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Barbarella

Golpe de dados ·

Cincuentenario del clásico filme de ciencia-ficción

Domingo, 19 de agosto 2018, 10:01

Aparte del también nombre, castellanizado, de una fugaz y mítica discoteca de Torremolinos, donde actuaron Tom Jones y James Brown, entre otros, clausurada en el lejano 1972, y de un hospital del SAS, el ambulatorio San José Obrero, situado en la avenida Juan XXIII y popularmente bautizado de esa forma porque su arquitectura circular recordaba a la discoteca, hoy deseo conmemorar el cincuentenario del estreno de la producción franco-italiana, dirigida por Roger Vadim, 'Barbarella', con Jane Fonda como protagonista, aunque su productor, Dino de Laurentis, hubiera preferido a Catherine Deneuve, pero no fue así, la voluntad de Vadim al imponer a su amante circunstancial, y no a la que lo había sido sólo unos años antes, enfadó a de Laurentis, pero por poco tiempo, ya que tras presenciar unas pruebas de la Fonda, y comprobar su indiscutible sensualidad, cayó en la red que le había tendido Vadim y dio luz verde a la norteamericana de cuerpo espectacular. La erotomanía de Vadim estaba acreditada, venía de largo, al margen de Deneuve y Fonda, Vadim había tenido por compañera a la Bardot, más tarde a Christine Barrault, y una multitud de romances conocidos -Jeanne Moreau, Birkin antes de Gainsburg-, a los que se sumaba una infinita agenda de 'affaires' que con el que soñaría otro controvertido cineasta, contemporáneo de Vadin, un tal Roman Polanski.

Esta producción franco-italiana cosechó un éxito mediano, pero tuvo el mérito de salir airosa de la crítica implacable de la que fue objeto; todavía hoy se mantiene como fábula voluptuosa de una tribu de cinéfilos. Sin embargo, Jane Fonda superó la fama de galáctica viciosa que poseía en el cómic de Jean Claude Forest, y se invistió de una inocencia que calentaba, y calienta, motores. Vadim, además, fue acusado de venderse al oro del cine comercial, el alumno aventajado de la 'Nouvelle Vague', sólo respetó al padre espiritual de todos ellos, a Jean Cocteau, al que, además, hace un homenaje subliminal a través del ángel ciego Pygar, interpretado por otro mito erótico, el hoy olvidado John Phillip Law. La película está rodeada de personajes y escenas que pertenecen a la leyenda del celuloide, sin ir más lejos, el científico loco Duran Duran, que se haría mundialmente conocido en 1981 gracias al célebre grupo pop británico que adoptó su nombre. Tampoco hay que dejar de lado que 'Barbarella' tuvo que competir en las carteleras de 1968 con otras dos joyas de la ciencia-ficción. Nada más y nada menos que con '2001, Odisea en el espacio' de Stanley Kubrick, en la que, lo siento, aquel niño que era yo se durmió, y con 'El planeta de los simios', el mejor trabajo de Franklin Shaffner, con la que aquel niño, al contrario, se estremeció cuando Charlton Heston descubre, semi-hundida en la arena, a la Estatua de la libertad. 'Barbarella' denuncia a una mujer que primero es violada y luego condenada a morir de placer pero que es tan fuerte que funde la máquina multi-orgásmica. Nada raro para una heroína de ciencia-ficción y muy extraño para una mujer, otra, maltratada en la Tierra.

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