La surrealista 'Le dimanche o Rut Marin' sirve de cartel a la exposición de Óscar Domínguez en el MPM. Marilú Báez

El Museo Picasso Málaga acoge la primera gran retrospectiva del surrealista Óscar Domínguez en España en 30 años

La pinacoteca exhibe más de un centenar de obras del pintor canario que compartió el exilio en París con el malagueño y pintó su propio suicidio

Paco Griñán

Málaga

Jueves, 19 de junio 2025, 15:27

Hay varios autorretratos. En uno de ellos, un minotauro surrealista está descompuesto anatómicamente como una figura cubista. En otro, un toro con un estoque en ... el hocico es también un retrato personal. Este bestiario de la lidia conecta directamente con Picasso en su museo malagueño, pero las obras no son suyas, sino de esa ‘D’ que se dibuja en la empuñadura de la espada del segundo de los lienzos: ‘D’ de Domínguez, de Óscar Domínguez (Tenerife, 1906-París, 1957). Amigos del arte y del exilio parisino, ninguno de los dos volvió a España tras la guerra civil, pero el Museo Picasso Málaga (MPM) los ha vuelto a unir en una gran retrospectiva del artista canario en la casa de su colega malagueño, la primera que se le dedica en España en casi tres décadas, después de la que le dedicó el Reina Sofía en 1996. Con piezas que no se pudieron ver en aquella y con ese espíritu de reencuentro de dos viejos conocidos presidiendo la exposición.

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'Toro herido', el autorretrato del pintor como toro, con la empuñadura de la espada formando la 'D' que alude a su apellido, Domínguez. Marilú Báez

Una de esas piezas «raras de ver» es ‘Le dimanche o Rut Marin’ (1935), que, precisamente, se ha elegido como cartel anunciador de la muestra. La tela muestra unos caballos diseccionados por un espejo que, paradójicamente, no separa lo real de lo imaginario, sino que ambos lados del cristal son extraordinarios y fantásticos. Puro surrealismo del autor que se considera tercera gran aportación española a este movimiento internacional de vanguardia, junto a Miró y Dalí. De hecho, no solo Picasso se puede rastrear tras el pincel de Domínguez, sino también ese espíritu daliniano de los objetos deformados que, en el caso del isleño, cobran una característica única en su obra: la transformación del paisaje canario en un recurrente espacio surrealista.

«Este movimiento vanguardista estuvo muy vinculado a grandes ciudades, como París y Praga, pero sin embargo Domínguez aporta un elemento muy diferencial y, aunque se apropia en un principio de Dalí, su obra viaja al lugar de su infancia, a los acantilados y la naturaleza de las islas», ha explicado este viernes Isidro Hernández, conservador jefe de la Colección Tenerife Espacio de las Artes (TEA) y comisario de la exposición que estará en el MPM hasta el 13 de octubre. El paseo guiado por los óleos y dibujos de la exhibición ha mostrado ese protagonismo de lo que el experto ha bautizado como el «territorio volcánico» de Óscar Domínguez, donde no faltan mujeres aborígenes, como en 'Mariposas perdidas en la montaña' (1934) -procedente del Reina Sofía-, o el emblemático drago milenario, que antes de icono turístico, fue convertido en árbol de la vida por el pintor en un cuadro de 1933 -prestado por la colección Abanca-.

La memoria de lo local convertida en lenguaje universal a través del surrealismo, como ha recordado el director del MPM, Miguel López-Remiro, es una de las claves de la exposición ‘Óscar Domínguez’, que ha sido coorganizada junto a Tenerife Espacio de las Artes, con obras de esta colección, pero también con numerosos fondos privados que han llegado de España, Francia, Alemania y Suiza. Una muestra que es un «modelo de colaboración entre instituciones», ha subrayado Sergio Rubira, director artístico de TEA, que ha puesto en valor el otro gran argumento de esta temporal que rescata la influencia de Picasso en Domínguez.

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'Mariposas perdidas en la montaña' mezcla los personajes nativos canarios y la representación del Teide. Marilú Báez

«Óscar llego a decir que el 80% de lo que había aprendido fue de Picasso, el que consideró un genio y un amigo cercano por lo que es interesante ver las conexiones de uno y otro al caminar por el MPM, aunque sea en diferentes salas», ha indicado el responsable, que ha estado acompañado en la rueda de prensa de presentación de la exposición por el consejero insular de Cultura, Museos y Deportes del Cabildo de Tenerife, José Carlos Acha, y el secretario general de Innovación Cultural y Museos de la Consejería de Cultura, José Ángel Vélez.

La Guerra Civil sorprendió a Óscar Domínguez en Tenerife, de dónde escapó a París no se sabe cómo. Nunca volvió a España

Precisamente, el nieto del pintor malagueño y mecenas de su museo, Bernard Ruiz-Picasso, ha destacado la «relación que Picasso tenía con otros artistas», por lo que ha aplaudido la vuelta a la Península de Óscar Domínguez con esta gran retrospectiva en Málaga. «La historia une y separa y el MPM tiene como reto volver a unir esa historia», ha asegurado el también presidente del consejo ejecutivo de la pinacoteca de calle San Agustín, que ha cerrado su intervención con un sonoro: «Bienvenido señor Domínguez».

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Obra de los años 40 en la que el discípulo Domínguez adopta la iconografía del maestro Picasso. Marilú Báez

Entre el más del centenar de obras expuestas de este autor simbólico y visionario también hay referencias al ojo surrealista de Buñuel -'El enigma de la inspiración o La bola roja'-, aunque ese recuerdo a Picasso es la que más se respira en la exposición, una influencia que curiosamente también vincula este montaje con la otra temporal del museo en ese momento que protagoniza la artista contemporánea Farah Atassi. En el caso de Pablo y Óscar se trató de una relación «paterno filial», ya que como ha explicado el comisario Isidro Hernández, «ambos se llevaban 25 años de diferencia, pero en el exilio de París y especialmente en los cuarenta se encontraban a diario».

Isidro Hernández, José Carlos Acha, Bernard Picasso, José Ángel Vélez, Miguel López-Remiro y Sergio Rubira. Marilú Báez

La muestra exhibe así como la vanguardia se transforma en surrealismo espontáneo con la técnica de la decalcomanía en los años 30 y pasa por la pintura cósmica, mientras que en los 40 el discípulo Domínguez adopta rasgos absolutamente picassianos del maestro malagueño. Una relación que fue más allá de lo artístico al convertirse Óscar en el primer artista que apoyó el llamado 'Fondo Picasso' de ayuda a los niños de la Guerra Civil española. «Se ha dado una imagen del canario como un hombre apolítico, pero no es cierto y esta exposición lo demuestra», ha defendido el comisario, que ha señalado obras antibelicistas como 'La apisonadora y la rosa', pintada en plena contienda española.

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'Autorretrato' (1933) anticipa el suicidio de Óscar Domínguez cortándose las venas. Marilú Báez

La guerra sorprendió precisamente a Óscar Domínguez en Tenerife, de dónde escapó a París no se sabe cómo. El propio artista canario nunca lo aclaró y, como Picasso, tampoco retornó a España. El MoMA y museos de toda Europa exhibieron la obra de este pintor en continua evolución, cuyo final también está pintado en esta gran retrospectiva. Solo hay que fijarse en otro autorretrato de 1933. Aquí no hay toros simbólicos, sino el reconocible rostro del propio pintor unido a un cuerpo surrealista y un brazo daliniano con las venas de la muñeca cortadas. Un cuarto de siglo después, los amigos parisinos del tinerfeño lo esperaban para una cena, pero fueron a su estudio cuando no apareció. Lo encontraron en el baño. Y como si lo hubiera avisado en aquel óleo, se había desangrado tras cortarse las venas.

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