Pequeños lujos agrios
Un buen vinagre es clave para un buen plato
Esperanza Peláez
Viernes, 8 de abril 2016, 22:11
Lo peligroso de ser una foodie-cocinómana es que como te dé por algo empiezas y no paras. A mí, de sartenes, ollas y robots ... de cocina me gusta tener poco (y si puede ser, bueno), pero para los productos no tengo límite, y mi última locura es el vinagre.
Allá cada uno, pero considero abominable comprar unas sardinillas o unas codornices fantásticas y hacer un escabeche con un vinagre común. O hacerse traer tomates huevo de toro ecológicos recogidos con el rocío de la mañana y estropearlos con vinagre de sidra (¡Nooo!).
La ventaja del vinagre es que es un lujo bastante accesible. Sin ir más lejos, el que ven en la fotografía, Corumbel, lo elabora nada menos que la bodega Luis Felipe. Envejece bajo el mismo techo, en botas de roble americano, y aporta parecidas notas de madera, y cuesta poco más de 7 euros la botella. Pongo este ejemplo porque el brandy Luis Felipe, además de excelentísimo, cuesta un ojo de la cara, y mira, lo del vinagre es como poder entrar en Tiffany's y comprar algo.
En general, los vinagres elaborados a partir de vinos olorosos suelen preservar un recuerdo alcohólico que forma parte de su buqué, pero que a mí no me convence según para qué usos. Ese recuerdo es una característica de buena parte de los apreciados vinagres de Jerez, por eso me quedo con los de la DO Condado de Huelva, menos conocida pero tal vez por eso con precios más moderados y productos extraordinarios. Uno que casi podría beberme es Andrade Reserva 1985, un vinagre de vino viejo del Condado que es un espectáculo. Entre los jerezanos hay otro que me vuelve loca, Bracamonte, de González Byass. Cualquiera de ellos además tiene la ventaja de que se puede comprar online.
Y para hacer patria, recomiendo también un par de vinagres malagueños. Uno magnífico es el Vinagre Cezar, de las bodegas del mismo nombre de Gaucín, elaborado a partir de una mezcla especial de vinos por el enólogo de la bodega, José Manuel de Cózar. Es seco, equilibrado, ligero y redondo. Y otro que se sale de la categoría de los grandes reservas pero está muy conseguido es el vinagre balsámico Morá, aromatizado con zanahoria morá de Cuevas Bajas. Muchísimo mejor que los falsos balsámicos de Módena que nos inundan.
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