiago de Compostela, Badajoz, Gijón, Huesca y Toledo. Fue la Operación Leblanc, un nombre muy atinado. La Policía destacó el arresto en Talayuela (Cáceres) de dos buenos pájaros: Pedro y Genara.

Pedro C.D. (Navalmoral de la Mata, Cáceres, 1954) era el 25 de abril pasado un hombre de 1,75 «con bigote y pelo corto y canoso». Aparentaba unos 60 años a los ojos de la anciana a la que estafó en Jaén. En septiembre, cuando lo arrestaron, tenía gafas, y media melena castaña y lacia. Hijo de Ramón y Consuelo, ambos con antecedentes, tiene seis hermanos también con ficha policial. Sus cuatro hijos también han sido reseñados por las fuerzas de seguridad. Como sus yernos y nueras. Alguno de sus sobrinos-nietos también tiene antecedentes policiales. A Pedro le constan detenciones desde 1993 en Elche, Jerez, Oviedo, Talavera, Pontevedra, Cáceres, Ciudad Real y Granada. En el momento de su arresto en su casa de Talayuela lo buscaban comisarías y juzgados de San Juan de Aznalfarache (Sevilla), Fuengirola (Málaga), Logroño, Arenas de Mar (Barcelona) y Blanes (Gerona). «No se le conocen hechos violentos. Todo labia», dice el inspector jefe Alfonso Ruiz Piote, de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta, UDEV, de la Comisaría de Jaén, que logró atraparlo. Con Pedro suele actuar su esposa, Genara (Talavera de la Reina, Toledo, 1960) con ocho reseñas policiales por detenciones anteriores y nueve requisitorias cuando la UDEVde Jaén dio con ella. Una mujer rubia, pelo largo con coleta, de 1,66 de altura y una cara dulce, capaz de aparentar cuarenta años con la ropa y el maquillaje adecuados o envejecerse con pelucas como las que encontraron en el registro de su casa.

«Quiero más papelitos»

El pasado 25 de abril seguramente llevase una de esas pelucas en Jaén. Su víctima, una octogenaria que se cruzó con ella a las once de la mañana, la describe como una mujer «de pelo moreno, que vestía ropa oscura y hablaba como si tuviera alguna discapacidad». Le pregunta por un convento. «Mire, es que cuando me iba a bajar del tren he encontrado un paquete bajo el asiento. Tiene mucho dinero. Pero esto no se lo puedo dar a las monjas ...Es pecado». Entonces entra en escena el compinche. El listo (Pedro, según la Policía) que se interesa por lo ocurrido. «No, no, no, eso no lo enseñes aquí, mejor vente detrás de estos contenedores». Allí, enseña varios fajos. Aparentemente, billetes de 50 euros.

La tontita les dice que si quieren los fajos de dinero tienen que darle «papelitos y joyas». El hombre da el primer paso. «Vamos a mi coche, que voy a coger dinero». Allí se hace con una buena cantidad de billetes y algunas joyas. Se los entrega a la tontita. «Eso eso, papelitos y joyas, quiero más», decía. Él prosigue para engatusar a la pobre anciana. «Señora, esto es una oportunidad que se nos ha presentado, en el paquete hay por lo menos quince millones de pesetas». La octogenaria accede a ir a su domicilio, recoge todas sus cartillas de ahorros y echa mano a las joyas que guarda en casa. «Quiero más papelitos, hasta que no tenga más no os doy el paquete», repetía la tontita. Él bordaba su papel. «Vamos a mi banco, que tengo unos ahorros a plazo fijo. Los saco aunque pierda los intereses». Y regresa al poco con un montón de dinero. «Quiero más papelitos o rompo estos billetes». Tanta presión logra su objetivo: la anciana entra a su banco y saca 3.000 euros. «Quiero más, quiero más». En otro banco saca otros 3.000. «Ahora sí tengo todos los papelitos. Os voy a dar el dinero ... Pero quiero chucherías, me compras chucherías y te doy el paquete». La anciana corre a una tienda a por caramelos. Cuando sale, no había tontita, ni listo, ni dinero ni joyas.

Clan familiar de 11 personas

La pista de los timadores llevó a la UDEV de Jaén a Talayuela (Cáceres). Hasta una gran casa de amplios balcones. Sus moradores van cubiertos de collares y pulseras de oro y ropas caras. Allí viven Pedro y Genara. Ella conduce un Audi. Él se reserva un Mercedes. En torno a ese domicilio se mueve un clan familiar de once personas, todos con antecedentes. Si había problemas, Pedro y Genara siempre daban como domicilio otra casa en Santa Olalla (Toledo). Pero allí no hay nadie. «Lo más relevante en esta investigación es haber dado con su refugio, donde regresaban tras dar sus golpes. No está a su nombre. Nada está a su nombre. Pero ya no tienen dónde ocultarse de las reclamaciones judiciales», aseguran en la UDEV.

En el registro aparecen joyas en mil escondites, armas, pelucas, dinero en efectivo y un buen taco de papelitos de dimensiones idénticas a los billetes de 50. También sale un reloj. Un Tag Heuer de 5.000 euros.

Uno de los parientes de Pedro tiene una pequeña atracción de feria. La tapadera legal, según la Policía. Con una caravana se mueven por toda España sin dejar rastro. Solo necesitan aparcarla en cualquier lugar discreto de cualquier ciudad. Yvolver a representar su número. «Papelitos y joyas, quiero papelitos y joyas».

La mayoría de los timos quedan impunes. Los artistas eligen como víctimas a personas muy mayores, y meses después del golpe difícilmente pueden identificarlos en una rueda de reconocimiento. Protegen bien su domicilio real, para que las requisitorias queden sin efecto. Y llegados a juicio, las penas no suelen ser muy elevadas al tratarse de delitos sin violencia.

Tras ser detenidos en Talayuela, el juzgado de Navalmoral de la Mata dejó a Pedro y Genara en libertad con cargos. Cuando circularon sus fotos actualizadas por las comisarías donde había timos pendientes de resolución, los han reclamado desde Granada, Burgos y Vitoria. El cerco se estrecha. Pero volverán. O ellos o sus hijos o sus nietos. O cualquiera de las familias que recorren España de timo n timo. El suyo es un negocio eterno, que juega con sentimientos arraigados en el alma humana. La codicia. Consuelo, la octogenaria madre de Pedro, ya le reprochó a los policías cuando registraban la casa. «¿Ya las viejitas que van a engañar a la tonta? ¿A ellas no se les dice nada?».

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