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Zarzalejos firma el libro 'Felipe VI, un rey en la adversidad'.
José Antonio Zarzalejos: «Juan Carlos I le ha hecho más daño a la Corona que la izquierda republicana»

José Antonio Zarzalejos: «Juan Carlos I le ha hecho más daño a la Corona que la izquierda republicana»

El exdirector de 'El Correo' y 'ABC' analiza hoy en La Térmica la actualidad de la Casa Real: «Con Felipe VI se inicia una nueva etapa en la que ya se sabe perfectamente lo que un rey no debe hacer»

Jueves, 17 de marzo 2022, 00:21

José Antonio Zarzalejos no se anda con rodeos. Responde a todo de forma precisa, clara y directa. Los años de oficio al otro lado de las historias se traducen en un discurso razonado, convincente y coherente incluso para quienes se encuentran en las antípodas de sus postulados. El analista, exdirector de 'El Correo' y 'ABC', disecciona cualquier asunto de la actualidad política. Incluida la monarquía. 'Felipe VI, un rey en la adversidad' es su retrato del complejo y convulso reinado del monarca, un libro sin censuras ni medias tintas que este jueves presenta en La Térmica (19.00 horas).

–Desde la publicación de 'Felipe VI, un rey en la adversidad' hace un año han aparecido nuevas noticias que confirman ese título.

–Se ha producido un punto de inflexión en este largo culebrón que empezó en marzo de 2020 cuando se comunica a la opinión pública la ingeniería financiera ilegal del rey Juan Carlos, que es el archivo de la investigación del Ministerio Fiscal. Juan Carlos ha tomado la decisión, sugerida por la Casa del Rey, de quedarse de forma permanente y estable en Abu Dabi y venir esporádicamente a España. Pero en determinadas condiciones: no se alojará en la Zarzuela, no va a tener asignación presupuestaria y no tendrá ningún tipo de representación oficial.

–¿No cree que debería dar la cara?

–El concepto de dar la cara, que se puede traducir en dar explicaciones, tiene un problema. El rey emérito ha admitido todo lo que el Ministerio Fiscal expone en los dos decretos de archivo, y por lo tanto, que ha infringido la normativa fiscal y que lo ha hecho con tal intensidad que podría haber sido delictivo. No lo ha sido por la inviolabilidad antes del 18 de junio de 2014, por la prescripción de algunos hechos y por las dos regularizaciones voluntarias. ¿Qué tipo de explicación puede dar el rey más allá de acatar sin queja y sin discutir el relato del Ministerio Fiscal?

–La Fiscalía encuentra indicios de delito, el rey emérito lo acata, pero no se puede actuar contra él. ¿Entiende que a la gente de la calle le cueste aceptar esto?

–La prescripción y las regularizaciones voluntarias son también una excusa absolutoria para todos los ciudadanos. Lo que es específico es que no se le pueda juzgar por la inviolabilidad. Eso nos remite a un debate ciudadano de mucho calado. En este momento, a la vista de la experiencia, es muy lógico que los ciudadanos piensen que hay que cambiar la Constitución para que la inviolabilidad solamente cubra las acciones políticas e institucionales del rey, pero no sus posibles infracciones a la ley civil o penal.

«Los reyes tienen que ganarse a diario la legitimidad con su ejemplaridad»

–¿Juan Carlos I es el mayor enemigo de la monarquía, más que la izquierda republicana?

–Le ha hecho mucho daño a la institución de la Corona. ¿Más que la izquierda republicana? Sí, más que la izquierda republicana. En este momento no existe en España una utopía republicana como podía existir en los años 30, más allá de lo que pueda ocurrir en Cataluña. Tenemos un partido de izquierda, como Podemos, que propugna una república y un sistema confederal, y después tenemos al independentismo catalán, que es antimonárquico. Pero ese movimiento prorrepublicanismo está muy contenido por la gestión de Felipe VI, que tiene una alta valoración.

–Tener al enemigo en casa es a veces más peligroso.

–Precisamente por esa razón la Casa del Rey ha decidido que el rey emérito esté lejos. Efectivamente, muchas veces dentro de las propias familias reales hay algunos de sus miembros que objetivamente causan problemas a la institución. Ahí tienes al príncipe Andrés y al príncipe Harry, que han provocado decisiones muy drásticas de Isabel II. Ahí está lo que ocurrió con Juliana de Holanda, que amenazó con su abdicación si su marido, comisionista en el tráfico de armas, era juzgado. En Bélgica acaba de aparecer una hija extramatrimonial del ex rey Alberto II...

–No se salva nadie.

–Lo importante es que el titular sea consciente de que debe ser ejemplar no solo en su vida pública, sino también en la privada.

–¿Y la ejemplaridad del titular justifica toda la institución? ¿Sigue teniendo sentido en un estado moderno del siglo XXI?

–Ese es un debate, pero vamos a preguntarnos si son contemporáneos o no los británicos, los noruegos, los daneses, los belgas...

–¿Y los alemanes, los franceses, los suizos?

–Pero déjame que te diga que dentro de las 20 democracias europeas, dentro de las democracias plenas, están las monarquías parlamentarias, que coinciden con los países más prósperos. La monarquía parlamentaria no es incompatible con la democracia, pero precisa de dos legitimaciones: la legitimación original, que está en las Constituciones, y la legitimación de ejercicio, que es que los reyes o las reinas tienen que ganarse a diario la legitimidad con su ejemplaridad y con un servicio efectivo a los intereses del Estado y de los ciudadanos. Por otra parte, tenemos que tener en cuenta que en España, a lo largo de nuestra historia, hemos tenido dos repúblicas, y las dos han terminado mal. Cada país tiene su idiosincrasia. Estoy firmemente convencido de que con Felipe VI y la princesa Leonor se inicia una nueva etapa en la que ya se sabe perfectamente lo que el rey no debe hacer.

«No hacen ningún favor ni los que propugnan el no a la monarquía ni a los que no se les cae de la boca el '¡viva el rey!'»

–También están más vigilados. Sigue la inviolabilidad de la justicia, pero no la de la prensa.

–Por supuesto. Juan Carlos I se benefició de un carisma muy particular, el del rey que en 1975 recibe todos los poderes absolutos que tenía Franco y los devuelve a la soberanía del pueblo en la Constitución de 1978. Y eso generó un ambiente de agradecimiento, de protección y de permisividad, a la vista de lo que sabemos ahora, claramente excesivo.

–¿Quiénes son responsables?

–Los presidentes de los distintos Gobiernos, los jefes responsables de su Casa, pero sobre todo él mismo. Siempre se dice que la prensa, el Gobierno… No. El responsable de sus actos es Juan Carlos I.

–Pero lo cierto es que durante mucho tiempo se miró a otro lado. Imagino que también habría miedo a posibles represalias por hablar.

–No creo que fuera tanto miedo como dejadez. Hubo un error de juicio, de que lo que el rey hacía no era tan grave. Muchas de las cosas no se conocían y salieron a la luz a partir de las cartas que un bufete británico que tenía por cliente a Corinna Larsen, y fue ella quien destapó las finanzas del rey.

–Pese al reto de la Transición y el 23-F. ¿El reinado de Felipe VI está siendo más complejo que el de su padre?

–Mucho más. Es verdad que fue muy difícil la Transición, sobre todo hasta el año 82, cuando vuelve la izquierda a gobernar con Felipe González. Pero a partir de ese momento el rey no tiene un reinado accidentado. En cambio, en 2014, cuando se produce la abdicación, Felipe VI se proclama ante las Cortes justo cuando cambia el paradigma de la política española. Emergen Ciudadanos y Podemos y el bipartidismo se convierte en un multipartidismo. El rey se encuentra además con la crisis territorial de Cataluña, con una pandemia y, en los primeros seis años de su reinado, se repiten las elecciones de 2015 en 2016, hay una moción de censura en 2018, y se repiten dos veces las elecciones en 2019. Además, tiene que tomar decisiones muy duras, como revocarle el ducado de Palma a su hermana Cristina. Y finalmente le estalla todo el comportamiento de su padre.

«Si pudiera entrevistar al rey emérito le preguntaría cuándo perdió el sentido de la realidad»

–¿Y ha estado a la altura?

–Está a la altura. Creo que es un hombre extraordinariamente digno y plenamente consciente de la responsabilidad que está manejando y de cómo tiene que comportarse. Se encuentra apoyado fundamentalmente por la reina Letizia y en otra medida por su madre. Pero prácticamente no tiene relación con sus hermanas ni con su padre. El coste emocional de todo lo que le ha ocurrido al rey es muy duro y erosionante, y él lo está encajando con una gran dignidad.

–¿La reina Letizia ayuda a la imagen de la Corona? Su frialdad despierta cierta antipatía.

–Mi sensación es que la reina cumple correctamente con su obligación representativa. Si es más o menos simpática, eso es otra cuestión. También era muy simpático Juan Carlos y mira. Yo prefiero que sea menos simpática y más cumplidora, menos campechano y más responsable.

–El apoyo de Vox, ¿también es algo así como tener al enemigo en casa?

–Con la monarquía se puede pecar por defecto o también por exceso. Malo es para la estabilidad del Estado que unos partidos impugnen la monarquía parlamentaria como que otros le hagan el abrazo del oso, que le quieran tanto que terminen por ahogarlo. No le hacen ningún favor ni los que propugnan el no a la monarquía ni a los que no se les cae de la boca el '¡viva el rey!' Los excesos de entusiasmo al igual que los excesos de aversión no son buenos para la estabilidad de la monarquía, y eso reza para la derecha ultra y para la izquierda ultra.

–Si pudiera entrevistar a Juan Carlos I, ¿qué le preguntaría?

–¿Cuándo perdió el sentido de la realidad? ¿Cuándo entendió que la inmunidad era impunidad? ¿En qué momento de su vida perdió ese nexo con la realidad?

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