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Nieves Castro
Martes, 24 de marzo 2015, 18:08
Dice que no sabe nada de economía, pero este mediodía Leopoldo Abadía ha dictado una clase magistral en Marbella. Este ingeniero industrial, responsable de diversos libros sobre la crisis, ha afirmado que tras «una época larga y tristona» ha llegado la «hora de los sensatos». El octogenario, autor de superventas como La crisis ninja y otros misterios de la economía actual o Qué hace una persona como tú en una crisis como esta, ha invertido media hora de reloj en explicar qué es eso de la sensatez aplicada a la economía. Según el ponente -que ha intervenido en la presentación de un nuevo servicio para extranjeros de La Caixa, HolaBank-, una de las cualidades básicas es la prudencia, que consiste, asevera, en «no pasarse ni por audaz no por cobarde».
Abadía, que ha dedicado buena parte de su vida a enseñar política de empresa en el IESE, lamenta que hoy día existan empresas que pueden invertir «normal» y «que invierten menos por si acaso» y familias que pueden gastar «normal» y «que gastan menos por si acaso». Para explicar cómo repercute sobre la economía esta prudencia mal entendida, el profesor, padre de 12 hijos y abuelo de 35 nietos, ha echado mano de sus vivencias personales. «Hoy todos mis hijos están ganándose la vida y mi mujer y yo vivimos como nunca», ha reconocido ante el público, al que ha confesado que hace un año y nueve meses compartió con su mujer la necesidad de renovar el viejo blazer con el que acostumbraba a dar las conferencias que le llevan por todo el mundo. La compra de la nueva chaqueta se frustró porque su esposa le dijo que aún podía aguantar con la antigua. Ni siquiera el argumento de que a la prenda ya se la veían ovillos por los codos convenció a la mujer. «Me he pasado un año sin levantar los codos en las conferencias», ha revelado con ironía el octogenario, que por fin consiguió hacerse un blazer hace nueve meses. «Podía habérmelo hecho antes, sí. Me lo hice, no. ¿Qué importancia económica tiene eso? Ninguna, pero si hay mil como yo significa que hay mil chaquetas que no se venden, mil chaquetas que no se fabrican y diez o doce personas que se van a la calle», argumentó. «Estamos en la época de gastar con cabeza, que es la definición de austeridad», reivindicó.
Pero el sensato, según Abadía, no es sólo prudente, también es optimista, tiene criterio y trabaja bien, una última cualidad que, dice, es obligatoria. «En estos momentos de competencia brutal, si el de aquí me da un servicio ligeramente mejor que el de allí, me cambio sin ningún problema de lealtad. Y si el de allí va y se hunde dirá que se ha hundido por la crisis; y habrá que decirle, no señor, te has hundido por hacer las cosas mal. Punto», sentenció Abadía ante un aforo de banqueros totalmente entregado.
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