Manilva construye una zona deportiva sobre el recinto ferial

Ya se están realizando las primera reparaciones del pavimento y en breve se procederá al pintado de las zonas deportivas. Una vez acotadas las áreas de juego, se equiparan con todo lo necesario: redes, canastas, porterías, todas ellas desmontables, para alternar el espacio con la celebración de festejos o conciertos. Aparte del aparcamiento, que queda fuera de los trabajos, habrá lugares para la celebración de juegos tradicionales, como una zona para jugar al pañuelo o al balón prisionero. Asimismo, el recinto contará también con una gymkana ciclista, un 'skate park', voleibol, barras de calistenia, carril de patinaje, dos pistas de tenis, dos de baloncesto, dos de fútbol sala y un circuito para bicicletas.

«Es un recinto ferial, con las irregularidades que eso conlleva. Hay diferentes cotas en las las pistas, lo que hace que, por ejemplo, una canasta esté 2 centímetros más alta que la otra». No son, pues, homogables a las de un polideportivo al uso. «No tienen las medidas oficiales. Está enfocado al deporte callejero», justifica Ruiz Rodríguez. «El presupuesto es muy ajustado, ya que el recinto ya cuenta con todos los suministros necesarios. Se ha pintado la superficie del recinto con una pintura especial, que ha sido el mayor capítulo del presupuesto, aparte del mobiliario desmontable. Las pistas quedarán a la vista cuando se celebren festejos. Tenemos prevista una segunda fase, cuando incorporemos zonas de sombra y una nave almacén».

«El recinto ferial forma parte de nuestro sistema general. Así estaba establecido, junto a la parcela de la depuradora que está cerca. Era una parcela privada, una huerta con naranjos. En los años en que gobernaba el GIL, en torno a 2003, se decidió que aquello debía adquirirse o expropiarse. Se llegó a un convenio urbanístico con un promotor, según el cual compraba el recinto ferial y se lo cedía al Ayuntamiento a cambio de ampliar su edificabilidad». Este convenio no llegaría a materializarse, porque en esos terrenos no podían darse esas condiciones. Poco después, la empresa quebró. «En ese impasse, el Ayuntamiento convirtió la huerta en un recinto ferial. Se invirtieron cerca de siete millones de euros. Al final hubo un concurso de acreedores y la finca cayó en manos de subasteros», explica el edil. El Ayuntamiento en ese momento tenía una infraestructura sobre un terrero que no era de su propiedad. De hecho, fue pasando de mano en mano. Durante todo este tiempo, al no tener la disponibilidad de los terrenos, el Ayuntamiento no pudo seguir invirtiendo.

«Desde el año pasado, ya es terreno municipal. Un subastero se puso en contacto con el Ayuntamiento y vimos la oportunidad de formalizar la situación. Después de realizar una valoración por parte de los arquitectos municipales, se adquirió por 400.000 euros. Si no hubiese sido así, habríamos seguido el camino de la expropiación. A partir de ahí, nos planteamos qué usos podía tener aparte de la celebración de la feria. Decidimos convertirlo en una zona de ocio. Convocamos a la delegaciones de Juventud y Deportes y estudiamos por consenso cuál era la demanda». Y he aquí el resultado.