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A Bertín siempre le ha gustado cultivar su faceta de hombre de campo. R. C.

Bertín cabalga de nuevo

El fuerte carácter del cantante y su negativa a renunciar al campo, claves de su ruptura. «Nos damos mucha leña», llegó a confesar Fabiola

ARANTZA FURUNDARENA

Sábado, 23 de enero 2021, 00:04

El carácter. El fuerte carácter, para ser exactos. Es el argumento que esgrimen quienes han tratado de cerca a Bertín Osborne como principal causa de su separación de Fabiola. Y no porque el cantante sea un ser insoportable, sino por sus altibajos, por sus dos marcadas facetas de hombre «encantador», por un lado, y «altivo y déspota», por otro. Él mismo ha admitido que no es fácil convivir con él... Aún así, el anuncio de su ruptura sentimental el domingo pasado en el programa 'Viva la vida' fue un bombazo inesperado. Se suponía que después de 20 años de amor la pareja tenía perfectamente ajustado el engranaje de la rutina y más que asumidas sus divergencias. Y así fue durante más de 15 años de vida en común... Hasta que el confinamiento les obligó a un roce continuo que se les ha hecho insoportable.

«¿Mi padre, jefe? No, gracias», declaraba Eugenia Osborne, la hija mediana de Bertín, hace poco más de dos años ante la pregunta de si trabajaría con él, como su hermana mayor, Alejandra, en el programa de entrevistas 'Mi casa es la tuya'. «Ya como padre da un poco de miedo, así que como jefe...», confesaba entre risas. Eugenia tiene la carrera de Psicología. Y Claudia, su hermana menor, ejerce de 'coach', de manera que a Bertín sus hijas, como ellas dicen, lo tienen «muy analizado».

Pero dos no discuten si uno no quiere... Y la propia Fabiola, que en las distancias cortas es todo lo dulce y melosa que puede ser una aspirante a Miss venezolana, explicaba en estas mismas páginas que «Bertín y yo nos ponemos cariñosos, pero también nos picamos a menudo porque somos los dos muy competitivos y nos damos mucha leña».

«Hombre de Marlboro»

De esas declaraciones han pasado ya más de cuatro años. En aquel momento, Bertín acababa de sacar nuevo disco y en la portada su rostro era acariciado por una mano femenina... «No es mía -precisaba Fabiola-. Será la de alguna modelo guapísima. Celosa no soy, pero tampoco tonta. No me agobia que le digan guapo ni que mire a una tía, pero si hay pruebas fehacientes entonces le monto el pollo. Yo no soy de 'Sí, Bwana', ya se lo advertí a él desde el principio». En cualquier caso, ambos han precisado estos días que su ruptura no se debe a terceras personas.

Describir a Bertín no es tarea fácil. Y, sin embargo, el cantante ha soportado todos los sambenitos del mundo. Le han llamado pijo, facha, señorito andaluz, seductor, mujeriego, machista... Esto último lo desmiente su hija. «Mi padre es cero machista. La educación que nos dio a sus tres hijas fue de total libertad e igualdad».

Osborne es un excelente anfitrión, afable, divertido y generoso. Dicen que un poco anárquico en el trabajo, donde acostumbra a ir «a su bola». Y, según sus íntimos, muy buen amigo de sus amigos. Pero si él tuviera que autodefinirse diría que es «un cowboy». «Yo soy una especie de hombre de Marlboro. Sí, sí, esa es mi visión de la vida. Habría dado lo que fuera por haber nacido hace más de un siglo y haber vivido encima de un caballo en el Gran Cañón persiguiendo vacas».

Las diferencias entre la urbana Fabiola y el agreste Bertín fueron evidentes desde el principio. Antes de que naciera su primer hijo, él presumía de haber introducido a la venezolana en el mundo del vino (ella no bebía), el campo y los caballos. «Y está encantada», decía orgulloso. Sin embargo, cuando se le preguntaba si él estaría dispuesto a renunciar a todo aquello para adaptarse a los gustos de ella, el cantante respondía con su franqueza habitual y entre carcajadas: «Yo ya no tengo edad para renunciar a nada».

En esa frase podría radicar la clave de la separación entre Bertín Osborne, de 66 años, y Fabiola Martínez, de 48. Pero algunos de sus amigos, entre ellos Arévalo, no descartan que vuelvan. Al fin y al cabo el cantante siempre ha admitido que él era un «desaforado, un loco peligroso que vivía a toda velocidad» hasta que encontró a la venezolana... «Con Fabiola -solía repetir- me ha tocado la lotería».

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