Tormenta perfecta en Málaga: las claves del último temporal
El viento y las olas han provocado daños más graves en las playas y los chiringuitos que en años anteriores, y ello se debe a un cúmulo de circunstancias negativas
La que azotó el litoral de Málaga y buena parte de la Costa del Sol a finales de la semana pasada fue la tormenta perfecta. ... El viento y las olas han provocado en esta ocasión daños más graves en las playas y los chiriguitos, especialmente en la capital, Marbella y Fuengirola, que en ocasiones anteriores, y ello se debe a un cúmulo de circunstancias negativas que se conjugaron los pasados 18 y 19 de noviembre.
En primer lugar, llama la atención que las olas, aun siendo altas, en torno a los cinco metros, no llegaron a las cotas de otras ocasiones. En concreto, en abril de 2017 marcaron un récord, cuando las olas de casi ocho metros de altura provocaron problemas en la urbanización Sacaba Beach, así como en los arenales y paseos marítimos de Guadalmar y Huelin.
Entonces, ¿qué ha ocurrido esta vez? José Carlos Báez, investigador del Instituto Español de Oceanografía, estaba en la sede del centro, en el puerto de Fuengirola (se está ultimando la nueva en el muelle de San Andrés de la capital) y lo relata así: «Las olas que no eran muy altas pero daba la sensación de que estaba lloviendo en los cristales de la sede; mi coche estaba aparcado en el paseo marítimo y lo tuve que lavar porque estaba lleno de salitre».
Por tanto, la capacidad destructora de este temporal fue una conjunción de cuatro factores unidos. De una parte, las olas, que como recuerda el científico, cinco metros es una altura considerable para el Mediterráneo, aunque no sea la más alta que se haya visto. A ello, se suma el llamado mar de viento: «El viento fuerte empujaba el agua tierra adentro: era agua empujada por el viento, no tanto la ola en sí». Las rachas fueron de casi 90 km/h. El tercer factor fue la marea, que estaba muy alta a causa de la luna llena.
José Luis Escudero, experto en la meteorología de la provincia, que disecciona en su blog Tormentas y Rayos, coincide en que las olas no fueron tan altas como en otras ocasiones, pero se unieron a la marea, que estaba alta por la citada incidencia lunar; y la mar de viento, «que fue muy fuerte e hizo que el oleaje penetrara más tierra adentro».
Cambio climático
A ello, José Carlos Báez añade otros dos factores. El primero es que hace poco que ha pasado el verano, y lo explica: «La playa es dinámica, de forma natural en verano se deposita más arena, pero al terminar el verano los frentes de olas se comen la playa, por lo que estamos justo en el periodo de esta dinámica en la que las playas ya no son tan anchas, y por eso el temporal llega mas cerca».
Y todo ello, enmarcado por un problema que es global, y es que el nivel del mar está subiendo por culpa del calentamiento, «un hecho comprobado y constatable», según el investigador. «Por tanto, si tienes que el nivel del mar ha subido, olas grandes, mucho viento y la estación del año en que estamos donde no hay playa, pues el agua llega donde nunca antes había llegado», concluye.
Lo peor es que este no es quedará como un acontecimiento puntual, sino que va a ser recurrente. «La gente no es consciente del cambio climático, no es solo que haga mas calor, es que afecta al mar, que también se calienta. Todo esto significa que las oscilaciones que marcan los cambios van a ser cada vez más intensos, y el mar, al estar más caliente, cuando viene una tormenta tiene mas capacidad de transferirle energía».
De esta forma, Báez augura que se producirán más mangas marinas y medicanes (huracanes que se producen en el Mediterráneo), y crecerá la incertidumbre. «Estos eventos van a ser cada vez más frecuentes y virulentos, con climas cada vez más extremos».
En cuanto a los daños, la capital y Marbella son los que han sufrido los más graves. En la primera, Teresa Porras, concejala de Playas de Málaga, indica que lo más grave ha ocurrido en La Caleta, donde los chiringuitos Oasis y Tropicana se han quedado con los cimientos de las terrazas descarnados y ha habido una importante pérdida de arena. Y lo mismo ha ocurrido en Guadalmar. «Estamos valorando los daños y el perfil de invierno de las playas, pero pediremos al Gobierno que haga aportes al menos en la zona de los chiringuitos». En cambio, Huelin y La Misericordia ha escapado mejor que en otras ocasiones.
En Marbella, el agua ha llegado hasta cotas muy altas, donde nunca lo había hecho antes en la zona de la Milla de Oro, según denuncian los vecinos. Por el camino, ha arrasado con varios establecimientos de playas en toda la franja marbellí, en El Bajondillo (Torremolinos) y en Fuengirola.
Desde la Dirección General de Costas indican que los mayores daños se habían producido en la zona occidental, aunque se están evaluando actualmente los daños. También comentaron que en algunos casos, sobre todo en el entorno de Marbella, se había producido un alcance del agua del mar en zonas más elevadas de lo habitual, aunque sin apenas daños; mientras que algunos de los chiringuitos dañados tienen terrazas con dimensiones sensiblemente mayores de las que están autorizadas, lo que ha agravado la situación.
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