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«Tenía más ansiedad que cuando intentaba dejar de fumar». Estudian los hábitos de 100 jóvenes sin móvil durante una semana
Universidad de Málaga

«Tenía más ansiedad que cuando intentaba dejar de fumar». Estudian los hábitos de 100 jóvenes sin móvil durante una semana

Este experimento pionero se enmarca dentro de un proyecto internacional que busca ver la credibilidad de la información que les llega a los adolescentes a través de las redes sociales

Víctor Rojas

Martes, 17 de enero 2023, 09:52

Mandar un mensaje por Whatsapp, subir una historia a Instagram o ver un vídeo en Tik Tok son realidades cotidianas de los jóvenes, acciones que pueden ocupar la mayor parte de su día, el mayor tiempo de su uso del móvil. Estas redes sociales les sirven para comunicarse con conocidos y desconocidos, para colmar sus momentos de ocio o simplemente por puro entretenimiento, pero también es por donde les llega la información, la ventana a lo que está pasando en el mundo, información que a menudo no es contrastada con fuentes profesionales. Entonces, ¿qué pasa si no pueden utilizar el dispositivo durante una semana? Este es el experimento pionero en Europa que se ha llevado a cabo desde la Universidad de Málaga con 97 jóvenes de entre 15 y 24 años, cuyo objetivo es ver la dieta informativa de este grupo de población, ya que esta prueba se enmarca dentro de un proyecto sobre la credibilidad de la información en redes sociales.

«Nos dimos cuenta de que su dieta informativa estaba basada en las redes sociales, así que decidimos empezar a analizar este uso en el móvil por parte de los adolescentes», cuenta el principal investigador de este proyecto y catedrático de Periodismo en la UMA, Pedro Farias. El experimento se llevó a cabo durante tres semanas a través de la monitorización de los teléfonos de los adolescentes y de un diario donde apuntaban sus impresiones. En los primeros siete días, debían hacer un uso normal del dispositivo para ver sus hábitos informativos, entonces se detectó que lo utilizaban de media cinco horas diarias, de las cuales, cuatro se dedicaban a redes sociales, las más usadas eran Whatsapp, Instagram y, por último, Tik Tok, que está creciendo entre los más jóvenes como único canal informativo.

Los principales investigadores del proyecto, Pedro Farias y Bernardo Gómez, en su despacho. Víctor rojas

La segunda parte fue la más complicada, la más difícil de superar, el peligro de caer en la tentación era constante. Una regresión al pasado durante una semana en la que está prohibido utilizar el móvil, objetivo que no todos consiguieron, de los 100 que iniciaron el proyecto tres no fueron capaces de superar esta fase, que para los que sí pudieron se convirtió en un periodo lleno de inseguridad, ansiedad, incluso dependencia aunque para otros fue una liberación, tal y como reflejaron en sus diarios. «Tenía necesidad de tener el móvil cerca, tenía ansiedad si estaba lejos», decía uno de los chavales mientras otro aseguraba que «tenía más ansiedad que cuando intentaba dejar de fumar» y para otro una de las mayores complejidades era «ver a todo el mundo con el móvil en el transporte público porque creaba una necesidad de usarlo». Además, fue un tiempo de incomunicación, de pérdida del contacto con amigos y de dificultades para situaciones cotidianas como hacer un trabajo grupal. «Tenían que pensar formas alternativas de comunicarse y, en algunos casos, no las encontraron porque no las conocen», asegura el segundo investigador de este proyecto, Bernardo Gómez.

En el transcurso de la semana sin móvil, los hábitos informativos variaron. Mientras había quien no se informaba y se enteraba de algo por el boca a boca, otros descubrieron la radio o televisión en familia y los periódicos digitales, a pesar de que «conectaron por primera vez con medios de información profesionales, que en la mayoría de los casos estaba completamente ausente de sus pautas normales» siguieron teniendo una sensación de desinformación y de aislamiento «muy grande», como revelan los líderes del proyecto. En este sentido, la edad influyó, fueron los más mayores los que optaron por los medios tradicionales y los jóvenes se quedaron «como en una burbuja».

Aunque no fue el único cambio que se originó durante este tiempo. La relación familiar, los estudios o la lectura también se adaptaron a la nueva situación de los jóvenes. «Cuando estoy en mi casa, después de cenar, me voy a mi cuarto a ver Tik Tok y al no tener móvil he hecho más vida en familia» o «he visto una serie con mis padres sin distracción: lo he disfrutado», fueron algunos de los comentarios de los jóvenes que habían mejorado la relación filio parental, a los que también se añadieron otros como «me ayudó un montón el estar sin móvil; hice todos los trabajos en menos tiempo» sobre el aprovechamiento del tiempo de estudio o «he conseguido leerme un libro completo, hacía seis años que no leía un libro por placer». Sin embargo, también hubo quejas: «El no tener móvil me ha perjudicado mucho, sobre todo en los trabajos en grupo. No poder comunicarme con mis compañeros me agobiaba».

Los profesores de periodismo con sus dispositivos móviles. VÍCTOR ROJAS

Tercera semana, vuelta al uso del dispositivo, vuelta al agobio. «La palabra que más utilizaban en esos días era alivio, luego agobio de nuevo porque lo habían sentido cuando no tenían el móvil y ahora al encenderlo porque había algunos casos que tenían hasta mil mensajes que contestar», comenta Farias. Sin embargo, volvieron a la normalidad en los hábitos de consumo de una manera «excesivamente rápida» aunque reconocen que les ha ayudado a reflexionar. «Queremos quedarnos con esa idea de recapacitación, es una forma de enseñar, es alfabetización mediática», afirman los investigadores.

Estos datos se completarán con tres encuestas nacionales a más de 3.000 jóvenes de toda España, que ya se han puesto en marcha, y numerosos grupos de discusión en seis colegios, institutos y universidades.

Experimento pionero

El hecho de monitorizar durante tres semanas el uso de dispositivos móviles para ver el consumo previo, el que hacían en abstinencia y el posterior convierte a este experimento en pionero en Europa. «Ha sido llamativo por la aceptación, hemos recibido llamadas de otros grupos de investigación que quieren incorporarse y nos han pedido la metodología», confirma el investigador principal, aunque es un proyecto que está dirigido desde la UMA pero en el que también colaboran la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad Miguel Hernández de Elche y varios socios internacionales como la Universidad de Viena (Austria) y la Universidad de Beira Interior (Portugal), dos países en los que también se pondrá en marcha el experimento para poder comparar los resultados con los obtenidos en España.

Este experimento ha dado lugar a otro tipo de conclusiones más allá de las necesarias para completar el proyecto, es decir, que son más amplias que ver el uso informativo que le dan los jóvenes a las redes sociales, por ejemplo, ha quedado patente la adicción de los adolescentes a este tipo de aplicaciones, lo que ha dado pie a que otros se interesen por los resultados para seguir con sus trabajos. «Por ejemplo, en Málaga hay un grupo de investigación que se dedica a ver todo tipo de adicciones y que nos han pedido los datos para avanzar en su proyecto», afirman los docentes.

Futuro proyecto

«Gracias al móvil las noticias llegan a ti y tú no tienes que buscarlas» o «¿comprar el periódico? No sirve de nada comprar algo que ya ha pasado y que en la web está la última hora», son algunas de las opiniones de los jóvenes que forman parte de este proyecto del que el experimento está dentro, aunque también hay testimonios positivos: «Al estar sin móvil y tener que entrar directamente en las webs, sí que me obligaba a buscar, leer... y me he sentido más informada». Este el primer acercamiento a un proyecto que busca ver la credibilidad que tienen las informaciones que se difunden por redes sociales y que llegan, sobre todo, a los jóvenes porque «en los últimos años la preocupación por los adolescentes es la que más estaba aflorando». Además, el proyecto prevé la publicación de una guía sobre el uso del teléfono móvil, así como la creación de un informe anual sobre los jóvenes y las redes sociales que deberá servir para conocer de forma más detallada cómo utilizan este dispositivo y mejorar la necesaria alfabetización mediática, aunque no concluirá hasta finales de 2023.

Además, los investigadores insisten en no demonizar el teléfono móvil o dispositivo móvil, como prefiere denominarlos Farias porque «las nuevas generaciones lo usan poco para llamar» aunque lo considera «una herramienta maravillosa» que ha cambiado la manera de interactuar con el mundo pero que hay que enseñar a utilizarla en todas sus variantes y, desde luego, hay que «enseñar el uso informativo».

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