Un enamorado de Málaga, en el corazón de la ONU
Nacido en Los Ángeles, «provincia de Málaga», estudió en San Agustín y tiene en la capital su «mundo emocional».
Puede que fuera una señal del destino que marcaría su futuro profesional. Agustín Santos Maraver nació en Los Ángeles (California), «provincia de Málaga» en 1955. ... Hasta allí se había ido su padre, uno de los primeros médicos españoles que pudieron participar en los programas de investigación en Estados Unidos. Siete años permaneció en aquel país hasta que la familia regresó a Málaga, a la calle Amador de los Ríos, del popular barrio de Pedregalejo, de donde es originaria su rama paterna.
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Santos Maraver estudió en el colegio San Agustín, en cuyas aulas estuvieron su padre y sus dos tíos y por donde han pasado tres generaciones de la familia Santos-Rein, y a su conclusión se marchó a Madrid, a la Universidad Complutense, para estudiar Filosofía y Letras y Política y Sociología; en aquellos momentos en Málaga sólo existía la Facultad de Económicas.
Integrante de una familia en la que había médicos, como su padre y su abuelo –fueron pediatras y dirigieron la Casa Cuna y el Hospital Materno Infantil–, así como arquitectos, farmacéuticos, periodistas y funcionarios, Agustín Santos Maraver se decidió por la carrera diplomática y en 1980 entró en la Escuela Diplomática y dos años después, en agosto de 1982, ya estaba destinado en la embajada española en China. Fue el primer paso de una intensa y extensa carrera para este padre de dos hijos y abuelo de dos nietos.
A pesar de haber recorrido el mundo, lleva a la provincia en el corazón. «La mayoría de mi familia se concentra en Málaga, así como mis amigos del colegio. Mi mundo emocional es malagueño», relata, al tiempo que añade que ahora ha surgido una nueva relación profesional con el Centro Antiterrorista de Naciones Unidas en la capital. «Todos los días tengo noticias frescas gracias al grupo de whatsapp de mis primos y amigos del colegio como Rafael Morales», añade.
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Agustín Santos cuenta que viene siempre que puede aunque «menos de lo que me gustaría» y señala Pedregalejo, El Palo, la playa y el paseo marítimo, con los Baños del Carmen, el Centro de la ciudad, alrededor del viejo Colegio de San Agustín «que a pesar de la importante renovación me sigue recordando los escenarios de nuestras travesuras» y el monte San Antón como sus lugares predilectos.
Son esos espacios, pero especialmente el Centro, la Alameda, calle Larios y perderse por la judería los sitios que recomienda a sus amigos este aficionado a la vela, el excursionismo y los libros.
Sobre su trayectoria profesional, comenta que el balance ha sido «muy positivo», aunque añade que «siempre queda la duda de haber arrastrado a los hijos conmigo y en qué medida esto condicionó su educación».
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