El campo malagueño, en jaque por la sequía

«Tuvimos una primavera cortísima, en verano no cayó nada, como es habitual, y luego en septiembre lo que hubo fue una tormenta con granizo que lo que hizo fue hacer daño al olivar en la zona de Antequera», sostiene el presidente de la Asociación de Jóvenes Agricultores en Málaga (Asaja), Baldomero Bellido, quien lamenta que en lo que queda de octubre «no se vislumbran lluvias». «Como no empiece a llover en noviembre y diciembre lo vamos a pasar realmente mal», apostilla.

Aunque, lógicamente, los cultivos más en riesgo son los de regadío, debido a la pérdida de caudal de los pozos y a las bajas reservas de embalses como el de La Viñuela, del que se abastecen los productores de mangos y aguacates, la falta de lluvias es un drama también para los cultivos de secano, como el olivar, el cereal, la vid o el almendro. «En la última edición de Expoliva en Jaén en septiembre la consejera dijo que el aforo -la previsión de cosecha- del olivar se mantenía en 60.000 toneladas en Málaga y 1.050.000 en Andalucía, y tal y como está el panorama, van a tener que reducirlo, porque la aceituna se está arrugando», dice Francisco Moscoso, secretario de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) en Málaga.

Los productores de cereales están a la espera de que llueva para plantar. «Las labores en seco no se pueden hacer, para poder sembrar el trigo o la cebada es necesario que caiga algo de agua del cielo», puntualiza Baldomero Bellido, quien alerta de que los acuíferos «se están resintiendo mucho».

La sequía también amenaza a la ganadería, especialmente a la extensiva, ante la falta de pastos. «Ya tendríamos que estar con los pastos del otoño y salimos al campo y está todo seco, las cabras no tienen casi qué comer», sostiene el secretario provincial de la COAG, Antonio Rodríguez, al frente de una explotación ganadera de caprino malagueño en Sedella.

Para colmo, como si de una tormenta perfecta se tratara, a este panorama de falta de lluvias y de escasez de reservas en los embalses, que ha llevado a la Junta a recortar en un tercio la asignación de riego para los agricultores que dependen de la presa de La Viñuela, que está a apenas el 20% de su capacidad, se suma el aumento de los costes de producción, lo que está provocando «la ruina para numerosos agricultores y ganaderos». «No nos salen las cuentas por ningún lado, con el aumento de los precios de la electricidad, del gasoil, los piensos y los abonos, el campo se está poniendo cada día más difícil para cuadrar los números y vivir de él», dice Moscoso.

Aunque todavía es pronto para saberlo, las organizaciones agrarias vaticinan que, si no se producen precipitaciones «importantes» de aquí a final de año, el balance agrario de 2021 «puede ser negativo» con respecto a 2020, cuando se alcanzaron los 682,29 millones, un 6,9% menos que en 2019.

Respecto a la posibilidad de retomar las movilizaciones que ya protagonizó el sector primario malagueño unos meses antes de la pandemia, las organizaciones agrarias no las descartan, tras el fin de las restricciones de movilidad. De hecho, hay sectores como el vacuno de leche que ya las ha protagonizado. «En Málaga llegó a haber 50 explotaciones y ya quedan apenas 15», ejemplifica Moscoso.

Sobre posibles soluciones, a la espera de que llueva, Bellido insiste en reclamar actuaciones que están previstas en el Plan Hidrológico de 2021 a 2027, como el azud de Cerro Blanco en Alhaurín el Grande, o la presa de Gibralmedina en Cádiz. «Llevamos unos años muy malos, diciendo que viene el lobo, y no se ha hecho prácticamente nada», se queja el presidente de la Asociación Española de Tropicales, Javier Braun.