Medalla por convertirse en calvo
Werner Lampe fue el primer nadador en raparse la cabeza y se colgó un bronce en Múnich 1972 con una peluca en el podio
Javier Bragado
Sábado, 6 de agosto 2016, 16:46
En los años setenta el estadounidense Mark Spitz emergió como leyenda. Sumó medallas olímpicas, mundiales y extendió su tiranía por las piscinas de todo el mundo. Puesto a encontrar un antídoto, se sucedieron diversas ideas sin lograr neutralizar al torpedo californiano. De todas las iniciativas la que más impacto produjo fue la de Werner Lampe, un alemán que improvisó una mejor aerodinámica en los Juegos de Olímpicos de Múnich 1972. En tiempos en que los gorros de baño no eran obligatorios (se impondrían en Montreal 1976) el nadador de Hanóver decidió sacrificarse para la final de 200 metros estilo libre. «Lo que tuvo su gracia es la medalla de bronce lograda por el alemán federal Werner Lampe, figura asimismo en los Europeos de Barcelona, quien para lograr el máximo deslizamiento afeitó todo el vello de su cuerpo y tomó la salida con la cabeza pelada como un melón», escribió ABC en su crónica de la época.
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La elección del germano fue insuficiente para alcanzar al increíble californiano, que sumó un nuevo récord del mundo. «La carrera daba ocasión al fenómeno yanqui Mark Spitz para seguir su increíble apuesta de que alcanzaría en Múnich nada menos que siete medallas. Los 200 debían caer en su talega para mantener su pronóstico. Y vaya si lo hizo», sentenció ABC. No obstante, enseñó a los nadadores una nueva ventaja. Aquella tarde Lampe fue tercero y la plata fue para Steve Genter, quien podría en práctica la misma táctica en otra oportunidad contra Spitz.
Curiosamente, los dos llamarían más la atención que el legendario pentacampeón en el podio. «Hombre de relaciones públicas y deseando conservar su prestigio sobre su admiradoras, cuando acudió al podio para recibir sus medallas lo hizo tocado con una espléndida peluca rubio platino, que habría envidiado la propia Marilyn Monroe. Afortunadamente, los deportistas saben tener sentido del humor», contó con sorna ABC sobre el alemán. Cuando en su turno Genter subió sin un pelo en la cabeza prefirió ocultarse con un gorro propio de los bosques de Canadá que tuvo que quitarse entre risas al comenzar el himno. A Spitz le hizo gracia pero nunca se rasuró el bigote que se asociará eternamente a sus marcas.
La ventaja de Werner duró poco. Sumó una plata en el relevo de 4x200 estilo libre en Múnich y en los Juegos de Montreal 1976 ya terminó cuarto en los 200 libres. Pero su legado para el deporte fue mayor que sus dos podios. Después de su iniciativa varios nadadores optaron por el afeitado en lugar del gorro. Fue una especie de pionero. Incluso su hijo Oliver apostó por la cabeza desnuda frente al capuchón. Pero el vástago Lampe sólo sumó un bronce olímpico y hoy en día es el único de los dos que no puede elegir su manera de nadar. Werner luce canas, dos joyas olímpicas y un avance que actualmente continúan estrellas de la natación como László Cseh. Su hijo no luce pelo ni fuera ni dentro del agua.
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