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La Virgen del Carmen de Málaga, al calor de la devoción
Ni el terral ha podido con la Reina del Monte Carmelo de El Perchel en su anual salida triunfal por el Centro, camino de su barrio
La malagueña Virgen del Carmen Coronada es fe, piedad y arraigo. La aclamada como 'Capitana Celestial', como rezaba en una gran banderola colgada en la ... calle Ancha del Carmen, es también historia, querencia e identidad. La Virgen de El Perchel, aquella devoción que desde finales del siglo XVI ha estado ligada a este popular barrio, es autenticidad, pureza, herencia y fidelidad. Y si Málaga es la vida, la perchelera Virgen del Carmen es el alma y el credo de la ciudad. Porque, tanto ayer, pasado, como hoy, presente, todos estos atributos conceptuales, y muchos otros, se perciben durante todo el año en cualquier rincón de la geografía capitalina, principalmente. Sin embargo, es en el mes de julio cuando el sentimiento carmelita, enraizado en la cultura malagueña, late de una manera especial desde los días previos a la solemnidad de la Virgen, cuando la archicofradía que le rinde culto le dedica una novena en su honor, hasta la celebración de su procesión triunfal, que desde hace dos años se viene desarrollando en la tarde y noche del sábado posterior a su festividad, aunque la jornada, en realidad, no comienza con la salida vespertina de la Virgen, sino que se extiende desde la misma mañana, al alba, con el traslado de la imagen en rosario de la aurora hasta el puerto, donde ha bendecido las aguas de la bahía poco antes del mediodía, y la posterior misa estacional, que, desde su coronación, en 2004, la oficia el ordinario del lugar en la Catedral, y, por consiguiente, este sábado la ha predicado monseñor Jesús Catalá como administrador apostólico de la diócesis hasta la toma de posesión del nuevo obispo, José Antonio Satué.
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El pasado miércoles fue el Día del Carmen, que estuvo marcado por la función principal de instituto y la exposición de la efigie perchelera en besaescapulario, y este sábado tocaba culminar el ritual de cada año con el culto exterior, primero, desde su sede, en formato traslado, y luego, desde la basílica catedralicia, ya en procesión. Por tanto, la iglesia que lleva el nombre de la Virgen era testigo de la salida de su titular cuando la mañana acababa de nacer.
Un cielo celeste casi virginal recibía a las 8.10 horas a la que pasa por ser una de las devociones más auténticas y longevas de la ciudad, íntimamente ligada a las Ánimas Benditas del purgatorio y a la protección del escapulario. La Virgen del Carmen de El Perchel, muy arropada, pese a la hora y los 26 grados de temperatura, dejaba atrás su templo para dirigirse al Centro Histórico. De extramuros a intramuros, la liturgia volvía a repetirse: llegaba al puerto para embarcar y bendecir las aguas, tras el desembarco se producía el encuentro con la pequeña efigie de su misma advocación, la de los submarinistas, y se invitaba a los allí presentes al rezo del ángelus.
La Virgen del Carmen reanudaba su marcha hacia la Catedral pasado el mediodía, y una hora más tarde presidía una misa estacional en el templo catedralicio, desde donde iba a iniciar su procesión de gloria, ya bien entrada la tarde, para regresar a su barrio al calor, nunca mejor dicho, de sus devotos.
El reloj de la Catedral marcaba las 19.40 horas cuando se asomaba al Patio de los Naranjos la cruz guía de la corporación, pieza ejecutada en caoba y plata, concebida con un enramado de rosas y que contiene un relicario en su centro para albergar una reliquia de San Simón Stock, el famoso monje carmelita inglés del siglo XIII, prior de la orden, que tuvo un papel fundamental en la promoción de la devoción mariana, principalmente a través de la difusión del escapulario del Carmen. El madero, flanqueado por dos faroles, abría el camino a la comitiva. Y tras él, desde este mismo punto, se incorporaba detrás la banda de cornetas y tambores del Carmen, que, aunque no pertenece a la archicofradía, sus componentes mantienen una relación muy estrecha con la corporación y, por supuesto, con la Virgen perchelera. El remate del banderín, con la figura de esta imagen, en orfebrería plateada con la corona dorada, y las estampitas que sostenían con orgullo algunos músicos certificaban el idilio entre la formación y la 'Estrella de los Mares' de El Perchel.
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A continuación, salían las hermandades vinculadas a la archicofradía, como Humildad y Paciencia, María Auxiliadora y la Misericordia, esta última, con la que comparte sede canónica. También figuraban hermanos con bastones y un nutrido grupo de hermanas vestidas de marengo. Y entre las insignias presentadas, las banderas carmelita y sacramental, los estandartes de coronación y de la Virgen, con óleo de Bernardo Gutiérrez, el guion y el libro de reglas. Cerraban la comitiva, la presidencia, formada por el párroco y director espiritual de la archicofradía, José Manuel Caselles; el hermano mayor de la archicofradía, Juan Sebastián Beltrán, que finaliza su segundo mandato el próximo mes de octubre; el teniente hermano mayor, Juan José Montiel; la secretaria general, Lidia Henares Millán; y el concejal Francisco Cantos. Por último, el cuerpo de acólitos antecedía al trono, en proceso de ejecución, que, como novedad, ha exhibido las molduras del baquetón y dos cartelas talladas por el sobresaliente tallista malagueño Manuel Toledano. El conjunto lignario, del que ya se vislumbra que será un auténtico retablo itinerante con una extraordinaria ejecución y de una armonía perfecta, gracias al tándem de Fernando Prini y Manuel Toledano, presentaba este sábado un exorno floral sin estridencia ni abundancia, compuesto por rosas lavanda y melocotón, rosas de pitiminí, claveles, erygium blanco, alium y helecho.
Aparición de la Virgen
La Virgen del Carmen hacía su aparición a las 19.50 horas. En ese momento, una vez superada la puerta de las Cadenas de la Catedral, la banda de música de la Paz interpretaba el Himno Nacional, enlazado con la 'Salve Marinera', que era cantada por los potadores, vestidos con túnica marrón carmelita, y el mismo público allí congregado, que agradeció la presencia de la talla de Navas Parejo con aplausos.
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Todas las miradas se centraban en la imagen mariana, guapa a rabiar, peinada con tirabuzones y vestida por el granadino Álvaro Abril. La Virgen lucía el precioso hábito que le diseñara el recordado Fernando Prini, bordado por otro de los grandes artistas de Málaga, el bordador Manuel Mendoza. También llevaba el manto bordado en oro que realizara Joaquín Salcedo, su corona de coronación, unos pendientes de corales que le diseñó Curro Claros y aderezada con multitud de joyas, broches, collares y anillos, y sosteniendo el cetro con la mano derecha, y el Divino Infante, con la izquierda, que iba ataviado con chaqueta de príncipe color rojo bordada en oro por Alicia Vallejo, además de su pequeña corona dorada, símbolo de poder y realeza divina. Pero el público también se fijaba en los angelitos del trono, seis en total, obra del escultor Juan Vega, autor precisamente de la Virgen del Carmen del Puerto que tantos halagos ha tenido, y que se bendijo en la víspera de su festividad. Cuatro de estas figuras iban colocadas en la base de los arbotantes –el de la esquina izquierda presentaba, entrelazado en su cuerpo, una red realizada en talla, en alusión a El Perchel y su origen como barrio de pescadores– y dos, en el frente del conjunto. Asimismo, el trono mostraba dos relieves de Vega: el del frontal del cajillo, con la representación iconográfica de 'La entrega del escapulario de la Virgen del Carmen a San Simón Stock', y el del frontal de la peana, con 'Las Ánimas en el Purgatorio'.
Tras la salida, la Virgen entraba en la calle San Agustín y daba la curva hacia Echegaray, donde sonaba el 'Himno de la Coronación de la Esperanza', de Perfecto Artola, que tan buenos recuerdos trajo a los cofrades que se hallaban en esta vía en ese momento. Todavía seguían frescas aquellas escenas de la Virgen de la Esperanza en Roma.
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El paso de la Reina del Monte Carmelo por el Centro estaba siendo majestuoso, como el porte regio que mostraba la imagen. El calor era asfixiante, el viento era fuego –permítase la metáfora–, pero ni el terral era capaz de aminorar las ganas de ver a la Virgen del Carmen en su procesión triunfal.
Con 'Carmen Coronada', de Sergio Bueno, caminaba el trono por la plaza de la Constitución. Eran las 20.45 horas. Luego, turno en la calle Larios para 'Reina del Mar', de Abel Moreno, dedicada a la imagen carmelita de Cádiz. Y en la curva hacia Liborio García, cantaba el coro de Isabel López Mayorga y al baile, por malagueñas, las hermanas Vargas, cuando los colores del ocaso anunciaban el fin de la tarde.
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La Madre de El Perchel seguía su curso por el Centro. El público buscaba hueco en la estrecha calle Nueva y en sus callejones. 'Aquella Virgen', de Gómez Arribas, era la sintonía interpretada por la magnífica banda de la Paz para entrar en esta vía, y más al sur, en la plaza Félix Sáenz, nueva participación de un coro, en este caso, de castañuelas 'Capricho'.
Hermanas de la Cruz
Con la noche ya caída, la archicofradía visitaba el convento de las Hermanas de la Cruz, en la plaza de Arriola. Eran las 22.15 horas. Las monjitas cataban a María. Pero antes de que llegara la comitiva a este punto, la Virgen del Carmen había recibido una gran petalada, una lluvia de alegría infinita que el público agradeció con aplausos y vivas.
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Otra estación, con más años de tradición, se producía ante la iglesia de Stella Maris, de los padres carmelitas, donde sonaba la 'Salve Marinera' y, seguidamente, para reanudar la marcha 'Virgen de los Reyes', de Abel Moreno, y 'Malacitana', de Antonio Rozas, una delicia para los oídos, ya en la curva hacia la calle Vendeja, pasadas 23 horas.
Sin embargo, los momentos supremos y más esperados de la noche llegarían con la entrada de la imagen en Ancha del Carmen, en el corazón del barrio y muy cerca de su templo, que se presentaba adornada con un arco realizado con telas, papelillos y banderolas con leyendas alusivas a la titular de la archicofradía. 'Faro de las Almas', 'Anclados a tu escapulario' y 'Capitana celestial' eran las frases estampadas en las tres banderolas que cruzaban la calle de acera en acera. Y al fondo, en la misma fachada del templo, el resumen de todo: 'Carmen, Reina del Perchel'.
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En Ancha del Carmen estaba previsto que sonaran al comienzo dos marchas enlazadas, 'Málaga del Carmen' y 'Auxiliadora Nuestra', y también en este enclave del viejo Perchel le espera la panda de verdiales San Lorenzo Mártir, de Valle de Ablajís, y se han preparado varias petaladas, como las organizadas por la Asociación de María Auxiliadora y por un grupo de devotos y de la Juventud de la archicofradía, con lluvia de aleluyas incluida, además de la actuación de Eduardo Díaz.
Con el encierro culminaría una jornada que ha supuesto el reencuentro de muchos vecinos que ya no viven en El Perchel, un acto de marcado carácter identitario, una celebración de fe, una vuelta al pasado para seguir construyendo el futuro y, por supuesto, la entrega de Málaga a su Virgen del Carmen, que volvía de forma jubilosa a su templo entre vítores, aplausos y fuegos artificiales, dejando tras de sí una estela de devoción infinita.
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Mientras tanto, otros rincones de Málaga vivieron también momentos para el recuerdo, con las salidas procesionales de la Virgen del Carmen de los submarinistas, que visitaba la parroquia de San Gabriel, en La Malagueta, con el acompañamiento de la banda de música Maestro Eloy García de la Archicofradía de la Expiración, que se estrenó con esta asociación; de Madre de Dios, que recorría el Distrito Carretera de Cádiz y que lució un nuevo escapulario bordado realizado por Juan Manuel Sánchez Quiñones; y de la Colonia de Santa Inés, en el 75.º aniversario de su llegada al barrio, que contó con la banda de cornetas y tambores de los Gitanos, en cabeza de procesión, y la banda de música Cruz del Humilladero, tras el trono. Y este domingo, a las 18 horas, en la parroquia de San Patricio, cita con la Virgen del Carmen del barrio de Huelin, donde la imagen volverá a bendecir las aguas desde la playa de San Andrés. Y es que el fervor carmelita, lejos de apagarse, sigue navegando sin fronteras.
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