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Cobre, cromo, níquel, cobalto, titanio, grafito, boro, litio, platino, wolframio, bismuto, teluro y tierras raras. Son los recursos naturales más cotizados, y de todos ellos hay constancia en Málaga. Cuando los principales países buscan con voracidad minerales estratégicos para la tecnología, la movilidad eléctrica y el armamento, la provincia cuenta con yacimientos sin explotar, en algunos casos en minas abandonadas.
Así lo reflejan los estudios liderados en los últimos años por el reconocido geólogo e ingeniero geotécnico malagueño Juan Carlos Romero, quien dirigió durante años el Museo de Geología y Mineralogía (actualmente clausurado). Esta institución también sirvió de base para la recogida de muestras por toda la provincia.
En el actual orden mundial vuelve a ser prioritaria la minería, a la caza de menas, que son los minerales de los que se extraen los metales estratégicos. Estos componentes son esenciales para que funcionen los móviles, los ordenadores, las telecomunicaciones, la industria aeroespacial, los coches eléctricos, las energías renovables, las baterías, el instrumental médico, los drones, la robótica y la inteligencia artificial. Además, la definición de «críticos» se debe a su escasez, la dificultad de extracción y su concentración en algunos países. En este contexto, Romero reivindica «la riqueza geológica de nuestros recursos estratégicos».
Minerales en Málaga
Álora
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Málaga
Marbella
Estepona
Cobre
Boro
Cromo
Wolframio, Bismuto, Teluro
Níquel
Cobalto
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Titanio
Platino
Grafito
Tierras raras
Minerales en Málaga
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En Andalucía en general y en Málaga en particular aparecen reservas de cobre, cromo, níquel, cobalto, titanio, grafito, boro, wolframio-bismuto, telurio, boro, litio, platino, e indicios de Tierras Raras. También, otros más comunes como hierro, plomo, zinc, antimonio, manganeso; junto a minerales industriales (arcillas, yesos, talcos, cuarzos, etc). Estos son los minerales que hay y su ubicación geográfica en la provincia.
Este metal se extrae de la calcopirita y la calcosina, diseminado abundantemente en Los Montes de Málaga (Cerro Santopitar, Arroyo Hondo, el Boticario, Alcuza y Este Puerto de la Torre, Arroyo el Ángel en Olías, Mojea en Colmenar, San Ramón en Comares y Peñas de Cabrera, en Casabermeja). Así como en las minas del Arroyo de la Cueva de Genalguacil, con trazas de otros metales como níquel-oro; y en Montecorto, en la Serranía de Ronda, junto a grandes reservas de hierro.
Es necesario para la fabricación de componentes electrónicos por su alta conductividad, aleaciones dúctiles, monedas, y de uso extendido en la producción de cableado, tuberías, generadores, motores, transformadores, telecomunicaciones, automoción, aeroespacial y la construcción.
Este metal duro y muy apreciado por sus características resistentes se encuentra en importantes yacimientos de cromita asociados a las rocas peridotitas, junto al níquel y el platino, en los términos municipales de Mijas (El Nebral), Ojén (La Gallega, Montenegral-Fuensanta), Estepona (Arroyo la Cala, Norte de los Reales), Carratraca (los Jarales, El Gallego) y Álora (Sierra de Aguas).
Es un elemento metálico antioxidante y anticorrosivo, utilizado en aleaciones de alta resistencia en la industria siderúrgica, catalizador de procesos químicos, colorantes en pinturas y siderurgia.
Este metal con características similares al cobre y muy apreciado en las aleaciones se encuentra con cierta profusión en las especies minerales niquelina y pentlandita, en yacimientos malagueños que ya fueron «Reserva Minera del Estado» entre los años 1940-1960. El níquel aparece formando filones y depósitos en los yacimientos de peridotitas, junto al cromo, platino y cobalto, en los términos municipales de Ojén (La Gallega, Cordobachina, Fuensanta y Zamba-Cerro Torrón); Estepona (Arroyo la Cala); Tolox (Puerto de las Golondrinas); Carratraca (Mina San Juan, Rosario, el Inglés y Cerro Minas en los Jarales); Álora (El Sapo en Sierra de Aguas) y Mijas (Valtocado, Puerto de Pescadores).
En la ciudad de los museos, choca que la riqueza de las rocas de la provincia no se dé a conocer en ningún sitio público. Hacia 2016 hubo un primer proyecto, liderado por el geólogo Juan Carlos Romero, de un Aula Museo de Geología y Mineralogía, en un local del barrio de la Trinidad, que divulgaba estos conocimientos y que tuvo que cerrar por la falta de apoyos oficiales, a pesar de que hubo incluso contactos con el alcalde, Francisco de la Torre, que no llegaron a fructificar. Tras seis años de labor divulgativa, la pandemia le dio finalmente la puntilla.
Sin embargo, los estudios de campo impulsados por el aula museo, de sus socios y con la colaboración de la Universidad de Granada, han hecho posible importantes avances en el conocimiento de los yacimientos de minerales estratégicos, que servirán de base a estudios de mayor alcance sobre la posibilidad de relanzar la minería malagueña, en plena «fiebre» mundial por los metales necesarios para las nuevas tecnologías.
No es tarde. Los fondos expositivos y documentales están disponibles; la provincia tiene una situación privilegiada y esta materia va a ir a más en el contexto mundial. Por, tanto, hay potencial para crear un centro de estudios geológico y minero en Málaga.
«Los minerales de níquel de Málaga y sus yacimientos vinculados a las peridotitas son los más sobresalientes de España, unos depósitos que todavía no han sido evaluados económicamente en profundidad, debido a su caprichosa irregularidad y la falta de estudios con técnicas geofísicas modernas», asegura el geólogo.
Es un metal de amplio uso en componentes eléctricos y electrónicos: tecnología informática, pilas y baterías con aleaciones, revestimientos electrolíticos protectores, componentes de vehículos eléctricos, aleaciones en baterías de cocina, monedas, paneles solares y en la industria de las telecomunicaciones y aeroespacial.
Este elemento metálico nunca ha sido explotado en Málaga, a pesar de que es un metal estratégico en alza. Las especies minerales presentes que contienen el cobalto son la cobaltina, la linneita y la eritrina. La labor del Aula Museo de Geología puso de manifiesto la presencia de depósitos asociados al cobre en Los Montes (borde sur de Cerro Alcuza, Arroyo Hondo); y en las minas del Arroyo de la Cueva en Genalguacil.
El cobalto es un elemento químico de uso estratégico, enfocado como componente esencial en las baterías de litio utilizadas en dispositivos electrónicos, vehículos eléctricos, aleaciones de acero resistentes al calor y a la corrosión, particularmente en la industria aeroespacial y automoción, y en la producción de imanes permanentes de ferrita, utilizados en motores, altavoces, etc.
Metal ligero, que destaca por su resistencia a la corrosión, no ha llegado nunca a explotarse en Málaga, a pesar de que aparecen yacimientos diseminados importantes de las tres especies: ilmenita, rutilo y titanita, en depósitos sobre rocas metamórficas y de erosión, en la Sierra Alpujata, en los términos municipales de Ojén (El Juanar, Puerto de Ojén); Monda (Los Villares, La Pelada) y Coín (Barranco Blanco).
Está en alza por sus innumerables aplicaciones en los campos de la industria aeroespacial, prótesis médicas, odontología, materiales anticorrosivos, como antioxidante, en pigmentos, pinturas, etc.
Este mineral estratégico es abundante en Málaga, hasta el punto de que las montañas de la provincia contienen «las mayores reservas a nivel nacional». Hay importantes yacimientos en Benahavís (Los Canutos de Doña Juana), que es la mina de grafito más antigua de España, explotada desde el siglo XVIII. Así como en Estepona (El Nicio, Padrón); Istán; Álora (El Águila); Carratraca (El Gallego y Cerro Minas); Mijas (Peña Blanquilla) y Ojén (Linarejos).
El grafito es demandado en la industria, la tecnología y la electrónica, para la fabricación de crisoles de fundición por su resistencia a las altas temperaturas; baterías alcalinas y recargables; extracción de grafeno; chalecos militares; reactores nucleares; pantallas; lubricantes; frenos en automoción; protección de dispositivos electrónicos, etc.
Es un elemento metaloide cuya evaluación ha pasado desapercibida y que está recobrando un gran interés por sus propiedades mecánicas y resistentes. Está vinculado a minerales presentes en la provincia, como la ludwigita y la dumortierita. Existen yacimientos de boro fibroso en Igualeja (Puerto y minas del Robledal); Carratraca (Cerro Minas) y Pujerra (Cerro la Mora).
El boro se utiliza como material resistente a tracciones en las aspas de los generadores eólicos; fabricación de vidrio; en medicina como antiinflamatorio y producción de colágeno; pirotecnia; protector contra las radiaciones en centrales nucleares y en limpieza industrial.
Estos tres elementos metálicos combinados fueron explotados en Málaga en una humilde mina al norte de Estepona (La Tejilla-Huerta Vinagre) hacia 1920 y a poco más de diez metros de profundidad. También en los albores de la Segunda Guerra Mundial (1944) como minerales de interés estratégico militar (mina El Bosquecillo). Sin embargo, este nicho no ha sido investigado adecuadamente.
El wolframio tuvo un uso en la industria militar de aleaciones de alta resistencia con el acero: baterías antiaéreas, tanques y otros vehículos militares; también en la industria eléctrica de filamentos de fluorescentes y lámparas, y en el labrado de metales. La especie mineral existente en Málaga es la scheelita.
El bismuto se usa en medicamentos como protector en pacientes con problemas gástricos, diarreas y úlceras, y en aleaciones de baja fusibilidad. Las especies minerales que contienen bismuto son el bismuto nativo y la bismutita.
El telurio se usa en fibras ópticas, células solares en los paneles, diodos y baterías, así como en colorantes en vidrio y cerámica. La rara especie mineral que contiene telurio en Málaga es la joseita y la telurobismutita.
Es un metal alcalino dúctil y ligero que aparece en concentraciones moderadas en la corteza, con un uso muy importante en las baterías recargables y en medicina, aplicado al tratamiento de la depresión y trastornos bipolares (carbonato de litio). En Málaga, aparecen concentraciones moderadas en minerales como la lepidolita, en Estepona (Puerto Mancilla); Cártama (Trascastillo) y Benahavís (Montemayor). Nunca ha sido explotado.
Es un metal blanco, muy pesado, que fue descubierto en Málaga hacia 1919 por el ingeniero de Minas malagueño Domingo de Orueta Duarte. Aparece a nivel primario junto a la cromita, y en depósitos secundarios por erosión en los aluviones de los ríos Guadaiza y Verde, entre Marbella e Istán; así como en las mineralizaciones de cromo-níquel de Carratraca (Mina San Juan, Los Jarales) y Ojén (Mina la Gallega, Arroyo los Caballos). Pese a sus buenas perspectivas económicas, nunca ha llegado a explotarse, y eso que los de Málaga son «los únicos afloramientos conocidos en España».
Tiene una amplia gama de usos por su resistencia a la corrosión, alta temperatura de fusión y ductilidad. Se emplea en joyería por su bello color blanco reflectante; en catalizadores para reducir los contaminantes; dispositivos médicos; termómetros, equipos de laboratorio; electrónica; industria química; fabricación de vidrio y como metal precioso (inversión).
Las tierras raras en Málaga aparecen como trazas, en concentraciones muy reducidas, vinculadas a minerales como los clinopiroxenos, zircones, granates y anfiboles como la hornblenda. Son componentes minerales de las peridotitas de Sierra Bermeja (Estepona); Alpujata (Ojén, Monda); Pelada (Coín) y Mijas. Así como en las envolturas de rocas metamórficas, tipo granitoides y gneises, vinculadas a las peridotitas.
Sus aplicaciones son enormes y cada vez muestran una mayor demanda de mercado, vinculadas a la tecnología de precisión y la inteligencia artificial, entre los que destaca la producción de diodos en electrónica, teléfonos inteligentes, ordenadores y televisores de pantalla plana; así como para imanes permanentes de alta potencia que se encuentran en motores eléctricos, turbinas eólicas y discos duros, componentes en vehículos eléctricos, baterías recargables, pantallas y fluorescentes en iluminación y medicina, fabricación de vidrios, cerámica y metalurgia, y láser de precisión en los campos de la medicina quirúrgica e industria militar avanzada.
Con tal panorama de recursos de interés nacional, el geólogo Juan Carlos Romero reclama un mayor impulso de investigación minera por parte del Estado, «para actualizar con medios más sofisticados de prospección los datos obsoletos del siglo XX». Además, pide que se termine con el «parón de la minería, por las políticas ecologistas de las directivas europeas, que han estigmatizado las prácticas mineras como las causantes de la destrucción del medio ambiente, sin valorar la riqueza generada por las minas y el desarrollo industrial».
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Ivia Ugalde, Josemi Benítez e Isabel Toledo
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