Nueva temporada museística en Málaga: la obra inesperada de Picasso
El MPM prepara su gran exposición del año con una mirada inédita a 'Estudio con cabeza de yeso', que se revela como obra clave en la trayectoria del malagueño
A estas alturas parece difícil aportar algo nuevo sobre Picasso. Pero todavía no está dicha la última palabra. Hace un par de años, la ambiciosa ... exposición del Reina Sofía 'Picasso 1906. La gran transformación' planteó la influencia del arte africano e indígena en la preparación de 'Las señoritas de Avignon', obra emblemática con la que el malagueño llamó a las puertas del arte contemporáneo para derribarlas. Tras la exhibición en Madrid, el lienzo volvió al MoMA de Nueva York, que cambió su discurso expositivo en torno a este icono para exhibir la nueva perspectiva. Con ese espíritu, la nueva temporada artística en Málaga también aspira a revisar el legado del inmortal autor del 'Guernica' con la próxima temporal del Museo Picasso (MPM), 'Memoria y deseo', que a partir del próximo mes de noviembre pondrá en el centro del debate picassiano una pieza inesperada, 'Estudio con cabeza de yeso' (1925), para descubrir la sugerente constelación de obras que se expandieron a partir de este óleo, no solo en la producción del propio pintor, sino también en otros autores como Dalí y García Lorca.
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«Este óleo se ha interpretado como el retorno del artista al orden, al clasicismo, pero es todo lo contrario, muestra la presencia del pasado pero para resignificarlo hacia la modernidad», explica Eugenio Carmona, catedrático de Historia del Arte y comisario de la exposición, que se propone repetir la revisión que ya propuso con 'Picasso 1906'. Pero en esta ocasión viaja dos décadas en el calendario, hasta 1925, fecha de 'Estudio con cabeza de yeso', para mostrar a un Pablo de 44 años convertido en un artista famoso, respetado y rico, pero en crisis. Como su propio tiempo.
1925
año clave en la trayectoria de Picasso en el que refleja su crisis personal y de la sociedad en el óleo 'Estudio con cabeza de yeso', protagonista de la próxima exposición del MPM
«Se habla de los locos años veinte, pero es una época muy complicada porque Europa no termina de salir de la I Guerra Mundial, el colonialismo está en plena expansión en África y empiezan los regímenes autoritarios en Rusia, Italia y Alemania que conviven con un cambio de las mentalidades, las mujeres empiezan a pedir la emancipación, las clases sociales se mueven, se propagan los estudios de Freud, una nueva concepción de la sexualidad y surge el surrealismo», repasa el experto, que sitúa en el centro de esa convulsión la trascendental obra 'Estudio con cabeza de yeso', que procede de la colección del MoMA .
Con solo mirarla, la vista se va hacia busto del título que alude a las Bellas Artes y al método tradicional de enseñanza de la pintura. «Es un momento de conflicto entre el pasado y el presente, que mira con miedo al futuro, una situación de la que se da cuenta Picasso y que retrata en esta obra», sostiene Carmona, rodeado de cuadros firmados por el malagueño en el propio MPM. Entonces abre su ordenador y, tras llamar la atención sobre el busto escayolado y barbudo que preside el óleo central de la muestra, busca en su terminal una foto del padre de Picasso, el pintor José Ruiz Blasco, en sus clases de dibujo, entre modelos de cabezas de yeso. Dos imágenes valen más que mil palabras.
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En el nombre del padre
La 'memoria' a la que alude el título de la exposición está precisamente en las Bellas Artes tradicionales representadas por este busto, que para Picasso eras algo más. Como le confesó el malagueño al fotógrafo Brassai: «Cada vez que dibujo a un hombre, pienso, sin querer, en mi padre. Para mí, el hombre es don José y así será toda mi vida … Llevaba barba… Todos los hombres que dibujo los veo más o menos con sus facciones». Por ello, la exposición reivindica la figura de Ruiz Blasco para romper además una tendencia.
«El padre de Picasso fue denostado por determinada crítica que estaba interesada en apartarlo del hijo. Fue tratado como un tarambana y un inculto, olvidando que fue profesor de dibujo, catedrático y, arriesgándose mucho, sacó la plaza de uno de los destinos más difíciles: la Escuela de la Lonja de de Barcelona», argumenta Eugenio Carmona, que destaca la influencia que tuvo el progenitor en su hijo y, sin duda, su mejor alumno. «La confesión a Brassaï no solo es potente, sino que explicita la obsesión de Picasso con su padre que además de la pintura, le transmitió el gusto por los toros tan fundamental en su vida y su obra», asegura el experto que apostilla a renglón seguido: «Aunque esto de la tauromaquía ya no sea políticamente correcto».
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Sin salir de esa cabeza de academia de pintura, la mirada surrealista de Picasso cambia por completo la visión clasicista. «Ese busto homenaje a las Bellas Artes se convulsiona, se desdobla en varios rostros al mismo tiempo y proyecta una sombra, sin que tenga un foco de luz. Se convierte en una especie de cosa telúrica», ilustra Carmona que señala como se aprecian hasta tres rostros en ese yeso, que explica desde la multiplicidad del yo a la diversidad cultural de la sociedad, introduce la teoría del beso que se dan dos de esos rostros y el misterio de esa sombra. En esa renovación del arte y la presencia de la sexualidad está el 'deseo' que completa el título a esta exposición. El propio Picasso reincidió en ese rostro trifronte, caso de 'Hombre sentado en un sillón', que forma parte de la propia colección del MPM y que fue realizada con pocos días de diferencia con respecto a la obra central de la exposición, como explica el comisario, que asegura que este último es un autorretrato del propio autor que se pinta desnudo.
Más de una década de obsesión
«Hace 14 años, en la exposición 'Picasso y la modernidad española' del Palazzo Strozzi de Florencia ya me di cuenta que 'Estudio con cabeza de yeso' era la clave de muchas de obras de Dalí, pero también de García Lorca, Man Ray, Magritte o De Chirico. Así que llevo 14 años obsesionado con la exposición 'Memoria y deseo'», asegura Eugenio Carmona que, paradójicamente, comisaria su primera exposición en el MPM tras más de dos décadas de vida de la pinacoteca de su propia ciudad y a la que está íntimamente ligado como patrono y miembro del comité ejecutivo.
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«Quizás este museo no se ha preocupado por lo local, por ver que en Málaga se pueden producir exposiciones con inteligencia, pero lo agradezco porque que no me tomara en consideración hizo que me lanzara a exposiciones en Europa, China, América Latina, el Reina Sofía o la asesoría de la colección Telefónica», afirma con ironía el catedrático, que agradece a los investigadores Pablo Rodríguez y Pablo Salazar su colaboración en esta exposición.
Y en este punto, hace dos consideraciones para concluir. Por un lado, enlaza que aquellos años 20 de crisis y contradicciones sociales tienen mucho que ver con los extremismos que se están viviendo en los actuales veinte de un siglo después. Y además afirma que la exposición es muy malagueña. Para ello recurre a esos rostros trifrontes del busto de yeso para vincularlos con la personalidad de la propia ciudad. «Esa dualidad del deseo y la memoria, la modernidad y la tradición somos nosotros. Como Picasso, los de Málaga somos varias personas en una y vivimos en un mundo muy complejo porque nos gustan mucho nuestras tradiciones, pero al mismo tiempo no nos queda más remedio que ser modernos. Estamos aquí hablando de Picasso y, a continuación, nos podemos ir a ver a una Virgen. Dos ámbitos diferentes, pero que en nuestra mente se conectan».
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