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Jorge Carrión presenta este miércoles en La Térmica su ensayo 'Contra Amazon'. José Usoz
Jorge Carrión: «Ver series de televisión también es una forma de leer»

Jorge Carrión: «Ver series de televisión también es una forma de leer»

El escritor presenta este miércoles en La Térmica su ensayo en defensa del papel de las librerías tradicionales

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Martes, 4 de febrero 2020

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Las series de televisión y las crónicas periodísticas de largo aliento, los algoritmos y las librerías de lance, la tecnología y el tacto del papel impreso conviven en la vida y en la obra de Jorge Carrión (Tarragona, 1973), una de las voces más lúcidas de la actualidad en el análisis sobre las industrias y los consumos culturales. Una reflexión híbrida y mestiza, como su propio trabajo, que ha volcado en ensayos como 'Teleshakespeare', 'Librerías' y su más reciente 'Contra Amazon', que este miércoles presenta en La Térmica (20.00 horas, entrada libre hasta completar el aforo) junto al escritor Rodrigo Blanco Calderón, dentro del ciclo de actividades literarias coordinado por Txema Martín.

¿Desaparecerán las librerías?

Sí, por supuesto, como todo, nada es eterno, pero yo diría que la extinción de las librerías ocurrirá más tarde que pronto, porque la cultura del libro está muy arraigada en el ser humano, ya forma parte de nuestro ADN cultural, y las bibliotecas y las librerías son sus espacios por excelencia. Nietzsche dijo hace casi un siglo y medio que Dios había muerto, pero las iglesias siguen ahí. Y no hablemos del Vaticano.

Amazon empezó vendiendo libros. ¿Cree que no fue una elección casual?

No, como cuento en el capítulo de 'Librerías' que le dedico al tema, fue el nicho de mercado que encontró Jeff Bezos. Pero fue no obstante una gran elección, porque comenzó vendiendo un producto de enorme prestigio y porque se convirtió, en sus primeros años, en una gran librería. Ahora es otra cosa, un gigantesco megahipermercado, pero para mucha gente sigue siendo una librería. Y esa máscara le favorece.

En pocos 'clics' tienes casi cualquier artículo en casa, a menudo más rápido y más barato que en un comercio tradicional. ¿Qué armas cree que deben emplear, en este caso, los libreros frente a esa amenaza?

El sentido común. Estamos frente a una epidemia global de soledad, estamos subiendo y bajando escaleras para hacer un poco de ejercicio en nuestras vidas demasiado sedentarias, los libros en España tienen precio fijo, cuestan lo mismo en una librería que en Amazon... Lo que ocurre es que el Gobierno y las editoriales deberían apoyar a las librerías para que esas ideas, tan obvias, fueran debidamente comunicadas, masivamente comunicadas. Amazon es la máquina publicitaria perfecta. Y se ha instalado en todos los cerebros. ¿Cómo la sacamos de ahí?

¿Es la comodidad, o quizá, la pereza del consumidor, una de las grandes bazas de Amazon? ¿Cómo se revierte esa tendencia que parece imparable?

De nuevo, con sentido común. Si quieres que tus hijos entiendan que lo que compran tiene un origen, que valoren las librerías, que le den valor también a la experiencia de buscar y encontrar, que sepan lo que es ver una película en comunidad, riendo o asustándote a la vez que lo hacen muchas otras personas, tienes que vivir con ellos tanto experiencias digitales como físicas. Tienen que aprender a buscar información en Google y a contrastarla, pero también saber cómo está organizada una biblioteca. Creo que es importante no perder la conexión con las manos, los materiales, las artesanías o los bosques, sin que eso signifique que no estudies también el funcionamiento de los algoritmos.

En una entrevista con la escritora Irene Vallejo, sostenía que el libro y las librerías se han convertido en un reducto de libertad. ¿Debemos plantearnos el consumo particular como una acción cultural, pero también política?

En efecto. Tanto Irene Vallejo en 'El infinito en un junco' como yo en 'Librerías' enumeramos escenas de la historia de la cultura en que las librerías y las bibliotecas se han convertido en espacios de resistencia política. Pero, en efecto, no es necesario esperar a que exista una dictadura o represión sistematizada para recordar que la resistencia es cotidiana. Cada vez que compras un libro en Amazon, que no paga impuestos en España, estás castigando a una librería de tu barrio, que sí los paga, como tú. Piénsalo.

El negocio del aislamiento

¿Es la visita a la librería una manera de relacionarse, también, con el entorno urbano, de mantener la estructura cultural y económica de las ciudades?

Como a la panadería, el café, la biblioteca o el parque. Las industrias más poderosas de la actualidad a menudo se relacionan con el aislamiento: Netflix, la pornografía, las mascotas, la logística. Tenemos que mantener hábitos que nos permitan respirar aire fresco y mantener contactos humanos.

Las plataformas, también Amazon, guardan nuestros datos de consumo y luego nos 'sugieren' nuevos productos. ¿Adiós a la intimidad en la era de Internet?

Los sensores de nuestros móviles, nuestros rastros en las búsquedas, nuestros historiales de consumo: todo suma para añadir capas de información a nuestras biografías digitales. Adiós a la intimidad, adiós al anonimato, cada vez más transparencia para bien y para mal.

Ha analizado las series de televisión en 'Teleshakespeare' (Errata Naturae). ¿Es más amenazante para la lectura Amazon o Netflix, HBO y compañía?

Ver series también es una forma de leer. Y escuchar 'podcast'. Y jugar a videojuegos. Y leer cómic. Yo creo que leemos más que nunca, pero no solamente libros. En mi opinión la lucha está más en la calidad que en el lenguaje. Tenemos que optar por consumos de buen nivel, estimulantes, sofisticados, bien hechos, ambiciosos. El problema llega cuando ves cualquier serie, sin que te importe que sea buena o mala. Si mantienes la exigencia, buscas en todos los lenguajes las mejores obras y las encuentras.

¿Puede ser el consumo de una serie de televisión eso que llaman 'alta cultura'?

Por supuesto. The Wire, The West Wing, Transparent, Borgen, Gomorra o Fleabag son series de altísimo nivel artístico. No hay que confundir la llamada alta cultura con la vieja cultura, la legitimada por la tradición. Hay ópera y novela muy mala. Hay series y videojuegos extraordinarios.

Quien quiera entender estas dos primeras décadas del siglo XXI, ¿encontrará un mejor 'espejo' en una serie de televisión, una película o un libro?

Depende de la obra. Todo depende de la obra. Y del observatorio, claro. Yo lo he encontrado en las librerías y las series. Que cada cual encuentre los suyos.

¿Cuáles serían, en su opinión, esas obras definitorias de este tiempo histórico?

Muchísimas, por suerte. La lista depende absolutamente del criterio. Lo que sí tengo claro es que los cánones del siglo XXI son globales. Si tuviera que escoger, por ejemplo, novelas clave de nuestra época no dudaría en incluir tanto '2666' de Roberto Bolaño como 'La vegetariana' de Han Kang.

El laboratorio de la crónica

También ha estudiado la crónica como género híbrido en 'Mejor que ficción' (Anagrama). ¿Cree que este tipo de relato debe tener mayor protagonismo en los medios de comunicación?

En el futuro de los medios está su pasado. Pero también hay que perseguir lo nuevo. La crónica se expande hacia el ensayo, el teatro, el cómic, la interacción o las redes sociales. Lo que importa, además de que estén bien escritas e ilustradas, además de que estén bien documentadas, contrastadas, para contrapesar a las 'fake news', es que sean conscientes de que deben competir con millones de otros textos para conquistar la atención de un lector, y para ello hay que jugar con nuevas herramientas y conceptos. Pienso en las crónicas collage de Pere Ortin en 'Altaïr Magazine', en las propuestas teatrales de no ficción de Lola Arias, Marc Caellas o Jordi Casanovas o en el cómic fotográfico de Spottorno y Abril como ejemplos de esa búsqueda. La crónica debe ser siempre un laboratorio, porque lo real no para de cambiar, de modo que la crónica no puede formularse ahora como se formulaba hace veinte o cien años.

¿Pide la comprensión de una realidad tan cambiante un relato «basado en hechos reales»?

Los relatos factuales y los relatos imaginados, la autoficción y la novela de magia y dragones, el periodismo y el manga, todo puede convivir. Lo que importa es que cada obra encuentre su sintonía con lo que quiere contar y que no olvide su conexión ineludible con su contexto de producción (su momento histórico).

Y por último, ¿estamos, como ciudadanos y usuarios, cada vez más cerca de la caverna platónica?

Es, sin duda, una de las mejores metáforas de la historia de la humanidad. Era válida en la época de Platón y lo sigue siendo en nuestra época post-Matrix. La idea de pantalla es muy anterior a la realidad de la pantalla. Pero nadie tiene ni idea, en realidad, de hacia dónde vamos.

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