Borrar
Situación en el centro histórico. Salvador Salas
Situación en el centro de Málaga: nada funciona

Situación en el centro de Málaga: nada funciona

El apagón eléctrico también afecta a la hostelería, tráfico, museos, pagos electrónicos y comercios y ya deja intuir pérdidas económicas

Lunes, 28 de abril 2025, 14:52

Primero fue una sensación de incredulidad. Luego llegaron algunas bromas. Media hora después del apagón, ya no quedaban muchos ánimos para las risas. La electricidad es a las sociedades modernas lo que la sangre al cuerpo humano, un elixir de vida. Si deja de circular, colapsa todo. Extender este principio a todos los ámbitos imaginables de la ciudad permite entender lo que ha pasado este lunes en el centro de Málaga y sus alrededores. Agentes de la Policía Local regulaban el tráfico en los cruces más concurridos. En el resto de calles, la circulación quedaba a merced de los propios conductores y la interpretación de una movilidad sin semáforos.

Un lunes a las puertas de la temporada alta, las calles del centro histórico lucían llenas de personas. A las 12.30 horas, las terrazas estaban copadas con los primeros turnos para el almuerzo y con el segundo turno a la espera. Colas en el Museo Picasso, en las puertas de la Catedral y en otras atracciones turísticas. Al poco tiempo, los vigilantes informaban del cierre. «Se ha ido la electricidad en toda España», se resaltaba.

Como una ficha de dominó que cae y tira la siguiente, todo lo que funcionaba con normalidad y se daba por hecho dejó de funcionar. Neveras, electrodomésticos, cajeros automáticos… Sin cocinas operativas, los primeros bares y restaurantes empezaron a echar el cierre. «Esto nos va a costar un pico», vaticinaba un profesional de la hostelería. Los únicos negocios que despachaban ya algo a eso de las13.30 horas eran los establecimientos que servían bocadillos o viandas frías. En Zoilo, en la calle Granada, rescataron una báscula antigua para poder pesar los alimentos.

En cuestión de minutos, se rompieron todas las cadenas y relaciones comerciales que se creían imperecederas. Sin luz, no se podía vender nada. El comercio se paralizaba. Los clientes se levantaban de las terrazas. Empezó a tambalear otra gran ficha: el pago electrónico. O dicho de otra manera, lo único que no sucumbía era lo analógico. Sin datáfonos funcionando, muchos hosteleros no podían realizar el cobro y quedaron a merced de la buena voluntad del cliente para esperar al restablecimiento de la electricidad.

Consecuencias

El dinero en efectivo era la única moneda de cambio efectiva que daba para adquirir alguno de los escasos bocadillos que quedaban o una botella de agua. Una caída general del suministro, eso quedó claro, desemboca pronto en un caos generalizado. Un camarero de Palermo, uno de los bares cercanos al Teatro Cervantes, tiraba de ironía: «Lo único que funciona son los grifos de cerveza».

Lo ocurrido este lunes también fue como un experimento en vivo y en directo para saber qué pasa si no hay luz. Los atascos empezaron a llegar pronto a las calles de Málaga, luego colapsó la red de metro y ferroviaria. Los surtidores en las gasolineras no funcionaban. Ni hablar de los coches de movilidad eléctrica, clara carta perdedora en el día de hoy. Muchas puertas de los comercios no abrían al ser automáticos. Algunas ya no se dejaban cerrar y permanecían abiertas, con trabajadores o dueños haciendo guardia.

Gerd Langer y su mujer Gabi, dos turistas alemanes, se tomaron el apagón como una experiencia más dentro de su viaje a Málaga, que habría sido “muy satisfactorio” hasta el momento. El matrimonio tira una sonrisa y deja claro que piensan seguir disfrutando de la ciudad. “El mar va sin electricidad, como todas las cosas que auténticas en la vida”, se lanza a una reflexión filosófico.

Era, por momentos, el choque de dos mundos: el analógico, que seguía funcionando, y el digital, en colapso. Juan Cruz era uno de los muchos guías que estaba pateándose el centro para mostrar sus encantos a grupos que habían accedido a un ‘free tour’. “Ahora mismo, no estoy teniendo problema. Lo que no sé es lo que va a pasar con el resto de personas que habían reservado”, explicó a este periódico. Cuanto más duraba el apagón, más crecía la incertidumbre.

La situación también era inédita en la movilidad vía taxi. En cuestión de poco tiempo, ya sobre las 13.00, conseguir un servicio se había convertido, prácticamente, en misión imposible. El pago con datáfono no era posible y se avisaba que solo se aceptaban viajeros que pudieran pagar en efectivo. Las VTC, mientras tanto, sucumbían a su modelo de reserva, que precisa de la red móvil.

Por momentos, brotaban recuerdos a pandemia. Como si el estado de excepción se hubiera instalado de golpe, aunque con todos los protagonistas habituales en las calles. Incertidumbre era la palabra más cotizada y pronunciada. Las ganas de hacer bromas se habían disipado.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariosur Situación en el centro de Málaga: nada funciona