Microrrelatos SUR III Premio Pablo Aranda: textos del 30 de julio

Envía tus microrrelatos a microrrelatos.su@diariosur.es. No existe límite de edad ni ninguna temática obligatoria, sólo hay que cumplir un requisito: no superar las 150 palabras

Domingo, 30 de julio 2023, 00:27

  1. Pedro Peinado Galisteo

    Academia nocturna

No puedo esperar más para conseguir un empleo digno. Persevero en el cursillo preparatorio. La técnica consiste en palpar la vena más adecuada. Es decir, ... la que traslade más caudal, la que demande sin palabras, con el lenguaje del pulso, la idoneidad del pinchazo. Según el manual, debe aplicarse en una única estocada, sin traspasar, errar el golpe o hurgar en las inmediaciones. Me esfuerzo por dominar la impaciencia mientras el flujo se acumula en tubos de recolección.

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Hoy el líquido con el que la profesora rellenó el maniquí de prácticas es verde; tan solo agua con sabor lima-limón.

¡Qué hambre!

  1. Lola Buendía López

    Mi amadísimo «Ari»

Otra día más voy a tu encuentro, formas parte de mi vida. Ya van para cinco años en que un buen amigo nos presentó en un momento en que estaba atravesando una mala racha y la depresión me acechaba como un buitre hambriento devorando mi presente. Me fuiste fiel, generoso y constante, sin exigirme nada más que acudiera cada día a tu cita.

Me otorgabas tu cariño en dosis pequeñas y limitado en el tiempo, cinco años sería tu compromiso conmigo.

¡Gracias, amor, me siento nueva!

Ahora que debo abandonarte, mi fiel ARIMIDEX, medicamento eficaz contra el cáncer de mama, te estaré siempre agradecida. Te libero de tu compromiso. Ya puedes ir al encuentro de otras mujeres que te necesitan más que yo. ¡Cuídalas!

  1. Inmaculada Puche Manzano

    'La Decisión'

En el fondo colocó cuatro mudas, un par de pijamas, batín y zapatilla de casa.

Encima ajustó pantalón de verano otro de invierno con respectivas camisas y jerséis ,los pañuelos de cuello y nariz completaron la lista…una ojeada al dormitorio que durante 60 años fue templo y cuyas formas se mantenían en el tiempo, la colcha conservaba olor a nostalgia ,el viejo tocador con los tarros de perfumes alineados, el cepillo de pelo que tanto ella usó… solo cogió con mucho cuidado el portarretratos del día de su boda, ella estaba guapa, altiva, y con esa sonrisa que nunca perdió, ni tan siquiera en sus últimos días de vida …lentamente lo dejó sobre la maleta y la cerró.

«¡Apremia papa el taxi nos espera!»

Una última mirada...

«Por favor Residencia San Juan, polígono norte».

  1. Inmaculada Linares Sillero

    El saludito

Cada mañana me trajeaba y acicalaba con la única intención de cruzarme con él.

— Hola, don Pepito le saludaba.

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— Hola, don José me contestaba con esa voz grave y rugosa que me volvía loco.

Tras el escueto saludo continuábamos nuestro camino odiándome por no tener la valentía suficiente de demostrarle mis intenciones. Estuve años callando, lo que a mi corazón le hubiese gustado gritar, por miedo a su rechazo.

Una mañana armándome de valor acudí como cada día a nuestro lugar de encuentro.

— Hola, don Pepito saludé como de costumbre.

— Hola, doña Josefa contestó con su característica voz y una hermosa sonrisa que llenó mi alma, la que interpreté como aceptación al ver el cambio en mi vestimenta acorde con mi nueva vida.

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  1. Virginia Rodríguez Oliva

    Mi abulele

Nuestras tardes de verano, enseñándome a jugar al ajedrez y a las damas.

Haciendo pilas interminables de bloques, para ver cuál de los dos aguantaba más tiempo, sin caerse al suelo.

Pero un verano, todo cambio.

-¿Dónde está eso? ¡Es precioso! -pregunto cuando vio una imagen de un gran puente en la televisión.

-¡Lo conoces bien! ¡Es tú pueblo! –le conteste.

Los segundos, los minutos, las horas, no pasaban por él. Solo repetía una y otra vez lo mismo: ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí?

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A cada pregunta, por muy rara o ridícula que fuera, siempre le acompañaba una buena contestación. A su nieto, no le extrañaban sus elocuencias, ni su pensamiento entorpecido. Cuando lo veía con la mirada abstraída, lo cogía fuerte de la mano y no lo soltaba. Ahora le tocaba a él, enseñarle a jugar al ajedrez, a las damas y hacer grandes pilas de bloques.

  1. Margarita del Brezo Gómez Cubillo

    El viaje

Mis padres llevaban años ahorrando. Y mis hermanos y yo, a falta de fotos, tratábamos de imaginar la ciudad con sus calles trazadas con tiralíneas, los edificios que rozaban el cielo y el sonido frío de los copos de nieve al chocar contra el asfalto. Incluso aprendimos algunas palabras del nuevo idioma que nos producían un cosquilleo agradable en el estómago al pronunciarlas.

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El día de mi décimo cumpleaños nos pusimos en marcha. Aprovechamos la noche para ir dormidos y que el camino se hiciera más corto. Pero éramos tantos y tantos los nervios que fue imposible conciliar el sueño. El tiempo pasaba tan despacio que tuve la sensación de que nos hacíamos mayores durante el trayecto. Hasta que el agua comenzó a inundarlo todo: el futuro, la nieve, nuestros nombres.

Fui el único superviviente. Todavía recuerdo el titular de la escueta noticia que salió en el periódico: «Demasiado peso».

  1. Seudónimo: Cemí

    Arte poética

Si eres veraz, tendrás luz y éxito.

La perseverancia trae ventura.

Es propicio atravesar las grandes aguas.

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I Ching, p. 104

Detuve la escritura. Dos insectos comenzaban a perseguirse entre la cuarta y la décima línea. Él respetaba las normas saltando a dos espacios. Sin trasponer el margen, pero ajena a mi libro personal de estilo, ella garabateó con sus patitas medio folio en todas direcciones. Se acorralaban contra las esquinas, se escabullían en las oblicuas. Con un sentido de la propiedad territorial digno de cualquier partido nacionalista, giraban ciento ochenta grados en el aire para no violar las aguas jurisdiccionales de mi mesa. Aquel humilde folio de 80 gramos y tamaño A4 fue su universo cuando hicieron el amor en la penúltima línea con el frenesí de insectos que condensan en cien horas toda su biografía. No pude escuchar sus minúsculos jadeos y estertores. Cuando echaron a volar hacia la tarde, sólo tuve que tomar con muchísimo cuidado el folio, añadirle signos de puntuación y entregarlo a la imprenta.

  1. Cristina Jordá Díaz

    Programa de centrifugado

Solo es un instante el que te separa de la carretera, el que te hace dar vueltas de campana con la banda sonora de unas «converse» en la lavadora.

Silencio mentiroso que el airbag tiñe de blanco.

Dices Hola.

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Si te escuchas, estás viva.

Si te contestan, no estás sola.

Tragas lentas tus lágrimas porque no sabes a que cielo te lleva ese helicóptero.

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