1979: el año que Ballesteros tocó la gloria con su primer British

Fue un momento grabado en letras de oro en la historia del golf español. Seve Ballesteros ganó en 1979 su primer 'major'. Tenía 22 años y llegaba al Open Británico, el torneo más legendario del circuito, procedente de Pedreña, un pequeño pueblo pesquero de Cantabria. Ya había avisado de sus intenciones tres años antes, cuando acabó segundo, empatado con Jack Nicklaus y ofreciendo un recital de juego de muchos quilates, con golpes espectaculares desde todos los rincones del recorrido inglés del Royal Birkdale. Pero aquel episodio ya formaba parte del pasado. Volvía a tener opciones de victoria y no las desaprovechó. Alzó los brazos y se dejó querer por sus tres hermanos, que no pudieron contener la emoción: Manolo, Baldomero y Vicente. Sus padres, Mero y Carmen, lo celebraron en casa, lanzando cohetes y recibiendo a los vecinos.

Muchos aficionados conservan en su memoria el golpe de aproximación al 'green' en el hoyo 16 desde el aparcamiento. También la imagen del estadounidense Hale Irwin sacando un pañuelo blanco como muestra de su rendición cuando caminaba hacia el hoyo 18. El deporte español acababa de sellar una de sus grandes gestas, comparable a la victoria de Manolo Santana en Wimbledon o al triunfo de Paco Fernández Ochoa (1972) en los Juegos Olímpicos de Sapporo (1966). Ballesteros se abría hueco entre los grandes golfistas de su época, como Nicklaus o Tom Watson. Pero no sería su único éxito. Comenzaba la leyenda.

Acumuló 87 títulos, 50 de ellos en el Circuito Europeo, y supuso para el golf continental el impulso que tanto necesitaba a finales de la década de 1970. Junto al británico Tony Jacklin fue directamente responsable por revivir la suerte de Europa en la Ryder Cup. El cántabro se convirtió en el padre del golf español y sustituyó al estadounidense Arnold Palmer como el jugador más carismático del mundo. El 'Matador' español emocionó a los aficionados con su estilo bravucón, toque mágico en el 'green', creatividad y pasión por el deporte.

Desde los siete años usaba un hierro tres en la playa cercana a su casa en Santander. Eso le ayudó a dominar el arte del tiro a las puertas del 'green', un truco que utilizó durante toda su carrera. Saltó a la escena internacional, prácticamente sin avisar, en el Abierto Británico de 1976, como un talento en bruto de 19 años con un 'swing' extraordinario que parecía girar 360 grados. Ese 'swing' exuberante casi le hizo perder el equilibrio por el ímpetu en muchas ocasiones, mucho después de que la bola saliera disparada. Seve no ganó esa semana en el Royal Birkdale, pero quedó en claro que había nacido una estrella y el golf europeo volvía a convertirse en un rival de Estados Unidos por primera vez en años.

Tres años más tarde de su primera victoria en el Abierto Británico volvió a reinar en Augusta y en 1984 de nuevo levantó el preciado trofeo en la cuna del golf, St Andrews. Antes, en 1980, había ganado la chaqueta verde en el Augusta National, convirtiéndose en el primer europeo que logró la victoria en el Masters desde su edición inaugural en 1934. En 1988 conquistó su quinto 'major' en el Abierto Británico en Royal Lytham. Con 31 años parecía que alcanzaba lo que sería su plenitud como golfista.

Pero aquel éxito fue el último, algo que nadie esperaba. Su descenso en la época posterior desde la cumbre del golf, pese a un breve resurgimiento a principios de la década de 1990, fue tortuoso y muy público por una serie de cambios de entrenador y 'caddie'. Aún enviaba la bola a distancias prodigiosas, aunque muy a menudo se metía en problemas desviando demasiado sus tiros y perdiendo el par. Murió a los 54 años, tras haber luchado durante dos años y medio contra un tumor cerebral.