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Está claro que Juan Antonio Vigar sonríe bajo la mascarilla. Ñito Salas

Reconstrucción

LÍNEA DE FUGA ·

Abren los teatros municipales y los cines. Incluso el Museo de Málaga regresa, recordando que las cosas del palacio de la Aduana van despacio

Domingo, 21 de junio 2020, 02:10

Entre las vaguedades que han hecho fortuna estas semanas una sostiene que con la mascarilla puesta apenas puede apreciarse el estado de ánimo de quien ... la lleva. Y será por las ganas de verle, pero cuesta poco imaginar la sonrisa bajo el humilde modelo quirúrgico que luce Juan Antonio Vigar, sentado en una de las butacas de Echegaray, posando paciente para Ñito Salas, que no es fotógrafo, sino pintor, aunque ese es otro tema. Ha sido ver la foto de Vigar y sentir de inmediato el impulso de darle un abrazo propio del siglo primero a. C. (antes del coronavirus), lo que viene a confirmar el barrunte de que los aprensivos no nos hemos vuelto con la pandemia seres todavía más ariscos y esquivos, sino que la enfermedad ha servido para apuntalar la economía de nuestros afectos.

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