El pueblo malagueño que quiere ser la Provenza de Andalucía
Alfarnatejo se vuelca con el cultivo de la lavanda para asociarlo a su marca turística, pero también para convertirlo en una fuente de ingresos para sus vecinos
Ante la falta de recursos económicos, imaginación. Es el mantra de muchos pueblos malagueños, que buscan herramientas con poco presupuesto que sirvan para evitar la despoblación y, claro está, para generar riquezas de la manera más sostenible posible. Es el caso de Alfarnatejo, uno de los pueblos con menos habitantes de la Axarquía -en torno a 400-, que lleva casi un año con la idea clara de vincular su futuro al cultivo de la lavanda. Esta planta aromática puede ser la clave en los próximos años para atraer a visitantes hasta esta villa, conocida por sus abruptos tajos o por su gazpacho de los tres golpes.
De momento, está muy presente en su jardín botánico, en su parque de aventuras (Alfarnatura) y en sus calles, donde hay más de medio centenar de plantas de lavanda que ya proporcionan su característico aroma a quienes pasean por la villa. Sobre todo, llegado el mes de julio, que es cuando la lavanda florece y da esas características notas de color púrpura que resaltan sobre las fachadas blancas del pueblo. También se han llegado a sembrar en distintas parcelas en los alrededores del casco urbano.
El proyecto está todavía en una fase incipiente, ya que la primera campaña ha servido para ver el potencial, buscar colaboradores y patrocinadores y corregir errores a la hora de ubicar los distintos cultivos, ya que es una planta que no puede verse encharcada en una zona llana. «Es un proyecto de mucho rodaje y, siendo un pueblo pequeño, cuesta más, pero estamos buscando ayuda para hacerlo lo mejor posible», explica Daniel Benítez, alcalde de Alfarnatejo, a quien precisamente se le ocurrió esta idea de vincular la lavanda a su pueblo.
Todo empezó con un problema con su columna vertebral, donde lo único que conseguía calmar sus dolores eran unas bolsas de semillas de lavanda que se calentaba en un microondas. A partir de ahí, a Daniel se le encendió la luz. «Me di cuenta de que era lo que necesitaba para mi pueblo, que era un producto agrícola, pero que, al mismo tiempo, se podía usar como turístico», comenta el alcalde.
Y esas primeras ideas se plasmaron con el cultivo de esta planta aromática en distintos lugares tanto del núcleo urbano como del entorno. Jardineras, macetas, arriates e incluso algunos campos en los alrededores fueron los primeros lugares a los que se destinaron las primeras semillas.
Con ese primer paso dado, el alcalde de Alfarnatejo ha ido pegando a varias puertas para presentar su proyecto, tanto a instituciones públicas como a empresas privadas. Entre las primeras, Daniel Benítez asegura que ya tiene el beneplácito de Diputación, mientras que entre las segundas ha conseguido un compromiso firme de en Víveros Guzmán para apoyar el proyecto, la conocida firma malagueña puede que se implique decididamente en la aportación de semillas, en el asesoramiento del cultivo o incluso en la cesión de herramientas.
En estos primeros meses de andadura, la lavanda ya ha generado un beneficio importante para Alfarnatejo. «El pueblo tiene este verano muchas más abejas, que no avispas», afirma el alcalde, con lo que ello supone para la polinización de los otros cultivos que hay en la zona. A esto el alcalde añade que «un vecino ha decidido poner colmenas, que, al final servirán para extraer una miel de lavanda». Incluso, hay un proyecto para hacer vinos y licores aromatizados con esta planta.
Además, en Alfarnatejo, la asociación de mujeres Lavanda de Barro, ya lleva tiempo formándose en la elaboración de productos vinculados a esta planta aromática, como aceites esenciales, velas o jabones artesanales. «Queremos hacer productos derivados que se puedan vender en el pueblo y que se lleven como recuerdos quienes nos visiten», dice Daniel.
En Alfarnatejo, los vecinos esperan que la lavanda se convierta en una industria para el pueblo. Incluso se trabaja en conseguir un mayorista que compre directamente a los agricultores que las cultiven.
El ejemplo más conocido del éxito de la lavanda es el de la Provenza, una región turística del sudeste de Francia donde esta planta aromática se ha convertido, junto a los vinos, en un auténtico reclamo para visitantes. Para tomar nota de cómo allí se trabaja con la lavanda el propio alcalde de Alfarnatejo decidió hacer un viaje personal, en el que pudo ver el potencial que tiene para su pueblo. Mientras que en el pueblo ya se respira un aroma a lavanda, se espera que la próxima campaña sea mucho mejor que ésta.
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