Una expulsión que condicionó al Málaga en el Pepico Amat
Un desajuste defensivo injustificable dejó mano a mano en campo propio a Galilea con Sekou, al que derribó de forma instintiva en el minuto 7, un lastre insalvable para el equipo, que con todo no gestionó bien la inferioridad
«Al final de temporada ocurren muchas cosas inexplicables y tenemos que estar alerta», manifestó Sergio Pellicer en rueda de prensa este viernes, y su ... presagio se está cumpliendo. El Cádiz esa noche jugó casi 50 minutos con dos jugadores más ante el Almería, pero no lo supo gestionar apenas y remontó sólo con dos goles después del 95; el Zaragoza esperó a los instantes postreros para hacer lo mismo ante el descendido a Cartagena con dos nuevos goles (2-1)... y el Málaga se vio con diez en el minuto 7 de su duelo en Elda.
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La expulsión condicionó el partido, pero no se puede apelar a un error arbitral ni a un criterio riguroso. Todo partió de un grave desajuste defensivo. El Málaga disfrutó de un saque de banda en ataque por medio de Murillo, pero se vio enseguida con una pérdida en el área y un pase inmediato de un jugador local a Sekou, que en campo propio peleaba en el mano a mano con Galilea cogiéndole a la espalda.
El vitoriano era el último defensor, sin ayudas. Tres compañeros, Murillo, Luismi y Dani Sánchez, corrían algo más retrasados. Un error grave que a esas alturas de partido penaliza más que un gol. Seguramente Galilea se hubiera ahorrado el agarrón de haber tenido varios segundos más para tomar una decisión sopesando las alternativas. Ni siquiera es una baza fiable el senegalés corriendo al espacio con tantos metros por delante y mucho tiempo para pensar en la definición. Sin embargo, los futbolistas obedecen al instinto.
El Málaga no gestionó del todo bien la inferioridad numérica todo el partido. Sólo en el 96 se equilibró la balanza con la roja a Juanto Ortuño, pero ya era tarde. En un primer momento Pellicer retrasó a Izan Merino para que jugara donde Galilea, y se quedó sin un medio centro, con un 5-3-1, pero a la media hora introdujo en el campo a Álex Pastor por el sacrificado habitual en estos casos (ya lo fue en Albacete), Antoñito. Adelantó de nuevo a Izan Merino y pasó a un 4-4-1.
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Durante el primer tiempo apenas conservó el balón y pareció especular demasiado con un empate que le resultaba favorable, aunque quedaba mucho tiempo para pensar en que el objetivo fuera factible. Incluso, así comenzó el segundo tiempo. Las pérdidas eran inmediatas y el Málaga sólo tuvo dos posesiones más o menos duraderas para que el Eldense corriera hacia atrás.
Sin embargo, no tardó en quemarse. El Eldense generó ocasiones, y los Ortuño hilaron el gol del partido, y el Málaga acabó con un solo tiro entre los tres palos, pero uno previo a la expulsión de Galilea, el de Lobete. Demasiado poco bagaje pese a la inferioridad numérica. Los cambios de Pellicer no le dieron un giro especial al partido. La expulsión pesó, pero quizás más de lo esperado.
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