Requisito para dirigir la OFM: hablar español
La convocatoria de un concurso para elegir a la próxima batuta abre el debate en la Filarmónica. La gerencia defiende su apuesta por el talento nacional y el comité de empresa critica que la fórmula deja fuera a maestros de prestigio
El japonés Kazushi Ono dirige la Orquesta Sinfónica de Barcelona; el norteamericano Erik Nielsen está al frente de la Sinfónica de Bilbao y el ruso ... Dima Slobodeniouk lleva la batuta de la de Galicia. Ninguno hablaba español cuando fue elegido y alguno sigue sin hacerlo varias temporadas después. Según la convocatoria pública abierta por la Filarmónica de Málaga para elegir a su próxima batuta, ellos no tendrían posibilidades de subir al atril como titular. La OFM se diferencia de otras agrupaciones nacionales al establecer como requisito para optar al puesto el dominio del español, una condición inexistente en la mayoría de los procesos de selección de directores de orquestas. El gerente de la orquesta, Juan Carlos Ramírez, lo justifica en una clara apuesta por «el talento español»; un argumento que, sin embargo, no convence a parte de sus músicos que creen que así se limitan las opciones.
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La OFM busca director para las temporadas 2020-2021 y 2021-2022 (prorrogable una más) después de que la actual batuta, Manuel Hernández Silva, anunciara su intención de no renovar el contrato tras seis años de titularidad, que finalizan en junio de 2020. El plazo para presentar candidaturas se cierra el viernes 31 de mayo y, según la gerencia, ya se han recibido varias.
De entrada, en el circuito genera sorpresa la fórmula para designar director a través de una convocatoria pública. «Es la primera vez que lo oigo, el mercado no se mueve así. Es como sacar a concurso el cargo de directivo de Google», comentan desde una orquesta nacional. El procedimiento habitual es la elección directa tras haber tanteado a varios profesionales y a los propios músicos de la agrupación, como señalan desde el comité de empresa de la orquesta. «Nadie se expone a que le digan que no es válido. Un director de prestigio no se presta a ese juego», asegura Albert Reig, presidente del comité. En la OFM, no obstante, es la segunda vez que se recurre a un proceso abierto para ajustarse –aseguran desde la gerencia–al criterio de transparencia que se exige a las empresas adscritas al Ayuntamiento.
Los propios músicos recomendaron hace unos meses –antes de que se convocara el concurso– al director australiano Nicholas Milton, que ahora podría no cumplir con varios de los requisitos marcados. En las bases se especifica que el aspirante debe ser ciudadano de la Unión Europea, de Noruega o Islandia y, en caso contrario, estar «en situación de legalidad en el momento de su presencia en España» (para poder hacerle un contrato laboral e incorporarse inmediatamente). Independientemente de su procedencia, «será imprescindible el dominio del idioma español».
En la OFM son conscientes de lo singular de este requisito, pero lo incorporan con un objetivo: «Primero queremos ver si en el mercado hay gente con nivel y con conocimiento de la cultura mediterránea», apunta Ramírez. Insiste en que la apuesta por el talento nacional es una constante en la OFM y añade que el conocimiento del circuito español en un director es «importante si no se quiere dejar la contratación de los artistas en manos de una agencia extranjera». En un documento repartido ayer antes del concierto de abono y firmado por Ayuntamiento y Junta (miembros del consorcio), se pide al comité no caer en «el antiguo pensamiento de que todo lo que viene de fuera es mejor» y recuerdan que las funciones de un director titular necesitan algo más que el «lenguaje universal de la música». «Dar oportunidades al talento nacional no debería resultar tan criticable ya que la OFM es institución pública española sufragada con dinero público», apostilla el texto.
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En cualquier caso, Ramírez aclara que el concurso es solo el primer paso. «Si la comisión decide que no hay nadie cualificado con ese perfil, se buscará por otro procedimiento», apunta el gerente. Desde el comité, creen que la exigencia del idioma es un freno. «Hemos tenido directores invitados que no hablaban español y no hemos tenido ningún problema de comunicación», dice Reig.
Málaga sigue así los pasos de la Orquesta de Córdoba, que hace un año publicaba unas bases prácticamente idénticas para elegir a su titular. Hay que recordar que ambas tienen participación de la Junta de Andalucía –junto a los ayuntamientos correspondientes–, y eso explica las similitudes. Según confirman desde la OFM, el anterior Gobierno andaluz recomendó a las agrupaciones en las que participa que incluyeran este requisito para evitar que se repitiera la falta de entendimiento que actualmente hay con el estadounidense John Axelrod al frente de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla.
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