Esperanza de que todo vuelva a ser normal
A la hora nona, el Cristo de la Buena Muerte ya está en su trono esperando salir a las calles que lo esperarán sin hueco libre
Es Jueves Santo, tiempo de cuaresma hasta la hora nona, es decir, desde que sale el sol hasta las tres de la tarde. En ese momento se inicia el Triduo Pascual (Pasión, Muerte y Resurrección), que durará desde la tarde de hoy hasta el próximo domingo. Es uno de los tres jueves que relucen más que el sol, y en Málaga, más que nunca, se puede decir que es el que más de todos ellos. Hoy, sin embargo, las calles no estarán atiborradas de gente, sino que la soledad hará presa de las mismas sin procesiones, sin el sonido que nos pone los vellos de punta a todos, sin ese Cristo de la Buena Muerte pasando ante nuestros corazones mientras nuestros labios musitan «soy el novio de la muerte». En la hora nona, Jesús ya es Cristo Crucificado en la plaza de Santo Domingo. Ya está erigido en su trono tras un emocionante y multitudinario traslado a hombros legionarios. Patrono y Protector de La Legión y de Málaga entera, que lo aclama y lo vitorea, mientras su estela comenzará a reflejarse en paredes y escaparates ante los ojos que se alzan hacia el cielo. No hay más Soledad que la de María, la vigía de la parroquia perchelera que hizo el gran milagro de salvar a los marinos españoles que desde entonces le agradecen con su Salve Marinera el eterno compromiso con su estela. Es pequeña la Madre del Cristo de Mena, que no es de Mena, sino de Palma, pero que acaba siendo de toda Málaga entera, pero a la vez es enorme.
Enorme es la Esperanza de vida que cerrará un día que en Málaga es el más grande, que rebosa los vasos de emoción y de expectación a partes iguales. Se han agotado las entradas en las aceras, incluso, donde no hay ni sillas ni tribunas. Tres, cuatro, cinco, seis filas de malagueños encaramados al momento, todos con la Esperanza olor romero, la Reina de Málaga, la Virgen de Garrido, Gómez-Raggio y Lola Carrera, ese Nazareno Verde que está en nuestras venas, porque en esta tierra se es de esta, de aquella o de la otra cofradía... ¡y de la Esperanza! El Nazareno, mientras, nos bendice, y la Málaga cofrade se arrodilla cuando suena el clarín sobre el verde imaginario que alfombra nuestras calles.
Noticia Relacionada
Romero de devoción a la Esperanza
Es el día del Perchel, sin duda, y desde el Carmen sale el Chiquito, enorme como siempre, que mira hacia las playas de la Misericordia. Misericordia se le pide a su Madre, que todo lo puede. El Carmen se vuelve loco... Normal. Es un día enorme para todos.
Por Carretería está el Cristo de Viñeros que lleva en sus manos la llave de los sagrarios malagueños, abiertos de par en par esperando su entrada triunfal. Porque este Jueves Santo es el día de la última cena, donde se instituyó la eucaristía, sentido y vida. «tomad y comed todos de este pan...» le dice Jesús a sus apóstoles, incluso al que lo va a traicionar, maldito Judas, y el monumental trono los lleva a todos en ese momento por las calles malacitanas, mientras Rafael Salcedo, Carlos Guirado, Federico del Alcázar y Pepe Tirado estarán, viendo a unos y a otros, en la tribuna celestial. Zamarrilla, mientras, revoluciona Mármoles desde el corazón de su ermita. Historia y leyenda de Málaga se dan la mano en ese Cristo crucificado y en esa Virgen que obró el milagro y no sólo salvó, sino que redimió al bandolero. Rosa roja en su pecho, renovada tradición.
La hora nona queda ya lejos, y el Jueves Santo que oculta el sol se torna en Viernes Santo, y Málaga sigue llena, con movimiento por todos lados. Si analizamos bien, todos los puntos cardinales de esta vieja Malaka participan de una u otra forma en esta jornada. Desde San Felipe vienen las Santa Cruz y los Dolores en su Amparo y Misericordia... Bajar Dos Aceras es un homenaje a no pocos que ayudaron a que la Málaga de hoy sea lo que es. Paco Carmona, Francis Gutiérrez, Antoñito Campos, Juan 'el barbero', Pepe Santiago, María 'la lechera'... Vaya tribuna en la que siguen todos los mencionados anteriormente. Mientras, Vicente Pineda llega buscando al Cristo de Mena, algo que ya encontró Málaga entera. Cristo de la Buena Muerte, el mismo que da la vida a tanta y tanta gente que en este día consiguen trabajo y sustento para los suyos. Reparte pan para todos el Cristo de la Cena, y se nota en Málaga. Mucho.
Hoy, sin embargo, imploramos con la Esperanza de ver que este vacío en este día tan extraño será sólo una anécdota y no llegará más lejos. Lo imploraremos a ese Cristo de la Vera Cruz, de los primeros, pero también de los últimos en su modestia más absoluta: «Si no me dejas que te lave los pies, no estarás conmigo...». Y Pedro respondió a Jesús: «No sólo los pies, las manos y la cabeza si hace falta...». Los sagrarios siguen abiertos y los sacerdotes malagueños, en la misa vespertina, con su obispo al frente, el pastor que los guía, han renovado sus votos. Es Jueves Santo, y cuando la hora nona llega a los relojes, en teoría, el Cristo de la Buena Muerte ya está en su trono, y la Esperanza llena de verde, la esperanza que tenemos todos implorando a la Santa Cruz que nos libere de esta pandemia que tanto dolor nos está infligiendo, que ha tornado de negro una jornada en la que el azul del cielo y el amarillo sol tenían que ser los únicos y grandes protagonistas. La Amargura que nos inunda hoy cambiará gracias a la intercesión de quienes todo lo pueden. ¡Menudo equipo para ganar esta partida!
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.