Digna confirmación del malagueño David Galán en San Isidro
El matador demostró su temple en Las Ventas y dedicó el primer toro de su lote a su padre, Antonio José Galán, con un brindis muy emotivo
EFE
Viernes, 16 de mayo 2014, 10:22
El malagueño David Galán confirmó con dignidad ayer su alternativa en la plaza de toros de Las Ventas, en una tarde en la que volvía ... Enrique Ponce a Madrid, regreso celebrado por los tendidos sobre todo en su segunda faena, de más fogonazos que rotunda. Respondió ayer a aquello de «tarde de expectación, tarde de decepción». No fue la corrida que se esperaba de Victoriano del Río, y los toreros, unos más y otros menos, tampoco resolvieron
debidamente: Enrique Ponce gustó aunque con intermitencias, Castella fue una triste sombra de lo que fue, mientras que el confirmante David Galán anduvo digno.
Lo más positivo fue ver la plaza de Las Ventas abarrotada hasta la bandera por primera vez en la Feria de San Isidro, con el cartel de «no hay billetes» colgado en las taquillas. La emotividad en la primera actuación de David Galán estuvo en el brindis al cielo a su padre, Antonio José Galán, cuya estirpe torera sigue viva en su hijo que, por momentos, aromatizó la faena con enjundiosos pasajes en el toreo por a derechas, de exquisito temple y extraordinaria largura. Lástima que lo que viniera a continuación no tuviera continuidad, pues el toro, con calidad y buen son, adoleció de fortaleza. Y lo que pareció por un instante un triunfo en ciernes del malagueño David Galán, al final acabó en nada.
Toro sin fuelle
Y algo parecido pasó en el que cerró plaza, toro bueno y con motor, aunque acabara también perdiendo fuelle al final, con el que Galán instrumentó un buen primer tramo de faena por lo largo y encajado que toreó. Pero al cambiar la muleta de mano la faena empezó a decaer hasta tal punto que ya fue imposible remontar. En el haber de David Galán hay que anotarle lo dispuesto que estuvo, y el buen sabor que dejó en algunos momentos, aunque con los dos toros que le correspondieron en suerte pecó de falta de confianza.
«He cumplido un sueño, mi padre estaría muy orgulloso»
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El malagueño David Galán se marchó ayer de la plaza muy sonriente, ya que, según sus palabras «He cumplido un sueño muy bonito del que seguro mi padre estaría orgulloso». Galán reconoció haber disfrutado de la tarde «de principio a fin», pues a sus manos fueron a parar dos toros que «me han servido mucho para hacer mi toreo. El contacto con el público ha sido muy emotivo, sobre todo cuando me han ovacionado mientras brindaba al cielo mi primera faena ante un toro que ha embestido con buen son pero ha acusado la falta de fuerza al final de faena. Y el último también me ha dejado expresarme, así que la satisfacción que me llevo es que Madrid me ha visto y seguro que me esperará para otra ocasión», concluyó.
Por su parte, Enrique Ponce regresaba a Madrid después de cinco años de ausencia, y su presencia en San Isidro se hizo notar nada más salir por chiqueros su primero, con el que protagonizó el mejor toreo de capote de lo que va de feria. La faena de muleta estuvo presidida por la suavidad y la paciencia en la cara de un toro medido de fuerzas, que acabaría también apagándose. La faena al cuarto, aunque subió enteros, tuvo también algunas desigualdades. Ponce alternó momentos estéticos y elegantes, sobre todo en los adornos y cambios de mano, de extraordinaria ejecución, con otros más livianos en el toreo fundamental.
El primero de los enemigos de Castella no tuvo ni presencia ni esencia, un toro escurrido, muy poquita cosa, y que apenas aportó nada por lo flojo e insulso que fue. Pero no solo falló aquí el astado, pues Castella, sin ánimo y frío como un témpano, pecó también de mecánico y desajustado. Igual de desangelado estuvo en el quinto, con la diferencia de que este toro tuvo más fondo hasta que se rajó. Castella llevó a cabo una faena de pases y más pases sin decir absolutamente nada. Labor, por tanto, vulgar y sin sustancia.
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