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J. J. BUIZA
Miércoles, 30 de septiembre 2009, 13:37
Bollycao es ahora un potro joven y apuesto, pero bajo su negro pelaje aún se intuyen las lesiones que le causó el vehículo que lo atropelló en una carretera de Algeciras. Desde entonces, su vida no ha sido fácil. Primero, la asociación Cyd Santa María lo cuidó y lo alojó en el albergue para caballos abandonados que tienen en Alhaurín el Grande.
Allí se recuperó de sus heridas en el costado y, después fue dado en adopción, aunque al tiempo sus nuevos dueños lo devolvieron. Pese a todo, no pierde la alegría ni las ganas de vivir. «Le llamamos Bollycao por lo dulce que es», comenta Virginia Solera, una de las responsables de esta asociación de acogida. Ayer mismo, Bollycao emprendió una nueva aventura con cinco équidos más como compañeros de viaje. Alrededor de dos días y medio tardarán en cruzar media Europa en un trailer con destino a Apeldoorn (Holanda), donde esperan encontrar la suerte que aquí no han tenido.
El viaje es de ida y sólo lo será de vuelta si en el plazo aproximado de un mes no encuentran una familia de adopción. Virginia Solera explica que es la primera vez que se lleva a cabo un traslado de estas características desde España, a pesar de que en otros países europeos el envío de animales domésticos es una práctica común.
La clave ha sido la buena voluntad de Kennard A. Buisman, propietario de la empresa holandesa Horse Service BV, que pagará el traslado y la manutención de los caballos hasta que encuentren nuevos dueños en su país. Sólo el transporte le costará casi 4.000 euros.
Hace unos tres meses que Kennard visitó las cuadras de Cyd Santa María para llevarse un equino adoptado por una compatriota. Acostumbrado sobre todo a transportar sanos caballos de carreras, el estado de algunos de los animales del centro ablandó su corazón y llegó a un acuerdo con la asociación malagueña para hacerse cargo de este grupo. Entre ellos se encuentran Mandy, una veterana yegua buena y tranquila a la que la Policía Local de Ronda encontró vagando por la carretera. También Moonlight, un caballo blanco que estuvo una semana tirado en Marbella, con daños en los cascos y casi sin poder moverse. «No tiene maldad ninguna, cualquier niño de Holanda se divertiría mucho con él», apunta Concordia Márquez, presidenta de Cyd Santa María.
Leyes más estrictas
Las responsables de esta ONG visitaron el fin de semana Apeldoorn y se quedaron sorprendidas de lo estricto de las leyes de allí en lo que se refiere a los animales. «Allí un abandono puede implicar hasta la cárcel», explica Márquez, quien recuerda que, hoy por hoy, en España las administraciones no cumplen con la legislación.
Virginia Solera añade que este año han sufrido en el albergue un «colapso brutal», con hasta 50 caballos acogidos por el aumento de los abandonos. La situación es más dramática porque ni ayuntamientos, ni Junta, ni Diputación se hacen cargo a pesar de los intentos de Cyd Santa María por firmar convenios con ellos.
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