El profesor e investigador Cristóbal Ruiz Román. SUR

Cristóbal Ruiz Román, profesor de la Facultad de Educación de la UMA

«Los vecinos de Los Asperones hoy son los niños que llegaron hace cuarenta años»

El investigador hizo un minucioso trabajo de campo en el barrio y concluye que un plan de realojo ha de consistir en algo más que dar vivienda: ha de ser individualizado, atender a la diversidad de sus vecinos y conseguir su plena inclusión en la ciudad

Domingo, 21 de septiembre 2025, 00:01

Cristóbal Ruiz Román lideró un equipo de la Universidad de Málaga que investigó en profundidad el barrio malagueño de Los Asperones, lo que dio lugar ... al libro 'Voces que no(s) cuentan. Análisis de la exclusión social desde las metáforas y propuestas para hacer pedagogía social' en el que se expresan los propios vecinos, muchas veces con metáforas. El trabajo fue merecedor de un premio de la Fundación Foessa, de Cáritas. SUR mantiene una conversación con el profesor de la Facultad de Educación de la UMA después de haber hablado con habitantes de Los Asperones sobre su futuro realojo y él da las claves de cómo ha de abordarse el proceso.

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–Los vecinos de Los Asperones con los que hablamos están divididos entre quienes quieren irse sin dudarlo, quienes querrían quedarse y quienes temen que si se los llevan a otro sitio, pueden quedarse en la calle.

–En nuestra investigación, 'Voces que no(s) cuentan' nos salió una palabra muy rara: «empobretados». No existe, pero sí que expresa la idea de estar encerrado en la pobreza, que a su vez habla de un gueto, de la guetización y de la estigmatización, cosa que vemos sobre todo sobre los adultos, a quienes se responsabiliza de su situación. A mí me viene bien pensar que esos adultos de hoy fueron los niños que llegaron allí hace casi cuarenta años y que, como nos salió también en nuestra investigación, se sienten allí «condenados». Y eso también engancha con otras frases que os han dicho a vosotros cuando se les plantea el futuro, ese «nos llevan» a otro sitio o la incertidumbre sobre el «dónde les van a llevar»: eso expresa un sentimiento de abandono, de incapacidad, de vulnerabilidad.

–Respecto a la cuestión de la guetización: hay personas que sí se quieren ir, pero no con el resto de los vecinos de Los Asperones.

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–Hay algunas claves que son fundamentales en la intervención y en el futuro de los vecinos de Los Asperones: y una de ellas es ésa, la inclusión, lo de querer ser parte de Málaga y estar con todo el mundo. En el estudio que hicimos allí y en los que estamos haciendo en diez barrios de España, mucha gente lo que nos manifiesta es eso. Los Asperones es un gueto que se ha cronificado y que va camino de cumplir casi 40 años. Ello construye un sentimiento identitario entre sus vecinos de haber sido apartados, de estar aparte. A veces olvidamos la historia: si pensamos en esos niños de tres o cuatro añitos que están ahora allí y decimos que ojalá puedan salir pronto para que no tengan una mala vida, hay que recordar que esa mala vida es la que han tenido los adultos que eran niños en los años ochenta cuando llegaron ahí. Y una cosa es que una persona tenga una mala vida y otra cosa es que sea mala persona. Durante nuestra investigación también nos decían cosas como que no fueran el ladrillo y la piqueta los que desmantelaran Los Asperones, que no les gustaría que el realojo fuera resultado de la necesidad urbanística porque ahora la ciudad se está extendiendo. Preferirían que se debiera a las buenas intenciones de las instituciones.

«A los vecinos de Los Asperones no les gustaría que el realojo fuera resultado de la necesidad urbanística porque ahora la ciudad se está extendiendo. Preferirían que se debiera a las buenas intenciones de las instituciones»

–Precisamente a SUR alguien declaró que justo ahora que van a tener vecinos (haciendo referencia a las nuevas construcciones y a las grúas que hay enfrente) se acuerdan de ellos.

–Una vecina nos decía que Los Asperones no debía desparecer por los mismos motivos por los que les hicieron instalarse ahí en el pasado. Desde mi ámbito de trabajo, que es la intervención social y la pedagogía social, una situación de pobreza cronificada como ésta no requiere simplemente un realojo. La intervención no es sólo de ladrillo, sino que es necesaria en toda una serie de dimensiones, como la formativa en los jóvenes, en los niños y en las niñas y en los adultos; asistencia a personas mayores con algún tipo de dependencia que ahora puedan estar asistidas por familia cercana... Si hay un realojo habrá que hacer un análisis de la situación de cada persona. Desde hace ya años decimos que hay varias claves en un plan para abordar la cuestión: tiene que ser integral, de inclusión, y que no sea sólo de ladrillo, que no sea únicamente un realojo, sino que tiene que incluir formación para el empleo y también debe ser individualizado, porque hay mucha diversidad de personas en el barrio, porque hay niños y ancianos y hay personas con discapacidad y cada una de ellas necesita un itinerario para poder salir no solamente del barrio sino de la pobreza. No se trata sólo de salir de Los Asperones, se trata salir de la condena de la pobreza y ése es el gran reto.

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–¿Todas las personas que hay en Los Asperones son recuperables, pueden tener una vida normalizada, no hay perfiles muy deteriorados, a los que la vida en un gueto ha deteriorado mucho?

–Todas las personas tienen la misma dignidad. Sus problemas son los mismos que podemos tener todas y todos: hay personas que están en una situación de dependencia en todos los barrios de Málaga y a quienes hay que dar una atención digna. No se trata de recuperar o no recuperar, sino de dar una respuesta de máxima dignidad a la situación que tenga cada persona. Y sí, hay personas que están muy deterioradas, claro que sí, y hay que darles la mejor atención que se pueda. Por eso es tan importante un buen diagnóstico individualizado familia por familia. No es lo mismo una familia con una discapacidad muy importante que otra que no tenga ese hijo enfermo, como tampoco es lo mismo una persona anciana que una joven. Y no es lo mismo una persona que esté consumida porque haya tenido periodos de consumo de drogas que otra que no los haya tenido. Por lo tanto, en función de cuál es la situación de cada uno hay que ver qué le podemos ofrecer, qué podemos emplear de todo el abanico de recursos que tanto los servicios sociales como las distintas administraciones autonómica, estatal y local disponen. Porque tanto el niño o la niña que acaba de nacer y tiene toda la vida por delante pero ya está marcada por haber nacido en Asperones y tiene un futuro más incierto, como la persona que lleva allí 40 años y la vida la ha deteriorado, las dos, deben tener los mejores recursos. Ahí es donde la sociedad se la juega, en atender con la mayor dignidad a las personas que están más machacadas.

«El plan de realojo no va sólo de 'ladrillo'. Tiene que ser individualizado porque hay mucha diversidad en el barrio, porque hay niños y ancianos y hay personas con discapacidad»

–¿Cómo combatimos las críticas que ahora se van a verter en su contra de que se van a convertir en morosos en las viviendas sociales que se puedan poner a su disposición?

–Eso es fruto de la estigmatización de un gueto. La gente tiene que empoderarse, tiene que tener recursos y herramientas porque al final cuando vives muchos años apartado, te discapacitan, te faltan habilidades y un empleo de calidad, un empleo digno. Por eso la importancia de un plan integral que consiga que la gente tenga suficientes recursos y autonomía para afrontar pagarse una vivienda. Y no viene mal, insisto, eso de ver en el adulto que hoy tenga cincuenta años el niño de ocho que llegó al barrio y la vida que ha tenido desde entonces.

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–Si los padres quieren que los saquen de Los Asperones es por sus hijos, para que tengan otra vida y vean mundo.

–Sí, ése es el motor, claro, porque muchos de esos padres han nacido allí y eso condiciona la vida. Es gente que ha luchado, pero hay una metáfora que salía en el informe, lo de la rotonda sin salida, que no era sólo porque los vecinos se sienten como dando vueltas a una rotonda, sino que lo que decían era que estaban en activo, continuamenteen activo, pero como el hámster en su rueda. Que te toque nacer como niño o llegar a ese barrio, vivir en ese barrio, te condiciona la vida. Para eso están las políticas de compensación. Y eso no quiere decir todo regalado, porque yo creo que ni ellos mismos lo quieren; a lo que aspiran es a ganarse la vida, tener un trabajo y autonomía. Eso es clave porque genera autoestima. Es lo que hay que conseguir sin paternalismo, pero teniendo esa mirada histórica y de justicia social.

«Un plan que incluya formación y empoderamiento requiere tiempo, pero a lo mejor sí se puede pensar en diez familias que estén ya en condiciones de salir porque tengan su empleo. Hay matrimonios en los que los dos trabajan»

–¿Cree que saldrá bien?

–Tengo la confianza y la esperanza de que esta vez sea la definitiva. Ahora mismo está Cruz Roja realizando el diagnóstico y ojalá que dé como conclusión un buen plan de intervención individualizado e integral que tenga el apoyo suficiente de las administraciones para poderlo llevar a cabo. Hay que generar presupuestos para procesos de acompañamiento y de inclusión. Un plan que incluya formación y empoderamiento requiere tiempo, pero a lo mejor sí se puede pensar en diez familias que sí están en condiciones de salir porque tengan su empleo. Hay matrimonios en los que los dos trabajan y estoy seguro que con un pequeño empujoncito estarían desando salir.

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