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Cuando Rocío Calderón, 47 años, empezó a sentir que Izquierda Unida (IU) era el partido que mejor canalizaba sus inquietudes políticas, se escribía el año ... 2008. La ahora concejala de Rincón de la Victoria, que luce una pulsera con colores republicanos, identifica sin tapujos a quién fue su mentor. Nada menos que Antonio Romero, el líder más carismático que ha tenido IU en Málaga.
Alejada de la vida orgánica del partido hasta ahora, nada hacía indicar que el camino iba a llevar a esta madre de un hijo con autismo a la pugna por el liderazgo provincial de IU. «Lo mío siempre ha sido el municipalismo», resalta a SUR.
No estaba claro que finalmente iba a encabezar ella misma una candidatura para enfrentarse a la de Toni Morillas, actual coordinadora provincial de IU, que aspira a revalidar el cargo. De hecho, Morillas contactó con ella para integrarla en su lista. Ambas quedaron para un café. En un contexto de cordialidad, Calderón le transmitió que había cierto malestar entre las bases, que se verían más relegadas que nunca en la participación. El núcleo duro de IU en la provincia son ahora mismo unas 800 personas que pagan su cuota de militancia y están al día.
«Me reuní con ella y honestamente le dije que hay un sentir negativo generalizado. No es algo que viene de ahora, es el resultado de años en los que las cosas no se han hecho bien», detalla Calderón e insiste en que las críticas que ella expone buscan ser constructivas. «Reconocemos el trabajo de Toni Morillas», puntualiza.
Pero Calderón ha llegado hasta aquí porque quiere responder con un «sí» a la siguiente pregunta que se planteará el último fin de semana de mayo. ¿Puede haber una alternativa a Morillas al frente de IU en Málaga? Este jueves se reunieron varios cargos en la plaza de la Constitución para brindar su apoyo a Calderón. Entre ellos, el alcalde de Teba, Cristóbal Corral. Es una de las voces que defiende que «los pueblos están abandonados» por la actual dirección del partido.
Son las asambleas las que siempre han marcado el rumbo de IU. Siempre han existido bloques de poder en el partido, pero la última palabra recalaba en la militancia. Estas asambleas se habrían deteriorado o dejado de lado por completo. Algunas veces por la vorágine del contexto político reciente, en el que se han encadenado varias elecciones. Otras para evitar males mayores en el siempre complejo encaje de bolillos que exige montar una confluencia. Ya fuera con Podemos o más tarde con Sumar.
Han sido muchos meses en los que el partido ha estado en un estado que se podría calificar como nervioso. Compañeros que tratan de colocarse. Conversaciones discretas e intentos de posicionar a uno u a otro. Para Calderón, esos tiempos han pasado ya y la excusa del pragmatismo para saltarse procedimientos innegociables en IU ya no es valida.
Si fuera por ella, el poder de decisión recaería de lleno en la figura de la asamblea. Y no solo en teoría. «La asamblea es soberana. Eso siempre me lo decía Antonio Romero. Hay que recuperar esa soberanía», resalta. «Hay que escuchar, nuestros mayores tienen mucho que decir», añade.
Calderón admite que ha dudado. Pero un militante tras otro le habría pedido dar el paso. «Yo creo que a lo mejor por mi perfil conciliador. Baso mi política en el respeto y en el debate sano», señala. No quiere un lucha agotadora entre compañeros y recuerda que, después de las votaciones, todos volverán a remar en la misma dirección.
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