
Juan Alfaro: «Ahora la mayoría recicla, algo que era impensable hace unos años»
«Cada uno puede llevar los principios de la ecología con independencia de la educación o el estrato social que tenga», dice
La palabra sostenibilidad ha hecho una carrera global. Los políticos la usan con alegría y es raro el informe en el que no aparezca de ... una manera u otra. El Observatorio de Medio Ambiente Urbano (OMAU) ha celebrado unas jornadas para analizar cómo deben ser las ciudades y los entornos laborales para mantener la sintonía entre el avance económico y el cuidado medioambiental. Uno de los invitados, el secretario general general del Club de Excelencia en Sostenibilidad, Juan Alfaro (Albacete, 1968), atiende a SUR.
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–¿Qué hay detrás del concepto de sostenibilidad?
–Es algo muy sencillo. Es compatibilizar el crecimiento económico con el cuidado del medioambiente y el desarrollo social. Podemos generar economía y no por ello tenemos que menoscabar el medioambiente ni penalizar los aspectos sociales.
–¿Cree que se ha pervertido el término sostenibilidad en los últimos años? Es una palabra que está en cada informe, en cada charla que da un político.
–Yo creo que, a día de hoy, toda actividad que no se tilde de sostenible no es valorada. Por lo tanto, creemos que cualquier producto o servicio que se ponga en el mercado y sea sostenible tiene una atracción en el mercado diferente. Antes no teníamos asignaturas como conocimiento del medio. Las generaciones que vienen, por ejemplo, tienen asignaturas relacionadas con el reciclaje. Eso significa que esos consumidores del mañana van a ser más demandantes de soluciones sostenibles.
–Una cosa es que una empresa se tilde de sostenible y otra que lo sea realmente.
–Ahora estamos en un momento estupendo para eso. La Unión Europea acaba de sacar una legislación para acabar con todas las prácticas de 'greenwashing' que puedan hacer las empresas. Los requerimientos para que un producto pueda llevar una etiqueta que lo califica de sostenible son muy exhaustivos. Si tú mañana vas al lineal y compras un producto que se presume ecológico es porque científicamente está testado como tal.
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–¿En qué piensa usted a día de hoy cuando piensa en el concepto de sostenibilidad?
–Pasan por mi cabeza valores que tienen que ver con el respeto, con el cuidado, con el planeta… Hemos evolucionado muchísimo. Antes no teníamos indicadores que verifiquen la sostenibilidad como sí tenemos ahora. Empresas que plantan bosques para cumplir con sus protocolos de emisiones. Compañías que lanzan al mercado detergentes que eliminan las microfibras, compañías que trabajan en la digitalización de redes para el suministro de agua para evitar las fugas. Estamos metidos en un proceso muy intenso. Aunque, ojo, esto es un proceso de lluvia fina. Hay muchas cosas por hacer, pero estamos en el camino.
–¿Lo demanda la sociedad o lo impone el legislador?
–La sociedad lo demanda, claro. Ahora la mayoría recicla. Algo que era impensable hace algunos años.
–¿Una empresa pequeña puede aplicar recetas para la sostenibilidad sin que se disparen los gastos?
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–Lo pueden hacer todas las empresas. Grandes, medianas y pequeñas. Imagina un zapatero que pone en la puerta un reclamo que diga: «Traiga su calzado para un uso posterior». Ese zapatero, con una pequeña labor de manipulación, puede conseguir que ese calzado se use de nuevo.
–Miremos las ciudades. ¿Dónde está Málaga en sostenibilidad?
–Málaga está en un nivel espectacular. Limpieza, recogida de residuos, gestión de la iluminación… Todo ese concepto está en la ciudad. Y la ciudad no es el Ayuntamiento, la ciudad son los ciudadanos que contribuyen a que una ciudad sea sostenible.
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–En muchos barrios de Málaga seguro que se difiere de esa consideración de «espectacular».
–En ese proceso de lluvia fina, al final, las ciudades serán ecosistemas en los cuales la ecología tenga un atributo principal. Aunque esto no es de hoy para mañana. Esto exige una planificación.
–En el plano personal, ¿qué puede hacer cada uno en su pequeña parcela?
–El atributo sostenibilidad se lo tiene que arrogar cada uno. Pero un ciudadano, pienso en el día, pues un ciudadano que vaya en bicicleta al trabajo. Y si no va en bicicleta, que vaya andando. O en coche eléctrico. Luego ese ciudadano tiene en su casa iluminación led que menos consume, ese ciudadano recicla, cuando se deshace de ropa, busca la manera de un nuevo uso.
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Conciencia
–¿Hay un componente de clase en la sostenibilidad?
–Más que un componente de clase, hay un componente de conciencia en la sostenibilidad. Cada uno puede llevar los principios de la ecología con independencia de la educación o el estrato social que tenga. Son principios globales.
–¿Cómo se deben enfocar las políticas de sostenibilidad para no dejar atrás a los que menos tienen? Le pongo un ejemplo: un vehículo eléctrico cuesta como poco 25.000 euros.
–Ha habido muchos planes públicos que han premiado la adquisición de estos coches. Lo estamos viendo en los últimos datos. El 50% de los coches nuevos ya son eléctricos o híbridos. Hace algunos años, ese dato hubiera sido muy diferente. La renovación del parque automovilístico se está premiando.
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–¿La movilidad es una pata fundamental de la sostenibilidad?
–Es una pata bastante crítica. Los ayuntamientos están trabajando en sus planes de movilidad y aquí creo que es muy interesante lo que se está desarrollando. Andar es lo más sostenible. Pero vemos como las ciudades también se llenan de 'startups' de patinetes o coches compartidos.
–Málaga aspira a acoger la Expo 2027 con el siguiente lema: 'La era urbana: hacia la ciudad sostenible'. ¿Cree que tiene posibilidades?
–Málaga tiene un carácter pionero, sin duda. Pero las posibilidades de que se le otorgue a Málaga se escapan a mis conocimientos.
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